No está editado. Disculpen las faltas ortográficas y demás.
El asiento que el capitán debería ocupar se encontraba vacío y Gabo viajó con la preocupación en su mente. Félix no les dio información. Ganaron, pero sin el capitán, se sentía como una derrota. No durmió en el autobús y cuando intentó comunicarse con Lorenzo, su intento no valió la pena, enviaba directo a buzón y sus mensajes no fueron contestados.
Dedé se ofreció en llevarlo a casa, Gabo se negó. Fue directo a Valentino y a Ezequiel.
—¿Me pueden dar la dirección del capitán?
Sus compañeros de equipo compartieron una mirada. Valentino suspiró. Lorenzo podía idolatrar a Gabo, pero él era mucho peor cuando le sucedía una lesión.
—No creo que sea lo mejor en este momento, Gabo. Lorenzo suele cerrarse, ya tendremos la oportunidad de ir a visitarlo— Valentino dijo. Si Gabo iba, tendría un desaire.
—Quiero ir. No me importa si me corre.
Ezequiel le pasó la dirección por un mensaje. Lorenzo y Gabo tenían la testarudez en común.
—Listo, pichón. Prepárate para ir a visitar a un animal que acaba de parir.
—Gracias, Ezequiel.
Gabo tomó un taxi. Era noche, y aún así, Gabo no esperaría hasta el día de mañana para visitar a Lorenzo.
×°×°×
—Eso no va a gustarle a Lorenzo, sabelo.
Ezequiel se encogió de hombros. De cualquier manera, el pichón encontraría la dirección del capitán.
—No que me importe. Le hice un favor.
Valentino deseaba llegar al siguiente día sin ningún incidente, por ejemplo, que el pichón decida de pronto que ya no quiere ser un minero. Eso había pasado con Camilo.
—¿Mañana querés que traiga aspirina?— Ezequiel inquirió.
—Lo apreciaría.
Ezequiel, a diferencia de Valentino, no creía que Lorenzo le hiciera pasar un mal rato. Creía en que el capitán dejaría de ser un patán, y aprovecharía esa oportunidad. Lorenzo no era un tonto como para no ver que, aún cuando Lorenzo fue un imbécil, Gabo se preocupaba por él.
×°×°×
Una chica rubia abrió la puerta. Zoé, si no recordaba mal. El cabello estaba atado en una cola alta.
—Hola, Gabo, ¿verdad?
Juzgando a la chica en pijama, seguro que estaba a punto de irse a dormir. Gabo debió haber reconsiderado y visitar al capitán el siguiente día.
—Ah, sí. Gabo. Disculpá. Mucho gusto.
La chica rubia lo conocía. Le permitió pasar. Gabo caminó lento, observando el ambiente. Por lo que sabía, Lorenzo vivía únicamente con su hermana. El cuadro colgado en la pared, arriba de la chimenea falsa, representaba a dos hombres, y a Lorenzo y Zoé. Reconoció a Francisco pero no al otro hombre. Tal vez, se trataba del papá de Lorenzo.
—Me conocés pero yo a vos no.
—Bueno, eso es porque Lorenzo habla de vos todo el tiempo.
No entendía a Lorenzo. Lo trataba mal, pero hablaba todo el tiempo con su hermana sobre él. Lorenzo lo confundía por completo.
—¿Se encuentra Lorenzo?— Gabo preguntó, era por lo que estaba allí, después de todo.
