Capítulo 3

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— ¿Qué estás diciendo?

—Únete a mí. Seremos el dúo más poderoso —sentía su respiración en mi nuca. Su aliento rozando mi piel, provocándome un escalofrío —. Déjame mostrarte el placer de matar.

— ¿Qué te hace pensar que aceptaré? —me di la vuelta quedando cara a cara. Sus preciosas pupilas se fijaron en las mías. Mi cuerpo estaba reaccionando a él, cosa que odiaba.

—Um... Te crees que debes ser heroína, porque siempre te han dicho que es lo correcto. Pero, no. El mundo te ha tratado mal, tu interior está lleno de odio e ira, debes desahogarte. Y yo te voy a ayudar.

¿Por qué? Me intentaba convencer de lo que él decía estaba mal, que yo no era así. Sin embargo, algo en mi interior me decía que era verdad, era una persona con odio reprimido. Haciéndose la buena, la heroína para no explotar. Solo había que pensar en el alcohol, siempre que tenía un problema o me trataban mal ese era mi método de huir y liberarme, para no desquitarme con cualquiera que se cruzara en mi camino.

— ¿Qué tienes en mente? —sonrió ampliamente, satisfecho de mi precipitada decisión.

— ¿Hay algún compañero al que le tengas muchas ganas?

"—Pero qué dices anda, tú, a hacer cafés o mejor, a tu casa"

—Sí. —apreté el puño y fruncí el ceño solo de pensarlo. Odiaba escuchar esos comentarios, y ese hombre los hacía desde que pisé por primera vez la compañía. Siempre menospreciándome, a mí, y a mi don.

Dabi agarró mi barbilla y acercó su rostro al mío.

—Tranquila, guarda toda esa ira para él. La necesitarás.

Esperamos hasta que el cielo se oscureció. Estaba emocionada y la adrenalina corría por mis venas. Lo habíamos planeado todo. Mi compañero solía apostar en un salón de juegos un poco alejado de la ciudad. Todo lo que ganaba lo perdía en aquel lugar, y más de una vez había invitado a sus colegas a ir con él. No a mí claro está. Eso dejaba ver lo poco de héroes que tenían algunos, lo falsos que eran.

—Podríamos llevarnos un poco de dinero ya que estamos —eché un vistazo al moreno que se encontraba a mi lado —. Un dos por uno.

Con el cúmulo de sentimientos que tenía en ese momento me daba igual hacer lo que fuera. Esperamos hasta que el asqueroso salió de aquel antro mugroso, que fue más tarde de lo que esperamos. El parking donde estábamos estaba alejado, en medio de la nada. 

Llevaba una bolsa colgando en su hombro. Había tenido buena suerte, se iba con un buen bote.

Nos acercamos con toda la tranquilidad del mundo.

—Quitaos del medio... —elevó la mirada encontrándose con la mía —. ¿Qué haces tú aquí? ¿Ahora que te han echado buscas dinero en el juego? Con lo inútil que eres no vas a servir para esto...

Activé mi Quirk sin poder aguantar más. Apunté como de costumbre a las piernas, reteniéndolo. Se quejó de dolor y soltó la bolsa que traía con él. Dabi se acercó silbando de manera burlona y se la llevó.

— ¡No! Eso es mío ¡Devuélvemelo, cabrón! —él hizo caso omiso y la revisó.

—Vaya, te ha ido bien. Cuando acabemos le compraré algo a mi heroína, ups, perdón. Mi villana —apreté con más fuerza mi mano, y con ello los músculos del tío, quien soltó un grito de dolor —. ¿Qué pasa? ¿Te duele? Si según tú es una inútil.

Me miraba con horror, algo que me complació más de lo que esperaba. Eso me hizo continuar, quería más, quería esa satisfacción que me provocaba. 

𝙴𝙽𝙴𝙼𝙸𝙶𝙾𝚂 𝚈 𝙰𝙼𝙰𝙽𝚃𝙴𝚂 ¦ 𝙳𝙰𝙱𝙸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora