Segunda Parte

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-¡Serena, apresúrate con un demonio, llegaremos tarde a la universidad! -gritaba Rei frente al departamento de su amiga, mientras daba constantes bocinazos.

-¡Ya Rei! ¡Ya voy! -gritó Serena desde la ventana.

Debo dejarte Darien, pero cuando llegue a la universidad te escribo de vuelta.

Tecleó Serena en su laptop, la apagó y salió de su departamento para llegar hasta su amiga.

-Por una vez ¡deja ése computador y alístate rápido! O perderemos siempre los mejores lugares en el estacionamiento -la regañaba Rei por el camino.

-Ya, cálmate quieres... Hace mucho que no se nada de él, no voy a desaprovechar que Darien me envíe mensajes.

A Serena le irritaba que Rei siempre quiera arruinar la alegría que le daba leer los mensajes de Darien.

Pero sabía que no lo hacía con mala intención, pues sólo se preocupaba por ella y por eso era su mejor amiga.

Por su parte Darien se alistaba en el aeropuerto para tomar su vuelo, por fin había llegado el día en que regresaba a Japón, por fin volvería a ver a Serena y ésta vez no descansaría hasta decirle lo que siente por ella.

-Pasajeros del vuelo a Japón favor abordar por la puerta 77 para poder despegar, pasajeros del vuelo a Japón favor abordar por la puerta 77 -decía la voz por el megáfono.

Darien tomó su pequeña maleta y se dirigió a la puerta 77, entregó su boleto, se adentró por el pasillo y subió al avión.

-Por fin volveré a verte Serena -susurró mientras se acomodaba en su asiento y se abrochaba el cinturón.

Serena estaba pendiente de su teléfono, no había recibido ningún mensaje de Darien desde hacía horas, pero supuso que ya había tomado su vuelo y que mañana apenas llegase recibiría un mensaje suyo.

Esa noche no durmió, sólo daba vueltas y vueltas imaginándose como sería cuando se encontrase con él, incluso se atormentó con que atuendo se pondría para poder verse bien para su gran amor.

Estaba decidida a conquistarlo, decidida a decirle lo que siente por él desde hace tanto tiempo, a poder estar en sus brazos y sentir su aliento en su rostro como tantas veces se imaginó.

Estaba decidida a conquistarlo, decidida a decirle lo que siente por él desde hace tanto tiempo, a poder estar en sus brazos y sentir su aliento en su rostro como tantas veces se imaginó

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Al día siguiente Serena estaba completamente nerviosa, corriendo para todos lados, buscando que ponerse, como peinarse y maquillarse. No quería estar con greñas feas para cuando llegara la hora de ver a Darien.

El moreno bajó del avión y divisó a lo lejos a sus hermanas. Fue junto a ellas y las abrazó. Pararon un taxi y se dirigieron a casa a sus abuelos, en el camino no resistió y envió un mensaje a Serena diciéndole que había llegado y que la quería ver lo más pronto posible.

A Serena se le paró el corazón y volvió a latir alocadamente al leer el mensaje de Darien... el llegó, y quería verla lo más rápido posible. ¿Podría ser mejor?

Yo también quiero verte, dime cuando y dónde, y estaré allí.

Fue la respuesta que apenas pudo escribir, pues temblaba de la emoción.

De acuerdo ¿que te parece sí nos vemos en la cafetería que está en el centro de la ciudad en unas horas?

La prisa era notable ¿verdad? Pero a quien le importaba si se notaba ansioso, se decía el moreno mientras veía que ponerse.

Bien, nos vemos entonces.

Fue la respuesta que Serena le dió. Y a Darien no pudo alegrarle más aquello. Se bañó y se arregló con premura, se disculpó con sus hermanas y sus abuelos, ver a Serena era algo que debía hacer lo antes posible.

Serena no podía creer que en unos minutos Darien entraría por la puerta, mantenía la vista fija en la entrada y de repente lo vió entrando, con ése porte sensual que lo caracterizaba y su andar despreocupado. Sintió que el corazón se le saldría del pecho y lo único que se le ocurrió fue agachar la mirada.

El piso no era muy llamativo pero al menos podría ocultar el rubor de sus mejillas y fue cuando vio unos zapatos negros, subió la mirada y encontró unos pantalones grises, para toparse luego con un torso cubierto con una camisa blanca y un rostro con una hermosa sonrisa.

-Hola ¿como estás, no te hice esperar mucho? -sondeó Darien sólo por decir algo, estaba tan nervioso por tenerla al fin frente suyo.

-Hola, estoy bien -murmuró la chica con una sonrisa- y no, no espere mucho.

El moreno se sentó frente a ella y un mesero se acercó a tomarles la orden, los dos ordenaron un jugo y el mesero al rato llegó con las bebidas.

-¿Qué tal fue el viaje? -fue lo único que se le ocurrió decir a Serena, que los dos fueran tan tímidos no ayudaba mucho.

-Fue asombroso, conocí muchos lugares, pero al año ya me aburrí.

-Yo ni siquiera conozco todo Japón y tú ya has ido a Estados Unidos.

-Tal vez, alguna vez te lleve conmigo -dijo sin pensar el moreno.

-Eso me lo hubieras dicho antes -respondió Serena sin prestar atención a lo que decía.

-¿Sabes? siempre pensaba en ti y en aquellos días que pasamos juntos en la secundaria. -mencionó Darien de repente.

-Yo también -confesó Serena ruborizada- nunca te olvidé.

-¿En verdad? -curioseó el moreno

Serena asintió frenéticamente y eso hizo que el joven sonriera. Era tan tierna y adorable

-¿Recuerdas ése día que fuimos a aquel parque con los chicos? -preguntó sonriendo.

Serena asintió un poco abochornada, jamás olvidó aquel día pues los chicos insistieron tanto en que Darien la besara. Y eso pasó, el moreno la besó y jamás pudo olvidar sus labios.

-Lo recuerdo -murmuró y lo miró a los ojos sonrojada- aquel día, nos besamos. Fue mi primer beso.

Darien se sorprendió ante aquello, no sabía que él había sido su primer beso.

-¿En serio?

-Sí... -respondió agachando la mirada, no podría confesarle lo que sentía si lo miraba- Fuiste... una especie de, primer amor. Y el primero en besarme, así que... podría decirse que eres muy importante para mí.

A esas alturas, el corazón de Darien estaba danzando en su pecho.

-¿Yo te gustaba? ¿También te gustaba? -sondeó con cautela, Serena asintió sin mirarlo, estaba magullando la tela de sus jeans azules de los nervios.

El joven se pasó una mano por el cabello y sonrió, que tonto fue al no animarse a acercarse más a ella en aquel entonces. Pero no volvería a cometer el mismo error. Ésta vez no.

Se levantó de su lugar y se acomodó al lado de la chica, ella lo miró abochornada sin entender lo que hacía. La miró a los ojos y tomó unos cabellos en sus dedos.

-Tú también me gustabas -confesó con una sonrisa de lado, sonrojado. -bastante de hecho.

Serena parpadeó atónita, él sentía lo mismo por ella pero, ¿aún lo hacía? Solo atinó a sonreírle apenada, había creído por años que solo la vio como una amiga.

Siguieron hablando sobre el viaje de Darien y Serena le contó sobre sus estudios, cuando llegó la hora de despedirse, el joven se ofreció a llevar a Serena a su casa. No dejaría pasar esa noche sin decirle lo que sentía por ella.

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