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—Ellos están juntos...—Escuchó Nathaniel a través de la puerta de la sala de delegados.

Eran Melody y Violeta parloteando como de costumbre.

—¿Castiel y Sucrette? —Preguntó Violeta algo sorprendida. ¿Que?

—Si, hasta... Escuche que duermen juntos.

Nathaniel salió a paso acelerado de aquel lugar, no quería seguir escuchando de más. Mientras menos supiera sería mejor.

[...]

Apenas había sonado la campana indicado la salida, todos se habían levantado dispuestos a irse a sus casa, solo algunos...

Nathaniel estaba arreglando su mochila, metiendo sus bolígrafos y libros cuando escuchó a alguien decir.

—Ellos se fueron juntos.

El corazón del rubio había empezado a bombear con fuerza sintiendo cada que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento.

Nathaniel se levantó de su silla, tomo su maleta con la mano y salió corriendo a la puerta para alcanzar al pelirrojo.

Él estaba tomado de la mano con Sucrette.

No era la mejor sensación del mundo.

Castiel se percató de él y su cara totalmente confundida extrañamente le incómodo.

—Espera aquí, Su. —Le habló suavemente a la chica, sosteniendo sus dos manos entre las suyas, justo en frente de Nathaniel que solo miraba la escena con pesar.— Ahora vuelvo.

Nathaniel observó como Castiel se acercaba a él, solo pensaba en todo lo que quería decirle y al tenerlo suficientemente cerca todo salió como un vómito verbal.

—¿Me puedes explicar qué es esto? ¿No estábamos juntos? —Interrogó desesperado buscando en su cara una respuesta, más solo le entrego un suspiro lleno de frustración.

—Cálmate, —Dijo arqueando una ceja mientras cruzaba sus brazos.— lo malinterpretaste.

—¿Malinterpretar qué? ¿Y todo lo que pasamos? ¿Todas esas escapadas de clase?

—Sólo tranquilizate. Puedes intentar probar suerte con Melody.

Pronunció sin ningún tipo de vergüenza.

—Yo te quiero a ti, no a Melody. —Contestó casi al instante.

—Esto no es ahora o nunca, —Hizo una pausa mientras ladeaba los ojos— espera diez años y estaremos juntos.

Su tono esperanzador solo hacia a Nathaniel entristecer más.

—Mejor tarde que nunca, solo no me hagas esperar para siempre. —Nathaniel tomó levemente las manos de Castiel pero este las apartó sin ser brusco.

Castiel corrió a lado de Sucrette y la tomó de la mano nuevamente, esta apoyó su cabeza en el hombro del pelirrojo, mientras Nathaniel observaba la escena de lejos con el corazón roto. Tres simples palabras acabaron con todo.

cυanтo мenoѕ ѕepa, мejor ||Casthaniel||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora