Capitulo 4

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He estado todo el día afuera. Es tarde, son más de las diez de la noche. Debería dormirme. Hoy salí en la mañana, porque tuve clases en el colegio con mi maestra. Es sábado en la noche y yo aprestándome para dormir temprano. Quien lo iba a decir.

Al llegar comí algo.Ahora me encuentro tirado en la cama viendo videos en YouTube. Acabo de perder media hora de mi vida viendo a un youtuber tragarse una sandia entera. Lo hizo en un minuto, el resto del tiempo fue relleno barato. Una vez me juramenté no ver más videos de youtubers, pero caigo como un necio. Debería estar haciendo algo más provechoso. En eso, recuerdo el facebook de la maestra, lo abro de inmediato. Tengo pavor, mi corazón late a mil por segundos. No quiero saber que no me ha aceptado como amigo. Eso arruinaría mi existencia. No quiero sonar alarmista, pero algo así sería lo que sentiría. Reviso si tengo una notificación. La tengo. Mi corazón palpita más de prisa. Reviso y leo.

Maritza es tu nueva amiga.

Salto en la cama. Parezco un niño pequeño que brinca de alegría. Estoy inmensamente feliz. Hasta me olvido de la tontera que vi en YouTube. Le escribiré.

—Hola maestra, gracias por aceptarme como su amigo.

Envío el mensaje. Debí haber puesto una carita feliz. Me arrepiento al segundo de mi idea. Me vería como un niño, y no quiero que me vea como un niño, sino como un hombre hecho y derecho.

Me encantaría que me escribiera. Me volaría la cabeza si lo hiciera. Aguardo. Miro con ansiedad el chat del facebook. No ha revisado lo que le envié. Eso me hace sentir triste. En fin, quizás mañana lo vea, total, mañana es domingo, tendrá tiempo para fijarse en quien le ha enviado un mensaje. Voy a apagar mi teléfono para dormir. Pero en eso, la veo en línea. No lo puedo creer, me emociono.

—Que lea mi mensaje. —digo en voz alta, como si estuviera recitando una plegaria vudú. Lo está leyendo. No puedo creer mi suerte. A continuación, me responde.

—Hola alumno favorito. Feliz de tenerte como mí amigo en el facebook.

—Hola maestra. —escribo de prisa, debo aprovechar este milagro.

—Hola Arturo, ¿como estás?

—Bien mi maestra favorita. Yo también estoy feliz de tenerla como amiga por acá.

—Me alegro. Cualquier duda de matemáticas me la puedes hacer por este lugar.

—Muchas gracias. Es usted la mejor maestra del mundo.

—Tan adulador que salió mi alumno favorito.

—Tengo motivos para serlo.

—Me vas a hacer sonrojar.

—Debe verse muy linda sonrojada.

—¿Tu crees?

—No lo creo, estoy seguro. Hasta haciendo morisqueta, usted se ve hermosa.

—Ja jaja. —escribe. —Nunca he conocido a alguien tan adulador como tú.

—Y podría ser peor.

—¿Más adulador todavía?

—Sí, pruébeme.

—¿Cómo?

—Sí la pudiera ver ahora mismo, no guardaría halago alguno hacia usted.

—Así.

—Sí. Hasta inventaría nuevos halagos.

—¿Nuevos halagos?

—Y en el idioma que quiera.

—Eres un fresco. De seguro varias jóvenes de tu edad, han caigo con tus travesuras.

Mi nueva maestraWhere stories live. Discover now