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CARSON


"No importa que tan buena persona seas.
Todos somos los malos en la historia
de alguien. Así que disfruta de tu rol y
al menos sé un villano memorable."

CARLOS CORTÉS



Mi pierna se agitaba de forma metódica mientras intentaba estudiar, pero mi cabeza estaba en otro lado, y eso me irritaba. Nunca me había costado concentrarme en los asuntos que tenía entre manos, y se trataban de tipos de formación de empresa para el examen final de Economía.

Me pasé la mano por el cabello, mesándolo hacia atrás con frustración cuando pasé una nueva hoja con más explicaciones que ni siquiera me importaban; sabía que conseguiría una buena nota, pero tal vez no sería la mejor...

«Ja, ¿a quién pretendo engañar?».

Siempre tenía la mejor nota de la clase, pero seguro que para Leiland no sería suficiente si no sacaba una matrícula de honor.

Uf, me aburría mortalmente pensar en él y en sus estúpidas exigencias. Últimamente, todo me aburría salvo mi Nachtigall. Era por su culpa que estaba tan distraído, pero mi mal humor se evaporó al recordar la forma en la que me había mirado esa misma mañana, con ese deseo reprimido, rogándome con la mirada que la besara y esos ojitos de cordero desollado cuando la descubrí espiándome...

Involuntariamente, una sonrisa de triunfo se me formó en los labios al rememorar sus palabras; podía ser una auténtica fiera cuando se la atacaba.

Y eso me gustaba, me gustaba mucho.

Ya me había demostrado que no era tímida ni sumisa, como le hacía creer a los demás. Podía ser grosera cuando se lo proponía, pero también perspicaz, mucho más de lo que me había esperado en un principio.

Todavía no había tenido tiempo de leer lo que había sacado de su diario, pero tenía la certeza de que sería una mina de oro de valor incalculable. Un pozo de todas esas debilidades que todavía no me había mostrado, pero estaría encantado de contemplar el resto de mi miserable vida.

Sus debilidades me fascinaban, pero era su fortaleza lo que me enloquecía.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de mi cuarto se abrió con un estruendo que me hizo separar la mirada de los apuntes para volverla hacia mi furia andante favorita.

Justo lo que estaba esperando; ya decía yo que tardaba en venir a reclamármelo.

Ups, una lástima que no hubiera sido puntual...

Me giré, sacándome el lápiz de los labios para comenzar a jugar con él entre los dedos mientras me recostaba en mi cómoda silla con la cabeza ladeada. Recorrí con una mirada divertida su sexy vestido negro y el pelo cayéndole por el pecho, contrastando con su pálida piel como si se tratara de un ángel del infierno.

Su cabello siempre me había llamado la atención. Fue una de las primeras cosas que me hicieron fijarme en ella, mucho más que su peligrosa belleza y su cuerpo curvilíneo y exótico.

—¿No podías haberlo compartido en vez de hacerme venir? —resopló con aire hastiado.

La miré con fingida expresión de disculpa, pero no pude contener la sonrisa divertida.

—Bueno, pensé que te gustaría verme, Liv —respondí, como si de verdad me afectara su indiferencia.

No se lo tragó. La cabrona me conocía bastante bien.

PERVERSAS MENTIRAS [HIJOS DE LA IRA I] | Nueva VersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora