Capítulo 2

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Cuando llegue a ese gran edificio, tuve que tragar saliva fuerte, era tan imponente, era enorme un rascacielos todo acristalado y de diseño.

Me mire a mi misma y negué con la cabeza, yo no pegaba nada con aquel sitio y menos en la guisa que me encontraba, parecía mentira que apenas hace una hora atrás me encontraba de punta en blanco, ahora mi pelo recogido en un moño desecho, estaba enmarañado y parecía que había hecho la limpieza en casa, el vestido celeste estaba manchado por aquellos lugares que me habían tocado aquellos maleantes, los tacones estaban manchados de algo que no quería saber que era.

Mire el reloj y vi que era ya bastante tarde, sería un milagro que me atendiesen a aquella hora.

Con decisión y convicción de querer intentarlo me recompuse como pude y entre estirándome en toda mi altura con el poco orgullo que aquel atuendo me daba, en ese momento se me viene a la cabeza aquel hombre rubio con el aspecto de Samuel pero, antes de que mi mente divague mas de lo que debe, desecho la idea y voy en dirección a la joven recepcionista que está allí sentada.

—Muy buenos días señorita. Vengo porque me han llamado para hacer una entrevista, mi nombre es Daniella Pérez Sánchez. —le digo con una sonrisa en los labios, sonrisa que se me apaga cuando veo que aquella superficial mujer me mira de arriba abajo como si me tuviera que perdonar la vida por mi aspecto, en ese mismo segundo tengo claro que si entro aquí a trabajar por que el universo se apiade de mí, esta mujer no va a ser ni de cerca una amiga sino, todo lo contrario voy a huir de ella como de la peste.

Me mira durante unos minutos y está a punto de hablarme pero, decide guardarse lo que me iba a decir y mira en su ordenador algo, me imagino que mi entrevista.

—Llega usted tarde señora Pérez pero, llamare a Olivia que es la que le hará la entrevista haber si ella quiere hacer la vista gorda por su retraso. —dice nada amable mientras coge un teléfono y se levanta para alejarse de donde yo me encuentro dejándome alucinada por la mala educación de aquella mujer, como puede ser ella recepcionista con esa cara de pepinillo y ese carácter de cebolla.

Mientras la avinagrada habla por teléfono yo me dedico a observar todos los premios, recortes de periódicos y cuadros que hay allí colgados en las paredes, veo toda la tecnología que han inventado y cuanto bien han hecho ha mujeres y hombres maltratados, a aquellos que hasta que no acaban muertos sus maltratadores no quedan tranquilos, han hecho tanta tecnología para que estas personas no acaben muertas, haciéndome recordar mi pasado, como una de mis motivaciones más claras para huir de Málaga fue que Esteban cumplió su condena y fue en mi busca, durante años tuve que ser una presa en libertad, tuve que vivir en constante compañía hasta que vi la salida yéndome fuera, lo mejor para mí y mi familia es que me fuera de aquella ciudad para comenzar con más oportunidades en la capital.

—Señora Pérez. —escucho la molesta voz de la avinagrada haciéndome poner los pies de nuevo en la tierra y volver a guardar aquella terrible ensoñación de mi pasado.

—¿Si? —le pregunto con un pellizco en mi interior rezando por qué esa mujer, Olivia desee verme.

—Tienes suerte. Olivia sigue deseando verte, toma aquí tienes la tarjeta de visitante, sube a la séptima planta allí ella te estará esperando. —me dice extendiéndome una tarjeta y queriéndome despachar rápido, no sé por qué razón le he caído mal pero, se nota a leguas que no quiere verme más.

Con un asentimiento y un gracias muy bajo porque hasta eso me enfurece tener que concederle después de lo desagradable que está siendo, me engancho a la parte superior del vestido y ando en dirección al ascensor que me llevara hacia la planta que me ha indicado la avinagrada.

¡Eres nuestro, caprichoso!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora