21/03/18
Siempre agradecen a sus madres los hijos
haberles dado la vida, que no tiene poca importancia,
pero como si todo terminara ahí:
en la capacidad de concebir y dar a luz.
Sería egoísta pensar que el resto de mis pasos los he dado sola,
cuando fuiste tú quien me abrió las puertas al mundo,
quien me enseñó lo que era querer y ser querida,
el valor de la templanza y la importancia del esfuerzo.
Contigo, mamá, descubrí el amor
porque no hay nada en este mundo más cercano
a lo que cuentan en las películas y en los libros
que lo que sentimos nosotras.
Contigo comprendí lo que significa el esfuerzo,
no solo de cara al futuro, sino de cara al ahora:
desde que me tuviste entre tus brazos la primera vez
no me has soltado nunca, te has desvivido por mí,
para que pudiera crecer sana, estudiar y llegar
tan
tan
tan lejos que un día,
cuando tú estuvieras ya cansada,
no tuviera que depender de ti.
Me trajiste a la vida, mamá,
pero también me has dado todas las facilidades
para vivirla de la manera más plena posible,
para llegar a donde otros no llegan
porque me quieres y confías en mí.
Y cuando oigo a otros hijos agradecer a sus madres
el haberles traído a la vida
espero que no pienses que es eso
todo lo que veo que me has dado a mí,
porque, mamá,
yo sí que veo todo el trabajo invisible,
todo el esfuerzo que has hecho
durante casi diecinueve años
para que pudiera llegar hasta aquí.
Recuerdo las tardes sentadas en la cocina
estudiando matemáticas o conocimiento del medio,
las broncas cada vez que hacía algo malo
o las veces que me viniste a recoger por indigestión.
Recuerdo las tutorías y reuniones de padres,
las visitas al médico, los trámites administrativos,
los viajes a Inglaterra y Estados Unidos,
las tardes en la plaza o las fiestas del colegio.
Recuerdo todo el tiempo y toda la carga emocional
que te ha supuesto
hacerte cargo de dos niñas y pienso
qué desconsiderado sería
pensar que lo más grande que me diste fue la vida
cuando lo cierto es que la vida sin ti
no habría sido una vida digna de vivir.
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Todo lo que no dije
PoésiePoemas que guardé en el desván de mi memoria. Sería la inseguridad, el miedo o quizás la vergüenza. Fuera lo que fuese, es hora de que salgan de allí.