Capitulo 1

190 30 13
                                    

El atardecer mostraba su mejor esplendor en el horizonte de la carretera, haciendo una ilusión óptica para que parezca un viaje eterno rodeado de bellos paisajes, lo observaba detalladamente a través de la ventana del autobús, y después de un rato lo compare con mi dibujo. Con tan pocos colores que llevaba en mi mochila logré hacer un gran retrato del cielo que pintaba la llanura y la carretera, capture los colores vivos de la naturaleza y plasme su belleza en mi cuaderno de dibujo.

Y pensé:
-Una obra de arte más Dalia.

Sonreí y contenta por mi esfuerzo, firme la esquina de la hoja. Sin duda soy una excelente dibujante.

-Eso es un buen dibujo, muchacha- escuché.

Me quité los audífonos y volteé a ver apenada (por no haber entendido lo que dijo) y confundida al señor que me hablaba.

-Perdón, ¿Dijo algo?

Lo había escuchado, sabía que me hablaba, pero no lo había entendido. Tengo la mala costumbre de subirle todo el volumen a la música que me olvidaba del mundo entero, y eso era una mala costumbre que me hará daño según mi madre. Además, hace algunos meses había leído en una revista que según estudios si seguía con esa acostumbre podía quedar sorda a temprana edad, y yo no podía quedar así ¿Cómo iba a disfrutar de la buena música?

-Que tienes un buen talento- repitió más fuerte. Su voz estaba ya desgastada por los años y lo decía con cierta simpatía que me transmitía confianza.

Cualquier viejito me daba confianza, y él me agradaba, al igual que reconocieran el buen trabajo que hacía en mis bocetos, pero casi siempre no sabía qué responder, así que solo sonreí y le agradecí. Mire la hora en mi celular, marcaban las 7:46p.m.  Esperaba no llegar tan noche a casa de mi abuela y tener que despertarla.

-Yo también disfruto del arte en mis tiempos libres. -continuó hablando- Poesía, para ser exactos. Siempre me la paso tan ocupado en mi oficina que cuando escribo un poco de poesía libero tantas... e-emo...cio...nes.

Las palabras se perdieron en el aire, y como si se olvidara de lo que decía sus ojos poco a poco fueron mirando a otra parte mientras murmuraba palabras incomprendibles. Ahora ya no me observaba a mí, sino perdidamente a la nada. Fruncí el entrecejo confundida y espere a que terminara lo que diría, pero al no ver que regresaba, le di un tiempo.

Bueno, tenía que tener en cuenta que algunos señores de tercera edad tenían alzhéimer o problemas de memoria y supuse que por eso se perdió la conversación. No era tan mala con la paciencia. En fin, guardé el cuaderno de dibujo en la mochila que llevaba y abrí una botella de agua, tenía tanta sed que podía sentir mi garganta seca.

Él habló justo en el momento menos indicado haciendo que estuviera a punto de escupir el agua hasta por la nariz. - ¿Tú no?

Golpee despacio mi pecho por tragarme el agua de golpe. Creo que aún tenía agua hasta en la nariz, agh.

-El arte, la poesía y el escribir, al menos para mí, son unas buenas maneras de expresar los sentimientos y emociones ¿No lo cree?

Unos segundos después me di cuenta de lo que había dicho y no había sonado tan mal. Espere atentamente una respuesta del señor, que por cierto me miraba fijamente a los ojos, cómo si yo supiera algo y no me diera cuenta de lo que debía de saber, ¿o acaso lo sabía?. Era muy incómodo, estoy segura que nunca antes había estado en una situación igual.

- ¿Nos conocemos? -preguntó al fin.

Y fueron las palabras mágicas correctas para que mi memoria encendiera de golpe. Claro que lo conocía. Empecé a reír de la pena y él me regaló una sonrisa. Era algo tonto no reconocer al señor Evans, es amigo de mi abuela y un buen guardia de seguridad en el bosque.

Cenizas: La Ira De Tifón | EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora