Desiciones

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Rumbo a mi departamento, pienso en lo conversado con Elisa, sé que ella tiene razón, que lo correcto es ser honesto, pero me rehusó a perder la oportunidad de tener algo con Candy, al fin y al cabo ¿Como podría ella enterarse de lo que hice? ─Desvió la dirección y me dirijo al hospital, para encontrarla justo a tiempo cuando termina su turno. Espero unos minutos y la veo aparecer con su uniforme blanco cubierto por su abrigo rojo de lana y con las solapas de esté levantadas, veo que mi despistada ha olvidado su bufanda, me aproximo a ella...

─Hola Candy ─voltea y noto algo de desconfianza en su mirada, pero inmediatamente una sonrisa ilumina su rostro al reconocerme y yo siento que estoy a las puertas del cielo.

─ ¡Neal!, que sorpresa verte. Dime ¿Cómo te has sentido? No quisiera tener en mi consciencia tu muerte. ─Y aquí está este chico nuevamente... me cuesta aceptarlo pero la verdad es que me había estado preguntando si volvería a verle...

─Mmm no lo sé ¿Es normal que vea un túnel con una luz al final? ¿Crees que debería caminar hacia esa luz?

─Oh vaya, no lo sé ¿Quieres ir en esa dirección? ─pregunto con tono juguetón.

─Solo si mi mi heroína favorita me acompaña ─,digo mientras me acerco y le coloco mi bufanda blanca; ella levanta su rostro y observo sus mejillas sonrosadas no se si por el frío o por mi cercanía; aunque me gustaría pensar que soy yo quien es capaz de causar esas reacciones en ella.

─Gra...gracias Neal, no debiste molestarte yo vivo cerca de aquí así que no era necesario...

─Lo era y por eso lo hice Candy no discutamos por algo así ok, ¿Me permites acompañarte a tu casa?─le ofrezco mi brazo para que se agarre de él y ella lo toma con un poco de timidez.

─Por supuesto, vamos ─ ¿Qué cosas me haces sentir Neal?, me sorprendió tu gesto tan protector y a la vez tan autoritario, con tu sola presencia has removido sensaciones dormidas en mi ser... o tal vez todo sea resultado de ese sueño... Maldita sea.

Caminamos, y mientras lo hacemos imagino que ella es mi esposa y estamos regresando a casa juntos después de otro largo día de trabajo... pero hay algo que nubla mi fantasía... la voz de mi hermana que me dice que debo ser honesto con Candy, y lo entiendo, se que Candy se merece a un hombre que la ame de la manera correcta, es solo que, no quiero perderla.

Llegamos en unos cuantos minutos al edificio y el conserje en turno nos saluda, Candy me mira asombrada cuando ve que me dirijo al interior del elevador y presiono el número 8, puedo ver la duda implícita en su mirada,

─Yo también vivo en este edificio ─le guiño un ojo.

─ ¿En serio? Qué pequeño es el mundo, entonces ¿Me conocías de antes?

─Yo... sí. ─no tiene caso negarlo, el elevador se abre y bajamos en el piso que nos corresponde. Caminamos hasta llegar al 813, su puerta.

─ ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Ya habíamos hablado antes? ¿Es por ello que me parece recordar tu voz? «y tu aroma»

─No Candy, nunca habíamos hablado y no creo que alguna vez me hayas prestado atención porque siempre estas sumergida en tu trabajo, en tu mundo.

─Lo siento, es que...

─No lo sientas ─me acerco a ella y tomo sus labios «que se encuentran entreabiertos» de una manera tierna pero profunda, ella coloca sus brazos alrededor de mi cuello, yo la envuelvo en mis brazos y la presiono mas contra mí; va a odiarme en unos minutos más, pero quiero disfrutar de un último beso, antes de pronunciar las palabras que la harán detestarme y que mataran toda esperanza de un futuro con ella, poco a poco voy soltando el agarre y aunque no estoy totalmente convencido me forzó a hacer lo correcto...

Mi rubia obsesiónWhere stories live. Discover now