03. Sicilia

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- ¡No puedo creer que estés vivo, Mei! - Dice, regresando a su lugar en el avión después de haber ido a buscar algo para beber.

-Estamos en pleno vuelo. Este avión no tiene ventanas ni butacas. -Los asientos son lonas filtradas, suspendidas por tubos en ambos lados de la cabina. El espacio es apretado: Si Seiya estuviese sentado frente a sus amigos, estaría prácticamente tocando sus rodillas con las de ellos. Por la decoración parece más una aeronave militar que un avión de pasajeros.

- No hay razón para tener esa expresión de sorpresa en sus caras. ¿Shun y tu acaso no están vivos? Es normal que yo consiguiera sobrevivir. -

- ¿Normal, Tu? ¡Aaiii! - grita Seiya cuando Mei aprieta con cierta fuerza su mejilla.

- ¡Piénsalo bien, Seiya! ¿Alguna vez conseguiste derrotarme en una pelea? -

- ¡Eso fue cuando tenía 7 años! ¡Tú eres dos años mayor, en aquella época eso era mucha diferencia! -

- ¡Ja! Pero tú, continúas siendo un pequeño. - Shun no resiste soltar una pequeña risa al ver la cara avergonzada de Seiya. Los dos Santos están usando sus trajes sagrados y llevan las Cajas de Pandora de Pegaso y Andrómeda en el compartimiento de carga, en la parte trasera de la aeronave.

Se trata de un Tiltrotor, con capacidad para llevar diez pasajeros. Sus alas poseen rotores móviles, en la parte externa se lee la inscripción "Fundación Graad". Falta menos de media hora para llegar a Sicília.

- Si yo los llamara para pelear algún día, perdería con certeza. Exactamente como Shun, que vivía llorando... Ustedes ahora son Santos. Yo no lo conseguí. -

- ¿No lo conseguiste? -

- Yo sobreviví, sin embargo, no recibí la Cloth - continúa Mei, en un tono ligeramente sarcástico.

- No paso de un soldado raso. - Una estrella cae - es extraño. -Mirando hacia Shun, en un gesto sorprendentemente serio: - ¿Cuántos...? - pregunta cabizbajo - ¿Cuántos sobrevivieron? -

- Diez. - Contigo, Once. - Dice Shun, en voz baja. -

- Nosotros, solo diez... -

En este punto es necesario interrumpir la historia para hacer un pequeño viaje al pasado. Las luchas libradas entre Athena y otros dioses por la posesión de la tierra son llamadas "Guerras Santas". La última de ese tipo ocurrió hace poco más de diez años atrás cuando la nueva reencarnación de Athena descendió en el Santuario.

La diosa era apenas un bebé y tuvo que enfrentar un ataque. La sombra del mal denominada Región Sagrada cuando Saga de Géminis, uno de los Santos de Oro, fue dominado por sentimientos perversos, queriendo volverse el señor de la tierra, poseído por la ambición, Saga asesinó secretamente al Papa de aquella época, enfrentándose después a la indefensa Athena. Felizmente, el Santo de Oro Aiolos de Sagitario consigue salvar a la diosa antes que ella se vuelva víctima de la daga afilada de Saga.

Athena fue confiada a un señor llamado Mitsumasa Kido, que la llevó para el distante Japón, bautizándola como Saori Kido y la crio como su nieta. Mitsumasa Kido, creador de la Fundación Graad, era uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.

Después de poner a Athena bajo su protección, Kido ofreció a sus cien hijos que tenía con amantes en sacrificio, pidiendo como intercambio que fuesen consagrados como Santos de la diosa y vuelvan con las Cloths sagradas. El viejo jamás reconoció la paternidad de esos niños, tratándolos como huérfanos y lanzándolos a su propia suerte por los cuatro rincones de la tierra.

Las tácticas de entrenamiento en las artes de combate de Athena superan lo absurdo. Flaquear es sinónimo de muerte en busca de juntar a los más poderosos guerreros de la tierra. Los aspirantes fueron sometidos a bosques infestados de animales salvajes, desiertos insoportables, montañas donde respirar es un suplicio, planicies gélidas donde el frío lleva a una persona a una muerte en menos de cinco minutos. Islas volcánicas con calor infernal y gases tóxicos. Prácticamente todos los hijos de Mitsumasa Kido murieron en ese proceso, enviados al infierno por su propio padre.

Saint Seiya: Gigantomachia I, La historia de MeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora