Claro, nadie es capaz de explicarle a un novato e inexperto -o un extranjero- que el mate es sensacional cuando ya se lo viene cebando desde hace rato, pero no cuando se lo comienza. Tal vez suceda que cuando termine esta pandemia y usted salga de su búnker, no sepa cómo compartir un mate con otra persona. Es mejor que aprenda.
Empiece por mirar fijamente a esa calabaza pequeña y ahuecada, recipiente de la infusión considerada una de las más ricas en espíritu y esencia, pero que detrás de esa fachada de unión, amistad y compañerismo, trae en sus entrañas al mismísimo diablo.
El que ya conoce se aprovecha y brinda, protegido por esa apariencia de hermandad, la posibilidad de que usted sea el cebador y tenga en sus manos la potestad de hacerlo como tenga ganas, sin mencionarle que la letra chica de ese contrato manifiesta que quien se hace cargo de la ronda está obligado a beberse la muerte contenida en yerba y agua, es decir, el primer mate.
No claudique ante esta situación, con esa mirada intensa les está mostrando a sus compañeros y a San Tomás que usted es quien manda, que podrá domar ese caballo sin esfuerzo. Con una mano tome el termo por el asa y comience a verter el agua caliente dentro del recipiente al costado de la bombilla, mojando la yerba, hasta llegar casi al límite y deténgase. Luego esboce una leve sonrisa que parta solamente desde una de las comisuras de su boca, indicando que todo está bajo control. Acto seguido, con la mano que no utilizó para sujetar el termo, tome el mate y comience a subirlo hasta que la bombilla quede a la altura de su boca.
Deje de mirar intensamente al mate y ahora mire a ese infeliz que sugirió que usted se ocupara de la cebada. Desafíelo con sus ojos, hágale padecer el terror de sus pupilas, que sienta que se encuentra en frente de un león a punto de devorar a su presa. Deposite sus labios en la punta de la bombilla y emprenda el viaje de la succión a velocidad media, como para no quemarse de golpe ni alargar el martirio que usted contendrá al sentir ese gusto repulsivo que comienza a penetrar en su lengua. Una vez que posea la cantidad suficiente del líquido letal en boca, trague. Notará que su cara querrá desfigurarse, como si un espíritu distorsionador de rostros lo estuviera poseyendo, o tal vez, como mostrando descontento por el hecho aberrante que acaba de cometer. Pero usted exorcizará a Mefistófeles de su interior; pondrá freno a la desdicha buscando en su mente el pensamiento más sublime y benigno que tenga en su conciencia, puede que sea una navidad con muchos regalos, el día que su pareja le dio el "si"... Busque, busque hasta encontrar aquello que le haga poner buena cara al mal tiempo que está atravesando.
Una vez que terminó con el mate y con su cara, cierre sus ojos, vuelva a esbozar la leve sonrisa proveniente de una de las comisuras de su boca y en voz alta exprese repetidamente y de forma continua la letra "M", algo así como "mmmmmmmm". Abra los ojos, nuevamente cebe el mate, páselo a otro de sus compañeros y siéntase orgulloso de usted mismo. La prueba ha sido superada.
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Raros Relatos Rápidos
Short StoryUna recopilación de historias salidas desde lo más profundo de un sótano, llenas de Polvo e intriga. Anécdotas, instrucciones, crónicas, quimeras... en fin, Raros Relatos Rápidos, que te harán viajar distancias sin precedentes en pocos minutos.