Parte 1: ¡Despedido!

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En la van de Finnick, Gazelle estaba limpiando las últimas manchas de refresco de su busto; un pequeño accidente al mandarle un video a su novio había terminado por ensuciar su brasier con estampado de pétalos, así como el pelaje alrededor de este; intentó presumirle a su amorcito que podía usar el espacio entre sus pechos como un portavasos improvisado y sorber una bebida desde ahí. Pero la presión entre ellos terminó por derramar el líquido, aunque el vídeo seguro encantó a su amante de todos modos.

   Sin embargo, antes de terminar de asearse, entró a la van el mismísimo Finnick. Parecía muy enojado.

   —¿Pasó algo, chiquito baby? —Gazelle se sorprendió de ver a su novio tan temprano ahí.

   —¿Qué si pasó algo? ¿¡Qué si pasó algo!? —bramó iracundo— ¡Tú estúpido vídeo, chichona! ¡Tú y tus enormes globos acaban de provocar que me despidieran de la cafetería!

   —¿¡Qué!? —La gacela jaló de la corbata de su uniforme a su pequeño novio con una agresividad sorpresiva— ¿¡No le enseñaste mi vídeo a alguien más, o sí, petiso!?

   —¡Suéltame zorra y déjame explicarte! —Se apartó de ella igualando su furia—. Ni loco le mostraría a nadie todas las cochinadas que me mandas. Aunque da igual, siempre que me mandas tus cositas nunca sale tu cara, así que mucha diferencia no hubiera hecho... —respondió esbozando una pequeña sonrisa.

   —¡Finnick!

   —¡Aún así, sabes muy bien que jamás compartiría nada íntimo! El problema fue esa maldita potranca...

   —¿¡Qué cosa!? —La gacela encaró al fénec con una mirada asesina.

   —¡Maldición, déjame terminar, Piernas!

   —Habla, petiso.

   Finnick gruñó por el sobrenombre despectivo, pero no le prestó mayor importancia.

   —Cuando a su alteza serenísima se le ocurrió mandarme el vídeo de su maravilloso truco de sorber una bebida sin usar los cascos.

   —Oye, fue un gran truco y lo sabes.

   —¿Acaso me estoy quejando de eso? ¡El problema, Pechugas La Rue, es que me lo enviaste en horas de trabajo!

   —Feh, pudiste verlo después.

   —¡Estabas transmitiendo en vivo, Piernas! Y aunque no fuera así, de tonto voy a esperar a verle los melones a mi novia hacer magia, capaz cambias de opinión y lo borras. ¡No volveré a cometer ese error jamás!

   —¿Y yo que culpa que seas un enano libidinoso?

   —¡Mira mamacita, tú conoces mi debilidad y sabes mejor que nadie que no me puedo resistir! Así que, cuando me llegó esa notificación, entregué mi última popsypatita, cerré la caja y tomé mi descanso, pese al descontento de la fila que estaba esperando.

   —Vaya profesional, bombón. Y te preguntas porque te despidieron...

   —¡Cierra el pico de una perra vez, urraca, y escúchame! Mientras me deleitaba la pupila con tu videito en el área de empleados, una condenada cría de caballo se metió ahí y mientras trataba de decirle que estaría de regreso en la caja cinco minutos...

   —¿Cinco minutos? Vaya que eres rápido en eso de "saciar tus bajos instintos", je, je...

   —Ggggrrrr, ¡sólo vi el vídeo! Por eso estaba en el área de empleados y no en el baño. El punto es que esa condenada pony me tomó por sorpresa y mientras le decía que me dejara en paz, olvidé pausar el vídeo y la mocosa lo vio unos segundos, precisamente en la parte en la que manchas tus pechos.

Portavasos improvisadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora