Aquél ser de piel pálida cual porcelana caminaba por las hermosas calles Londinenses, solitarias, sin nadie más que él.
Sus extravagantes faroles escarlata se daban a conocer entre sus hilos dorados, que, sin quererlo, combinaban con las estrellas diminutas de aquella fría noche de invierno.
El viento le abrazaba con calma, acariciaba sus mejillas rojizas, y se deslizaba, para dejarle atrás.
El aire melancólico y nostálgico incrementaba a cada paso.
Nada, nadie presente, y menos así sus sentimientos.
Sin él, ya no era nadie, solo un muñeco de porcelana, faroles escarlata, hilos dorados, y una culpa que le llenaba.
Las saladas salían, resbalaban, se caían, no se detenían.
Lo había perdido,
todo era una mentira."¿Por qué no me amas?"
"¿Por qué no me hablas?"
"¡No te duermas!" Exclamaba sin control alguno.Golpeaba, insultaba, lastimaba, ¿pero amaba?
No, de amor nada. Solo una ilusión.
Él era símplemente un muñeco de porcelana, faroles escarlata, hilos dorados. . .
El otro, era su creador, su titiritero, y, así mismo, el amor de su vida.
Pero le iba a vender, le iba a dejar, le había mentido.
Ya no sentía nada.
Sonreía.
Lloraba.
Dolía. . .
Pero sonreía.Sonreía para no parecer destrozado.
Solo decía, una vez más:
"Vuelve. . . Te amo. . . Te deseo. . . Te extraño. . . Deseo tu sangre en mí. . . Pero ya estás, cinco metros bajo tierra. . . Te amo. . . Vuelve"
Él era símplemente un muñeco de porcelana, faroles escarlata, hilos dorados. . . Y así mismo, con sus propias manos, tan delicadas y finas, construidas con tanto amor y empeño, había pecado.
Pecado por celos.
Pecado por venganza.
Pecado, había pegado por su amor.
Había matado, sin quererlo. . . Había acabado, sin valor.
Sin valor a enfrentar su realidad.
Era un simple muñeco. . . Todo a su alrededor era Falso, Falso, todo falso. . .─ Prólogo| O4/O9/2O19