Reflejo

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Emily se acababa de acostar y se levantó para ir al baño.
Se miró al espejo y pensó: "tengo que empezar a arreglarme o llegaré tarde al trabajo".
En cinco minutos ya estaba lista. Se dio prisa para coger el ascensor antes que ningún otro vecino y finalmente entró en su coche.

Emily entró en la oficina y todo el mundo la comenzó a mirar.
"¿Será que llevo una etiqueta en mi ropa?"- pensó.
Poco después se sento en una silla y comenzó a encender un ordenador. Pero, al rato, su jefe le dijo que fuera al despacho.

- Mire, Emily, esto es un asunto muy serio. No quiero sonar de mala manera, pero le recomiendo que busque ayuda. Usted fue despedida ayer y no puede seguir viniendo.

- ¡¿Y quién se va a encargar se mi puesto?! Nadie puede hacerlo mejor que yo. Llevaba años trabajando aquí.

- Lo siento, Emily. Tiene que irse.

Ésta condujo hasta su casa y cuando llegó se tumbó en su cama. No podía creer lo que le estaba ocurriendo y se puso a ver una serie cómica.
Se estaba riendo como nunca y su vida no podía ser más perfecta. Sara abandonó la cama y se fue al baño para arreglarse e ir a una fiesta.

Cuando entró se pidió una cerveza, aunque todos estaban bebiendo gaseosa.
Entonces entró en una reflexión profunda:

Las personas te tratan como te des a conocer. Aunque suene simple es sorprendente como podemos parecer marionetas. Suena tan raro que algo tan pequeño como yo pueda controlarlo todo. Puedo hacer la prueba durante una noche con distintas personas.

Sara localizó a un grupo que estaba tomando copas en la barra y decidió acercarse a un miembro del grupo.

- ¡Hola! Vienes sola? - dijo Sara.
- No, con mis amigos. Y tú?
- Sola
- ¿Sueles salir mucho sola?
- De vez en cuando. Pero, tengo unos amigos que tocan conmigo en una banda de rock que tenemos desde hace años.
- Qué interesante. ¿Y es en lo que trabajas?
- No ganamos tanto como para dedicarme a ello. Trabajo en una fábrica, en cadena.

De repente uno de los amigos de la chica le llamó:

- María, nos queremos ir.
- Vale. Espera un segundo- le contestó.
- Sara, ¿quieres venir con nosotros?
- Si no os importa, me encantaría- dijo Sara

Sara pasó la noche con el grupo, pero se sentía vacía. Se habia pasado la noche inventando batallitas como roquera. No quería seguir haciendo el experimento.

-Ahora mismo estoy en un punto en el que no se quién soy. No se quién ser- pensó. Y se dirigió al grupo.

- Chicos, me voy. No me encuentro bien.
- ¿Y eso? Bua qué pena, con lo bien que nos lo estabamos pasando.
Que te mejores.
- ¡Gracias! Adiós.

Sara se fue a casa triste. Cuando entró se echó en el sofá y se quedó dormida.
Al despertarse comenzó a buscar trabajo en Internet. Sofía limpió la casa y tras ello se tomó un té para relajarse. No podía parar de pensar en que no podía continuar su vida sin un trabajo. Qué diría su madre.

A los días se enteró de que le habían contratado en una oficina.
Se arregló muy rápido y fue corriendo a la entrevista. La entrevista salió perfecta y el lunes podía comenzar a trabajar.
Emily estaba muy contenta, ya que había llegado la normalidad a su vida. Por ahora...

Totalmente normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora