Back to BLACK.

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10 de la mañana. El despertador de Agoney sonaba sin parar, pero la resaca no le daba ningún tipo de tregua. Así que simplemente mandó el móvil al cajón de la mesita de noche y volvió a girarse para dormir un poco más.

A las 11 el teléfono sonó de nuevo. Esta vez era una llamada de Glenda. La rechazó y acto seguido, volvió a cerrar los ojos.

Para cuando por fin pudo despegar las pestañas, el reloj marcaba casi la hora de comer.

Su móvil tenía diversas notificaciones, ninguna de ellas era de "esa persona", así que se metió en la ducha directamente, intentando rememorar la noche anterior, por si el alcohol le había hecho olvidar cualquier cosa, por pequeña que fuera.

El agua limpió su cuerpo, pero su mente se hallaba en un completo caos. No se lo quitaba de la cabeza. Días como aquellos, después de pasar tiempo juntos, solía amanecer a su lado. Era una sensación agridulce, pues sabía que la felicidad les duraría poco y que terminaría yéndose a casa con cara de decepción profunda. Y él lo vería marchar, apoyado en el quicio de la puerta, sin mover un dedo ni articular cualquier palabra que pudiese parar sus pasos. Con un "no volverá a pasar" grabado en su mente, siendo consciente de lo rápido que rompería la promesa en cuanto volviese a tenerlo a menos de cincuenta metros.

Decidió que después de cocinarse cualquier cosa y comer, sería buen momento para repasar notificaciones pendientes y por fin llamar a su hermana.

Resulta que únicamente quería hablar con él, escuchar su voz y verle la carita, "que cuando estás en Madrid parece que estás demasiado ocupado", le decía.

Preguntó por él, y el canario mintió. Siempre preguntaba por él cuando desaparecía, porque ella sabía, ella conocía bien a su hermano pequeño.

–Agoney, a la familia no se le miente -apareció en escena el cuñado del chico negando con la cabeza.

–Ay, ¡déjenme! - se tapaba la cara el crío-. Si ya saben las cosas de antemano no sé para qué preguntan.

–¿Volvieron?

–No, Glenda, no volvimos.

–Pero se vieron.

–Nos vimos -"ojalá no lo hubiésemos hecho", pensó, pero eso no lo verbalizó.

–¿Y?

–Y nada.

–¿Está bien? Bambi lo echa de menos -consiguió sacarle una sonrisa al tinerfeño enseñando a su perrita a la cámara.

–No hablamos mucho -ante los ojos abiertos de su hermana rectificó-. Quiero decir, que no estuvimos hablando mucho rato. Solo... Lo acompañé a casa.

–Ah... ¿Y ya? -Se extrañó la chica.

–Y ya.

Como la cara de su persona favorita del mundo se puso triste, la isleña decidió preguntarle por su inminente single, por los demás amigos que estaban por la capital, contarle como le había ido a Bambi en el veterinario el día anterior...Todo lo que volviera a hacerle sonreír, pues se sentía culpable por haber hurgado en cierto tema.

Al despedirse, parecía que había conseguido su objetivo y Agoney volvía a irradiar luz.



4 de la tarde. Raoul volvía a ser persona después de unas horas desde que era consciente de en qué día estaba. No le dolía nada, y la cabeza dejó de retumbarle en cuanto el agua se deslizó por su espalda. Pero fue justo en ese instante cuando empezó a dolerle el pecho, no de una forma física, sino más bien emocional. Los recuerdos de la noche anterior le golpearon de pronto, notando en su piel el tacto del otro.

Me Quedo [Ragoney]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora