Parte 2: Complaciendo al amiguito

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Advertencia:

Lo que están a punto de leer es un relato con alto contenido erótico y descripciones muy explícitas (Lemon) por lo que se suplica que sólo sea leído por adultos. Los personajes tienen la mayoría de edad y debe tomarse esta lectura como ficción y mero entretenimiento. Por favor, leer a discreción.

Sin más distracciones, los dejo con la lectura. ¡Disfruten!

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Parte 2: Complaciendo al amiguito

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Por lo general, cuando Finnick hacía el amor con su novia, pese a no ser exactamente gentil, solía ser paciente y tomarse las cosas más despacio, al menos en la parte del juego previo; sin embargo, en esta ocasión, el zorro del desierto estaba demasiado excitado para pensar con claridad o tomarse las cosas con acostumbrada calma.

   —Mmmmm... oh Finnick...

   Mientras el vulpino de largas orejas besuqueaba el largo cuello de la cierva, sus juguetonas patas estaban estrujando a las dos causantes de su despido.

   —Finn... sé más caballeroso con ellas, por favor... —susurró Gazelle al sentir que su novio apretaba con más y con más fuerza su busto.

   —No —espetó sereno—, estas niñas se han portado muy mal y merecen un castigo ejemplar.

   Agradeciendo a la vida que había nacido con zarpas pequeñas, Finnick disfrutó de apretar y ejercer presión a los pechos de su chica, aunque se contuvo para no presionarlos más de la cuenta, sabía que pese a la firmeza y lo mucho que se antojaba oprimirlos con rudeza, eran una parte sensible y delicada para toda hembra, y Gazelle no era la excepción.

   Luego de juguetear un rato con "las gemelas" al mismo tiempo que embarraba su cara entre ellas, el pequeño zorro pervertido decidió atender una zona más erógena de la gacela. Posó un dedo sobre la fina tela del brassier estampado de flores y lo deslizó hasta encontrar su objetivo: una pequeña protuberancia que clamaba por atención. De forma pausada y con algo de lentitud, Finnick masajeó el pezón de su chica por encima de su corpiño, arrancando leves suspiros de parte de ella; luego hizo algo similar con el otro pecho mientras frotaba de manera circular las tetillas de la cierva, endureciéndolas cada vez más en cada vuelta que les daba.

   El fénec continuó estimulando los montecitos de la gacela, esta vez, humedeciendo con su lengua la tela que lo cubría. Mientras su hocico se ocupaba de uno, una traviesa zarpa se había metido por debajo del sostén y comenzó a pellizcar el otro. Con su novio atendiendo sus senos, Gazelle mordió su labio inferior a la par que acariciaba las orejas de su pequeño amante.

   —Pensé que ibas a castigarme —comentó ella con la voz entrecortada—, no a darme un premio, bebé... ¡ay... Finn... !

   Un mordisco juguetón y un jalón al mismo tiempo en ambos pezones provocó que la hembra gimiera de sorpresa.

   —En eso estoy, Cuernos, en eso estoy...

   El fénec dejó de "torturar" uno de sus pechos con sus colmillos sólo para continuar su placentero tormento en su seno desatendido. Mientras cubría de saliva ese lado de su sostén y transparentaba la rosácea tela en el proceso, ambas patas zorrunas estaban ocupadas intentando quitar el condenado broche delantero del brassier, pese a no ser tan inexperto en el arte de desvestir a su novia, aún le costaba algo de trabajo abrirlo, sobre todo cuando estaba ocupado saboreando sus pechos y con sus bóxers apretándole cada vez más.

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