Capítulo 4

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Rocío rebaña con la cucharilla lo que le queda del yogur de vainilla del desayuno y se lo lleva a la boca mirando a su familia. Nerea, con la boca manchada de cacao, le ofrece a Miguel el plátano que Rocío le acaba de pelar.

-Papá, ¿queres?

La pequeña agita el brazo, por lo que la mitad del plátano se parte por su propio peso y cae al suelo. Miguel chasquea la lengua y la mira con el ceño fruncido.

-Joder, Nerea.

-Esa boca -lo regaña Rocío, mirándolo fijamente-. ¿No lo vas a recoger?

Su marido le dedica, esta vez a ella, una mirada que casi hace que se encoja. Se agacha para coger el trozo de plátano, lo deja sobre la mesa y se levanta.

-Me subo.

-¿Ya? ¿Tenemos prisa por algo?

-No, pero ya he terminado.

No espera respuesta para marcharse del comedor. Rocío frunce los labios con la mirada perdida en algún punto de la mesa. Ella le ha preguntado en plural y él le ha respondido en singular. Es evidente que en la vida de Miguel ya no hay espacio para un "nosotros". No con ella, al menos.

Espera a que Nerea termine de comerse el plátano y se levanta con el bolso al hombro. Su hija trata de bajarse de la silla, pero antes, Rocío la levanta por las axilas y se la carga. Necesita sentirla cerca ahora que se siente tan sola. Besa su sien y emprende la marcha hacia fuera del comedor.

-¿No te limpiaste la boca, cochina? -Se saca un pañuelo de papel del bolsillo y le quita los restos de comida.

-Cotina -repite Nerea.

-¡Cochina tú!

-¡Cotina!

-¡No, yo no! -ríe Rocío con tono teatral.

Una animadora infantil del hotel interrumpe su discusión a la salida del comedor.

-¡Hola, guapa! ¿Cómo te llamas? -le habla directamente a Nerea. Rocío la coge de lado para que mire a la mujer y la mira.

-Venga, dile cómo te llamas.

-Nerea.

-¡Nerea, qué bonito! Yo soy Claudia. ¿Te gusta Cantajuego? -La chica da un paso hacia atrás y señala el atril en el que se anuncian las actividades que ofrece el hotel durante el día. Esta mañana, hay una foto a color del grupo Cantajuego.

-Sí, ¿verdad? Los de: soy una taza, una tetera... -le recuerda Rocío. Los ojitos de su niña se iluminan e intenta dar saltitos en sus brazos.

-¡A tetera!

-¡Sí, la tetera! -coincide Claudia-. ¿Quieres venir a verlos? Van a cantar ahora en un ratito para todos los niños y niñas.

-¡Síii!

Sin embargo, Rocío se resiste un poco. Le dirige a la animadora una mirada suplicante.

-¿Puedes asegurarme que no se va a perder?

-Claro, va a estar con todos los demás niños. Además, mis compañeras y yo les estaremos echando un ojo. Tranquila. A las doce terminan, estate aquí para recogerla.

-Está bien. -Y se agacha para dejarla en el suelo, pensando que no puede impedirle divertirse solo porque su matrimonio se esté yendo a la mierda. Claudia le tiende la mano y Nerea la acepta para después irse en dirección a la piscina. Rocío aún se queda unos minutos mirándolas para asegurarse de que la animadora cumple su palabra antes de darse la vuelta hacia los pasillos del hotel.

ibiza ; albocíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora