Notas: creo que este es el primer fic en el que he tratado que no haya fallas ortográficas o huecos (si hay, avísenme pls)
[En el que son jugadores profesionales, y Lorenzo es el fan de Gabo.]
Gabriel Moreti.
Nueva adquisición del Schalke 04.
Ya que Lorenzo era el capitán, tenía que recibir al nuevo componente de la escuadra minera, ayudarlo a integrarse y ser parte de su adaptación en su nueva vida en Gelsenkirchen. Lorenzo pensó que Gabriel, que ya era un adulto, podía cuidarse solo y llegar por sí mismo al hotel en el que se quedaría los siguientes días. Valentino y Ezequiel se habían encargado de buscar un departamento para el nuevo integrante, pero por motivos de tiempo, el contrato tenía que ser firmado por el inquilino antes de pensar en vivir allí, y Gabriel podría mudarse a su nuevo hogar en otra semana.
Valentino no se molestó en comentarle lo que él y Ezequiel planeaban para recibir a Gabriel, o Gabo, como Valentino ya lo llamaba. Ezequiel le había puesto un nuevo apodo, pichón, debido a que era el más joven. Los dos de sus amigos reprobaban completamente su actitud dirigida a Gabriel.
Gabriel era originario de Álamo Seco. Vaya enorme coincidencia, el delantero del Tottenham era oriundo de ese mismo pueblo. Provenía de CABJ, y era un buen maldito jugador. Por alguna razón, esa razón a la que llamaban "El Mago", el equipo había ganado la SuperLiga dos veces seguidas. No era un jugador comercial, ni bueno, era excelente. Lorenzo le daba puntos por eso.
Llegó a casa y dejó el bolso cerca de la puerta colgado en el perchero. Zoé, su hermana menor, estaba allí, estudiando en la mesa de la cocina, cuando lo vio, se quitó los lentes, los cuales usó para detener el cabello rubio, y lo abrazó.
—¿No llegabas hoy a las siete?— él enunció, luego de Zoé apartó la cabeza de su pecho.
—Seh, pero salí temprano. Te preparé de comer. ¿Querés que lo caliente?— ella enunció la pregunta, la cabeza ladeada.
—No, yo me encargo. Sigue estudiando. Estás en exámenes y no quiero que te distraigas.
Zoé no era su hermana biológica, por sus venas no corría el mismo tipo de sangre. La madre de Zoé murió en el parto, y Lorenzo la quiso y cuidó de ella, tomando su papel de hermano mayor desde ese instante, cuando su papá introdujo a Francisco y a la niña rubia que sabía mucho para tener tres años, a la familia Guevara.
—Estoy por terminar. Te esperé porque quiero comer con vos.
Lorenzo la despeinó. El cabello que estaba suelto, quedó enmarañado. Zoé apenas había comenzado la universidad hacía un par de meses. Hizo su mayor esfuerzo al aprender un lenguaje con bases diferentes a su lengua materna, aunque, seguía asistiendo a la ZfA para mejorar el idioma. Abandonar su hogar fue lo de menos, pese a que ella extrañaba a sus papás. Pero, Zoé tenía espíritu aventurero. Diego y Francisco vivían en Argentina, de alguna forma, Zoé los convenció para que la dejaran vivir con Lorenzo y asistir a la Universidad a cientos de Miles de kilómetros lejos de ellos. Francisco los llamaba a cualquier oportunidad, cuando los halcones no se metían en problemas y lo dejaban relajarse. Podía ser el DD, sin embargo, Vitto aún tenía un largo camino que recorrer en el maravilloso trabajo que significaba ser un director técnico. Trabajar en un instituto, formando estudiantes con valores y un punto de vista deportivo justo, no era fácil. A veces, se tenía que convertir en una figura paterna o en un amigo, incluso en ocasiones, en un enemigo.
Zoé apiló libros y hojas en un rincón de la mesa. Los lápices, resaltadores y bolígrafos, los guardó en una caja plástica.
—Para eso te compré un escritorio, para que tuvieras más espacio.