HARPER
"La verdadera locura es demasiado
compleja para almas superficiales."VICTOR DE LA HOZ
Las piernas me dolían a causa de mi paso frenético. Addison me seguía un par de metros por detrás suplicándome que aflojara, que la cabeza le estaba matando y no podía caminar tan rápido con los tacones.
«Así aprenderás a no trasnochar un día lectivo», pensé en mi fuero interno.
La muy descerebrada se había largado anoche no-sabía-dónde, y tampoco-me-importaba. Encima, se había despertado tarde, y aunque a Addie no le importara llegar con un par de minutos de retraso, yo no podía permitirme el lujo porque no era la dueña del colegio.
Por eso no estaba prestándole atención ni a ella ni a su vómito verbal sobre lo genial que se lo había pasado anoche con Jackson.
Sacudí la cabeza para intentar aclararme, porque mis principales objetivos eran:
Uno: Llegar al aula.
Dos: Ponerme al día con las pruebas.
Tres: Planear el asesinato de Addison Huntington.
Sí, en el mismo orden. No me convenía retrasar más lo inevitable si quería presentarme cuanto antes a las audiciones, sobre todo ahora que había pedido las becas; debía dar lo mejor de mí, al cien por cien.
Anoche papá llamó por primera vez en casi dos semanas. Fue genial oír su voz y saber que todo marchaba a la perfección, que se encontraba bien y que pronto volvería a casa. Sabía que le estaba resultando difícil pasar tanto tiempo lejos de nosotros; me preguntó porque mi móvil no funcionaba, a lo que tuve que tirar del viejo repertorio. Me negaba a contarle nada con respecto al acoso: sabía que si contaba una cosa, al final si tiraba del hilo lo terminaría descubriendo todo.
Iba tan concentrada en mis pensamientos que apenas me percaté de lo que me rodeaba. Así que no me sorprendió terminar estrellada contra un cuerpo duro que hizo que mis libros se desparramaran por el suelo.
Por suerte, me tomaron del brazo antes de que mi cara terminara besando el suelo. Mi vista rápidamente se posó en el chico de cabello rojo.
Lo conocía: estaba en la mesa de Carson y Jack.
—Te tengo —dijo con una sonrisa divertida—. Parece que mi misión del día es salvarte de tus dos pies izquierdos. —No había malicia en su tono, solo ternura.
Esquivé su mirada, ya que su actitud cortés me intimidó a la vez que aparté el brazo con suavidad. No pareció darse cuenta de mi gesto: lo había perfeccionado con los meses. Además, era un chico tan alto que a su lado me sentía como una hormiga indefensa.
Luke Clark.
No tardé en acudir a Dash para que me contara cosas sobre él al verlo competir contra Carson en la clase de Esgrima. Así fue cómo me enteré de que era el capitán del equipo de baloncesto. El número dos. Pero a diferencia de Carson y la mayoría de su clan de niños mimados, Luke era amable y considerado con todos.
Había intentado no pensar en Carson, pero me era imposible, sobre todo después de lo que me había contado Olivia. Sabía que era un suicidio acercarme a ella dentro de estas paredes, pero tampoco me atrevía a hacerlo fuera de ellas: que hubiera sido amable una vez no significaba que fuéramos amigas. Además, no quería despertar a la Bestia cuando habían pasado dos días tranquilos sin Carson.
Lo había visto en su mesa del comedor, en el patio y en los pasillos de la abadía. También a la salida, pero ni siquiera hizo el amago de acercarse a mí, y yo tampoco lo busqué, a pesar de que una pequeña parte de mí, —una retorcida y masoquista—, echaba en falta que me dejara sin argumentos, su bipolaridad extrema y sus ojos negros mirándome con malicia y diversión.

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PERVERSAS MENTIRAS [HIJOS DE LA IRA I] | Nueva Versión
Novela JuvenilEL AMOR ES UNA GRAVE ENFERMEDAD MENTAL La Bailarina Siempre he intentado ser perfecta. La hija perfecta. La hermana perfecta. La estudiante perfecta... Siempre he intentado ocultar mis errores tras una capa...