James Sirius Potter

282 14 1
                                    

Estoy maldito, totalmente maldito, desde el día en que nací. ¡No desde mucho antes! Cuando a mis padres se les ocurrió nombrarme James Sirius. Maldito. Así me sentía.

Siempre estuve orgulloso de llamarme como dos grandes merodeadores, pero ahora siento que los nombres me asfixian y me marcaron de por vida. ¡Merlín santo!

Me he enamorado. Ese es el gran problema, a lo mejor ni siquiera tienen que ver los nombres. Me he enamorado perdidamente de la única mujer de la cual no debería haberme enamorado. Pero la maldición Potter hizo efecto en mí.

Me enamore de una hermosa pelirroja de ojos azules eléctricos, prefecta de Ravenclaw. ¿Dónde está el problema? Que al igual que a mi abuelo James, la muchachita no me da ni la hora, me odia, me detesta. No nos llevamos ¡y me he enamorado de ella!

Yo que era un alma libre como el gran Sirius Black, cometí el mismo error que él. Enamorarme de mi prima. Porque si, me he enamorado de una prima, y a diferencia de Sirius, quien se había enamorado de su prima mayor, ¡Me he enamorado de mi prima menor!

¿Qué alguien me diga que eso no es estar maldito? ¡O que me digan cómo me la quito!

Rose Weasley, una vez más una flor enamora a un Potter. Dios de los muggle, ella es perfecta, su piel es blanca cubierta de muchas pecas, que me incentivan al pecado, a besarlas una a una. Su cabello pelirrojo anaranjado le cae por bajo los hombros hasta la altura de su cintura. Y sus ojos... eso ojos hipnotízantes que tanto me gustan.

Ella no me quiere, no me tolera, es que yo era un maldito mujeriego, un maldito irresponsable y bromista. ¿Cuántas veces mi madre me dijo que eso me traería más problemas del imaginado? Y ahora me doy cuenta.

¡Ellos tienen la culpa! Podría haberme puesto cualquier nombre, pero no dos que tuvieran tanta mala suerte en el amor. Al menos mi abuelo consiguió que mi abuela le hiciera caso, pero sobre mí, sigue predominando el nombre Sirius. El sombre que suena tan lindo de sus labios, es el mismo que me mantiene en esta situación.

Sirius Black, no consiguió nunca salvar completamente a Bellatrix, y ella desquiciada, le asesino. Aunque a mí no me importaría que la prefecta de Ravenclaw me asesinara. Creo que sería la mejor manera de morir. Que el amor de mi vida me matase.

Aunque ella no lo sepa, lentamente cada día me voy muriendo cuando ella pasa sus ojos sobre mí, sin siquiera mirarme como a un primo. Desviando la mirada al instante, frunciendo el entrecejo y negando con la cabeza.

Pero... ¿Por qué no arriesgarme? Porque no arriesgarme a decir lo que siento, porque no robarle un beso, aunque fuera el primero y el ultimo que le diese. Aunque después ella y su padre me maten. Al fin y al cabo, llevo el nombre de dos valientes Gryffindor, y quede en esta casa por algo. ¿Cómo me puedo acobardar por una niña de apenas quince años?

La busco y recorro los pasillos en busca de la cabellera pelirroja anaranjada, de los ojos azul eléctrico. Es miércoles, y es tarde, de seguro se ha quedado en el campo de Quidditch una vez más después del entrenamiento. Me dirijo a pasos rápidos, no me apetece ir a su sala común, uno, porque no sé muy bien donde queda y el mapa lo tiene Albus, dos porque no podre adivinar el acertijo para ingresar. Mientras avanzo, me acomodo las gafas, no fue buena idea salir sin un suéter, hace frio, está llegando el invierno. La veo, bajando de su escoba, el cabello ondulado en una coleta que está a punto de reventar. Su uniforme de Quidditch que la hace ver muy bien. Entra por el otro pasillo a los vestuarios, y le sigo en silencio, entra a los camerinos, y se saca la capa, quedando solo con el suéter azul con franjas grises, y sus pantalones de color azul. Antes de que siguiera sacándose la ropa le giré de la muñeca, y sin que se lo esperara le bese. Por un momento se quedó inmóvil, y luego se dejó llevar, sus labios sabían mejor de lo que había imaginado, tenía como sabor a fresas, era... perfecta. Pero la perfección se acabó en el momento que ella se separó de mí, y me miró ceñuda.

-Esto está mal, Sirius- dijo enojada.

-Lo siento Rose, pero tenía que hacerlo- dije mirándola a los ojos, estaba que lloraba, y no comprendía muy bien porque- tenía que hacerlo por mi bien, tenía que hacerlo porque te quiero, y tenía que intentarlo.

-Somos primos, James, esto está mal.

- Lo siento- dije girándome- no volveré a molestarte jamás—iba a cruzar la puerta, y ella me tomo de la muñera, y me besó. Quede en estado de petrificación por un momento, y luego la agarre por la cintura y con la otra mano la mentí entre sus cabellos sueltos, acercándola más a mí, nos separamos por falta de aire, y juntamos nuestras frentes, la mire y aún tenía los ojos cerrados pero había una sonrisa en sus labios- ¿Y eso?

-Eres mi estrella, James, solo mío- dijo abrazándome, enterré mi cabeza en el hueco de su cuello y aspire su aroma. Rosa, sudor, y fresas.

-Y tú eres mi flor- dije en un murmuro.

Al final de cuentas, no era tan malo ser James Sirius Potter, al menos, yo había terminado con mi pelirroja prima Rose. Mi flor.

✔✔ Entre estrellas y constelaciones |ONE SHOT| 彡Harry Potter彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora