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Tengo este enorme vibrador que llamé el Sr. Rosa. Es de 33 cm de largo y me ha hecho chorrear muchas veces si lo
atasco y toco mi cerviz, masturbándome profunda y duramente. He tenido muchas horas divertidas con el Sr. Rosa cuando mis padres no estaban en casa. Incluso aunque el Sr. Rosa es divertido, nada vence a una polla real. Es dura, pero flexible al mismo tiempo. Además, adoro
cuando los hombres me foll** tan profundamente que puedo sentir sus bolas presionando contra mi clítoris. La manera en que su vello púbico pincha la contra piel desnuda y sensitiva que puede hacerme correr y correr.
El Sr. Grey hace un ruido en su garganta.
—Rosada y linda —Me dice. Mi corazón se hincha con orgullo. De acuerdo, mi coño también.
Frota los labios de mi sexo con sus dedos antes de bajar su cabeza y lamerme, su lengua viajando del agujero al clítoris. Dulce Dios. Lo que hizo envía un alto octanaje de lujuria a través de mí. Maúllo como una gatita mientras me come como un profesional. Sin prisas, realmente tomándose su dulce tiempo como si estuviera saboreando fruta prohibida y madura. Mordisquea, chupa, lame y magulla los labios de mi sexo
con sus dientes. Tirando. Pellizcando. Probando.
Saboreando y sacando más de mi jugo de mi co**. No me importa. Me gusta un poco de dolor. Su lengua está en todas partes. Sobre mi clítoris. Sobre mi apertura. En mi interior. Dios.
Estoy delirante. El placer es increíble y enredo mis muslos alrededor de su cabeza mientras me aseguro en la esquina del fregadero con una mano. Me lleva incluso más lejos. No puedo creer que su lengua pueda llegar así de
profundo, pero no voy a quejarme. Incrementa su ritmo, dándome todo lo que necesito y estoy elevándome más, el placer derramándose a través de mí. Y solo sigue subiendo, mi cuerpo estremeciéndose con cada respiro, eléxtasis llegando más. Incrementa su ritmo, la lengua
trabajando me más duro y dándome más.
—Estoy cerca.
Tararea contra mi clítoris, las vibraciones viajan a través de mí y mis nervios se encienten, empujándome sobre el borde hasta que estoy corriéndome, gritando su nombre. No, no solo su nombre. Su primer nombre sale de mis
labios.
—¡Christian!
El Sr. Grey gruñe contra mi co** lamido
continuando, folla*** me hasta que me corro una segunda
vez, mi cuerpo estremeciéndose y temblando con placer.
Lame mi co**, y mis jugos cubren su cara.
—Christian —Sollozo—. Oh, Christian.
Lanza su lengua contra la capucha de mi clítoris.
—Te gusta. —Su voz es brusca, sexy y necesitada—. Pequeña zorra sucia

El mejor amigo de mi papi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora