leth-cheud 'sa h-còig

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Los días pasaron y, con ello, creció la angustia alojada en el pecho de Samuel, la cual no lo dejaba ni una sola noche sin derramar lágrimas. Sentía miedo y dolor a todas horas, desesperación en estado puro; nadie contestaba a sus preguntas, todos afirmaban que era mejor si no lo sabía.

Y en todo eso, Guillermo seguía sin aparecer.

-Necesita tiempo para procesar lo que pasó- escuchó que les decían a sus padres uno de los tantos doctores que lo habían visitado tras haber despertado -Está muy asustado y confundido, lo mejor es mantenerlo al margen por un tiempo.

Luego de descubrir que aquel profesional se trataba de un psicólogo, entendió a lo que se refería con aquellas palabras. Querían mantenerlo alejado de su antiguo compañero y todo lo que tenía que ver con él, evitar que su cerebro siguiese recibiendo información a cerca de alguien que, según ellos, estaba generando algún tipo de trauma o algo por el estilo. Pero las cosas iban completamente al contrario; sus miedos, aquella angustia agobiante, sus lágrimas... tenían algo que ver con Guillermo, claro, pero no de la forma en la que ellos lo veían. Necesitaba saber si estaba bien y si había recibido sus pastillas, si habían podido detener sus hemorragias y si sus heridas estaban siendo tratadas como las de él... necesitaba saber si estaba vivo.

-Necesito saber si está bien, mamá- le suplicó a la mayor con lágrimas en los ojos, causando que esta sintiera algo más que lástima por su hijo. No podía entender como aun seguía preguntando por él a pesar de todo lo que le había causado -Solo... por favor.

Después de aquel día llegaron las pastillas.

La mayor parte del tiempo se sentía ido, perdido en sus propios pensamientos y recuerdos. Sabía que por la mañana lo revisarían y que por la tarde vería a su psicólogo y esos eran los únicos momentos en los que hacía el esfuerzo por conectar con el exterior. Una parte suya sabía perfectamente que lo que estaba haciendo no estaba bien, que aferrarse de esa manera a una persona que había dejado en coma a su mejor amigo no era sano, pero de todas formas no podía evitarlo; su mente estaba sumida en recuerdos y sensaciones, en todo lo que había sentido desde el momento en que lo conoció hasta que dejó de saber de él. Había sentido tantísimas cosas en tan solo unos cuantos meses...

¿Qué habría pasado si les hubiese hecho caso a todos y no se hubiese encariñado? ¿Qué tan distintas serían las cosas? ¿Habría renunciado por no poder controlarlo o hubiera seguido como si su corazón no sintiese nada? ¿Hasta que punto se hubiera mantenido esa mentira? Demasiadas preguntas, ni una sola respuesta. Todo se resumía a eso, a preguntas sin respuestas, a sentimientos que se mezclaban una y otra y otra vez, a un entorno que buscaba su tranquilidad hundiéndolo en la duda y el desconcierto.

Una semana entera sin saber sobre Guillermo y las cosas no parecían mejorar, ¿acaso nadie lo notaba? ¿Nadie se daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba? No, porque él era el equivocado. Él estaba mal sintiendo lo que sentía.

-¿Cómo te sientes hoy, Samuel?- preguntó el psicólogo como solía hacerlo todos los días, mostrando su mejor cara de preocupación.

El internado, sin embargo, sabía que mucha de esa preocupación era inventada.

-Mejor- mintió -Ya no me cuesta tanto dormir- sus palabras sonaron lentas al salir de sus labios.

¿Cómo era que Guillermo tenía más fluidez en sus palabras si estaba muchísimo más medicado y con pastillas aún más fuertes?

-Me alegra escuchar eso- sonrió -Los médicos me dijeron que hoy comenzarás con la rehabilitación de tu pierna para que vuelvas a caminar, ¿emocionado por eso?- el contrario asintió con una sonrisa fingida en sus labios -Tu amigo también ha mejorado mucho... Pronto volverá todo a la normalidad, ya verás.

¿Existía tal "normalidad" ahora? Querían convencerlo que preocuparse por Guillermo no tenía sentido, que era mejor no saber nada de él ahora y que estaba protegido pero el creía lo contrario, ¿cómo podía marcar que era "normal" y que no si iba en contra de todos?

Todo era confusión, dudas y lágrimas... lágrimas que nadie veía pero que seguía derramando por una misma persona, la cual comenzaba considerar fuera de su vida.

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Paciente 824 [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora