Capitulo 3

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Esa misma mañana terminando de desayunar acompañe a mi abuela a comprar una cerradura nueva para la puerta trasera de la casa. El suceso era que hace tres días un sujeto maniático había intentado entrar golpeando y forzando la puerta con mucha fuerza, la suficiente como para romper la cerradura, ella no pudo ver su rostro lamentablemente, pero dijo que con la muestra de sangre y cabello que habían recolectado los agentes tal vez encontraban al psicópata.

Solo tal vez, si éramos positivos.

Así que llevábamos más media hora caminando entre las grandes calles del pueblo para llegar a una vieja tienda en el centro, la cual mi abuela aseguraba que le harían una venta barata y eficiente.

Los rayos de sol me daban directamente al rostro cosa que hacía que me ruborizara. Mire el cielo azul despejado, era lindo.

-Buenos días señora Lauren- una anciana que tejía sentada en una banca le había saludado a mi abuela, a su lado había una paloma comiendo migajas de pan.

-Buenos días Lulu.

La señora le sonrió de oreja a oreja a mi abuela arrugando su rostro dejando a la vista los pocos dientes que le quedaban, me parecía amigable; cuando pasó su mirada hacia mi le sonreí amablemente, pero su semblante cambio a una total seriedad y solo me ignoro.

Ahora ya no es tan amigable- pensé.

Cuando llegamos al parque observe que la gente convive de manera pacífica y respetuosa con todos, unos más que otros honestamente. Los árboles eran tan grandes que su sombra cubría el lugar y pocos rayos del sol entraban, los niños andaban corriendo por ahí, jugando, riendo sin preocupaciones y los padres platicando los miraban felices. El sonido de los columpios me trajeron un breve recuerdo, de hace años:

Me columpiaba tan alto intentando alcanzar el cielo, ingenua creyendo que conseguiría atrapar una nube que me solté del columpio y caí boca abajo al suelo raspando mis manos y barbilla. Mi mamá corrió a levantarme asustada y yo lloraba por el dolor, ella me tomó del rostro y me limpio con una toallita húmeda la cara y manos, me ardía tanto que no paraba de llorar; cuando se me paso el llanto mi mamá me puso de pie y me dijo:

- Entre más dolorosa sea la caída, más fuerte te vuelves..

Miró el cielo y luego a mi con una sonrisa.

- Y así aprendes a no volver a caer...pero del columpio.

No lo entendí en ese momento hasta que crecí. Y Eso me traía tan malos recuerdos que no debería de pensar. Borre todo tipo de pensamiento y seguí viendo mi alrededor; luego de cinco minutos terminamos de cruzar el parque quedamos enfrente de unos condóminos grandes y viejos, las puertas al igual que las ventanas estaban cubiertas de periódico y los locales que estaban a los lados se encontraban cerrados.

- ¿Dónde está la tienda?

- Dentro de ahí- respondió señalando los condominios.

Caminamos hasta aquel lugar sin prisa, los dos sujetos que fumaban a un lado de la puerta nos miraron con frialdad, malhumorados y aunque haya intentado sonreír no lo conseguí.

Al entrar noté enseguida que el color rojo de las paredes estaba degradado y ya casi no se apreciaba, por los grafitis que resaltaban más, el piso estaba tan sucio que cada paso que daba me traía basura entre los pies, había telarañas en los muebles y cucarachas que salían de los sofás, me preguntaba cómo mi abuela conoció este lugar. Al final de la sala, en el muro más grande se encontraba un grafiti que ocupaba todo el espacio de una pared; llamó mi atención de inmediato, y sin dudar fui hasta allá, me detuve a observar detalladamente. Puede que mida dos metros o más, tenía el cuerpo de un hombre de gran musculatura, las piernas y el rostro de un toro, de su cabeza salían dos grandes cuernos y entre sus piernas una larga cola, parecía tan real, un minotauro rodeado de fuego.

Cenizas: La Ira De Tifón | EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora