Recopilación de escritos basados en la cotidianidad y perversión humana. Contenido +18 del universo Miraculous Ladybug.
▪️ Los personajes pertenecen a Thomas Astruc y Zag.
▪️ Prohibida copia de los one-shots.
▪️ Dejad su sugerencia de pareja en...
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Ya no importaba que estuviera a plena a luz del día o en horarios de oficina. Lo deseaba y ya no sabía cuanto más podría guardarlo. Lo veía todos los días y eso incremento aún más el sentimiento que le oprimía el corazón, Gabriel frecuentaba a mucho más la empresa, cosa que la sorprendió pero no le disgustaba.
Había empezado a sentir ese deseo desde hace unos meses cuando ambos se encontraban en su casa y empezaron a hablar de sus diseños y su contrato con la empresa. Alabó sus diseños, y le ofreció un empleo como diseñadora en Gabriel's. Ella claramente se emocionó y le agradeció con un abrazo, un abrazo que sintió más cálido de lo que debía. Y así, inconscientemente había caído en la trampa de enamorarse de su jefe, día a día viéndolo ir y venir, intercambiando unos cuantos "buenos días". Esos saludos que le llenaban el corazón de tan solo oírlos.
Siempre habían sentido una gran admiración a él. Una admiración por que la ayudo y siempre creyó en su potencial, esa admiración que poco a poco empezó a convertirse en otra cosa.
Sus excusas para ir a la Mansión Agreste habían cambiado de destinatario, ya no quería ver a Adrien sino a Gabriel.
Y lo lograría, presentía que ese era el día en donde de una vez por todas el le haga caso.
Espero a que se quedara solo en su oficina. Se sentía impaciente y ansiosa, impaciente porque aquellos hombres no dejaban de hablar y hablar y eso la desesperaba, quería morderse las uñas de la ansiedad, pero ya había dejado ese vicio de lejos y no volvería a el por algo tan simple.
Casi se caía de su silla cuando por fin vio que aquellos tres hombres salían de la oficina de el magnate de la moda.
Si oportunidad de entrar se vio obstruida por Nathalie que se apresuró en entrar. Tuvo que resignarse a esperar un poco.
Par así suerte no tuvo que esperar más que unos cuantos minutos para que aquella mujer de mechón rojo saliera. Se apresuró en ir a su oficina y una vez dentro cerro la puerta y lo. Vio levantar la mirada de su tablet.