Sin duda yo era un Malfoy, pero a la vez un Black. De las mejores familias yo venía. Si señores. Ahora, la guerra ha terminado y San Potter ganó. No es que me moleste, al contrario, muy en el fondo de mi mente deseaba con todas la fuerzas para que "el niño que vivió" matara al idiota de Voldemort.
Aun así, las cosas para mí no han cambiado, bueno un poco. Ahora el apellido que tenía respeto y admiración de todos, no era más que eso... un apellido. Mi padre en Azkaban por lo menos cinco años, y mi madre intentado sacar a flote esta familia.
Pero eso no era impedimento para mí. Aún seguía siendo el príncipe de Slytherin. Aun me temían, nadie aguantaba mi mirada fijamente. Nadie excepto ella. Astoria Greengrass.
La niña de ahora quince años, tenía el pelo castaño, y los ojos verde esmeralda. Y ella, era la única que me aguantaba la mirada, y el humor.
La había conocido en mis años de mortífago. Una noche me encontraba desesperado (sí, yo también me desespero) y no podía hacer un show en la sala común, no podía hablarlo ni con Blaise, ni con Theo, mucho menos con Pansy o con Daphne.
Subí a la torre de astronomía, como cada vez que quería despejar mi mente. La misión de matar a Dumbledore no era nada de fácil para asimilarla. Pero eso era lo que debía hacer. Aunque me costara.
Al llegar arriba no se encontraba sola la habitación. Había una muchacha de espaldas a la entrada, mirando el cielo estrellado, no lograba descubrir a que casa pertenecía, la túnica era negra. Por un momento casi decido irme y dejarla sola. Pero de perfil ella era hermosa; tenía el cabello semi ondulado de color castaño, una piel blanquecía casi como la de mi madre, sin ninguna imperfección, una pequeña nariz de botón que le hacía ver de una manera aniñada. La miré bien, no tenía más de trece o catorce años. Y estaba llorando.
Le envidie en ese momento, ella botaba las lágrimas con una facilidad impresionante, en silencio, sin hacer el mayor escándalo, y miraba el cielo, como buscando algo. Yo desde niño que no podía llorar, para un Malfoy eso no era permitido.
Me acerque a ella, aun sin saber bien que hacer, o peor aún, porque lo estaba haciendo. Ella se limpió la lágrimas y cerró los ojos, como dándose fuerzas ella misma para continuar. Se sobresaltó cuando escucho mis pasos, o mi respiración tan cerca. Solo a unos metros de ella. Y cuando me miró sus ojos, de color verde esmeraldas me miraban. No eran de un verde como los de Potter, o la oliva de Pansy. Estos tenían un brillo especial.
-¿Qué haces aquí?- dijo ella frunciendo el ceño, se veía... ¿tierna?
- lo mismo podría preguntarte a ti- dije mirándola fijamente, intimidándola con mis ojos fríos y grises. Ella no tembló, no apartó la mirada, ni siquiera mostro una señal de miedo.
- Pues el aula es libre- dijo volviendo a girarse, omitiendo mi presencia.
No supe que decirle, no tenía nada que decirle, aun así me encargue de contemplarla, sus expresiones se me hacían conocidas. Era una niña como cualquier otra. Pero tenía el escudo de Slytherin y la capa era negra con el fondo verde.
-¿Te conozco?- dije finalmente, se me hacía familiar. Ella se giró y aun sin comprenderlo, su sonrisa no era de esas típicas que había entre las serpientes. La de ella era tímida, y a la vez segura. No era fría ni sarcástica.
-Si- dijo ella- aunque no debería por qué acordarte de mí- dijo de pronto, se giró completamente- Soy Astoria, Astoria Greengrass- dijo ella ahora sin lágrimas, y con un semblante amigable.
-¡claro! Eres la hermana menor de Daphne- ella me fulmino con la mirada.
-Prefiero que me digan Astoria- dijo de pronto enojada.
-No te enojes mini Greengrass- dije un poco más aliviado, era una de las personas que jamás pretendía encontrar aquí, menos a media noche.
-¡Que me llamo Astoria!- gritó descolocada- ¿acaso te gustaría que te dijera mini Lucius? – Dijo yéndose por la puerta- ¡Y ni se te ocurra contarle a mi hermana que me has visto aquí!- gritó clavándome la mirada, y fulminándome de paso con ella.
Desde ese día supe que ella era diferente. Nadie se había atrevido a gritarme de esa manera, nadie nunca me había dado órdenes. No, porque yo era el príncipe de Slytherin, una constelación, inalcanzable, imperturbable. Pero ella, la castañita había sido capaz de gritarme, retarme con la mirada, y había salido invicta.
Más veces nos encontramos allí. Ella con días malos, y yo con días peores. No era que nos quejáramos ni siquiera hablábamos. Un día, como cualquier otro, después de haber terminado de arreglar el armario, ella me pilló llorando. Era la primera vez que lloraba y para más mala suerte para mí, me habían visto. Creí que se burlaría, que se reiría de mí. Pero no hizo ningún comentario. Ni siquiera se mostró horrorizada por verme llorar, en vez de eso, me tomo de la mano, sin hablar y se sentó en el piso, me indico que yo hiciera lo mismo, y me cogió la cabeza acomodándome en su regazo. No dijo ninguna palabra sino que se dedicó a acariciar mi cabello, en forma de que me calmara. Cuando al fin me calme, y había llorado, ella sonrió tímidamente. Y solo dijo una pequeñas palabras que para mí significaron mucho.
-Siempre que quieras, estaré para ti Malfoy, en silencio y sin preguntas.
Después de esa noche, ocurrió la muerte de Dumbledore, en plena guerra ambos habíamos regresado al castillo, y nuestra "relación" fue cambiando. Nos hicimos amigos, y luego novios. Fue extraño, es extraño aun para mí.
-¡Malfoy!- entraron gritando por la sala común donde ahora me encontraba, era ella, sonreía- ¡Aprobé mis TIMOS!- dijo arrojados a mis brazos, le sonreí- ¿Vamos a la sala de astronomía?- dijo sonriendo, asentí. Ella cogió de mi mano, aún era una niña.
Nos pusimos ver las estrellas, buscando constelaciones. Ella no encontraba ninguna, y yo me las sabía de memoria. Eso era algo que mi madre me había enseñado desde pequeño.
-¡Encontré una!- dijo ella sonriendo.
-¿A si?- dije enarcando una ceja, ella asintió.
-¿Cómo se llama, Draco?- dijo ansiosa mientras me dejaba ver por el telescopio.
- Scorpius- dije mientras le entregaba el telescopio.
-Así se llamara mi primer hijo.
-Nuestro único hijo, Astoria- dije besándole la frente.
-El primero Draco- dijo el frunciendo el ceño- romperé esa maldita tradición en tu familia.
No era la primera que romperíamos, si eso sucedía. Desde ya, habíamos comenzado a romperla. Las mujeres de mi familia debían ser rubias y de ojos frises o azules, para que los rasgos de un Malfoy no se perdieran. Pero, yo era la excepción. Me quedaría con la castaña de ojos verdes, que había comprendido a esta constelación.
ESTÁS LEYENDO
✔✔ Entre estrellas y constelaciones |ONE SHOT| 彡Harry Potter彡
Fiksi PenggemarPertenecer a ciertas familias en el mundo mágico nunca ha sido fácil. Las expectativas de ser un Malfoy, un Black y un Potter siempre han sido altas. ⁂ NO AL PLAGIO NI ADAPTACIONES ⁂