cap.1

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Domingo 11 de junio de 1972

La lluvia ha sido testigo de momentos atroces de la historia, de debilidad y angustia, desconcierto y terror, es algo contradictorio que un regalo que nos da la naturaleza sea asociado con muerte, cada embrujadas, días de dolor y tristeza, cuando es todo lo contrario, camino en la senda pedregosa del parque  con Mayela mientras la lluvia nos empapa no hacemos nada, simplemente caminamos en la madrugada, mientras un vendaval arrecia con fervor el aire lleno de horas frias, no nos importa y a mi menos, tome sus manos hace poco tiempo temblaban de nerviosismo, mi corazón palpita embobado por el dulce roce de sus dedos, mi mente sólo la vé danzando en la inmensidad de la bruma, imvitandome a habitar en el silencio de su boca.

Pero no me atrevo.

Ella es como el bien más preciado, como un secreto íntimo, como la risa y todo lo agradable, observó mi vestimenta, el agua que cae del cielo ha hecho que se enjuague la sangre y Mayela con su acostumbrado vestido gris parece una diosa de la venganza, con el agua limpiando su vestido salpicado con manchas rojas, ella me sonrie, y mi corazón se enagena,  la mano me empieza a temblar y un débil hilo de mi voz sale disparado con un secreto imposible de develar.

Nos acercamos a un pequeño techo que está en una parada de autobus, después de unos minutos tomo el valor para decirle la verdad.

En un impulso acerco  mi rostro su oreja, y cuando siento el estremeciento que la recorre y mi alma grita hambrienta.

-.Te amo, Yela -Tartamudeo en un susurro, sus ojos se tornan brillantes, no sé cómo me ha escuchado, pero ella lo ha hecho, se ha volteado hacia mi y me ha besado.

Mi cuerpo tiembla, tomo su nuca y mi nerviosismo se hace evidente, una corriente de placer corre por mi alma y cuerpo, ya sé donde quiero estar toda la vida. En los brazos de Mayela.

Besos humedos, un abrazo apretado y excitante como recuerdo que la mayoría de los seres humanos deseamos que nos tomen igual, empiezo a respirar muy fuerte mientras ella besa todo mi rostro, no tengo mucha experiencia en esto, así que sólo me dejo amar, la lluvia ahoga el sonido que sale de mis labios.

Ella de pronto se detiene como si la detuviera el viento, como si no me tuviera a sus pies, siento un frío en mi interior, vuelveme a amar, abrazarme otra vez.

Hago el intento de volver a abrazarla pero no puedo, ella me lo impide, y recuerdo la primera vez que nos conocimos, era una noche lluviosa, estaba en la tumba de mi madre, había cumplido tres años de fallecimiento y en ese momento me encontraba arrodillado en su tumba llorando, un paraguas se posó encima de mi, y una chica blanca como la nieve, refrescante como el rocío me abrazó y acogió cuando sollozaba, Mayela, la muñeca de porcelana.

Ella se separó de mi hundiendo su dedo en mis labios, el roce me dejó estupefacto, y me apartó de ella.

Estaba un poco molesta conmigo, pero no podía hacer lo que ella queria, me habia pedido matar un hombre pero simplemente no podia, la sangre procedía de una puñalada que ella le había dado, hace unas horas habíamos  estado  en un claro del parque cuando un hombre nos asaltó era un hombre de color, sus ojos me daban desprecio, había lastimado a Mayela cuando la empujó porque sí.

La rabia se apoderó de mi, lo golpee hasta que mis nudillos quedaron destrozados, pero no lo podía matar, pues no era un asesino, pero ella tomó un cuchillo y lo penetró en su pecho el desconcierto reinó en mi corazón al ver que ella está sedienta de sangre, pero lo turbio fue que me sentí bien, la felicidad irrumpió, me sentía bien,  casi exaltado
Estoy loco, pero ella me inducia a volar en la locura, a ser yo, sentirme pleno, y no hundirme en la depresión y angustia de no tener a quien amar.

Ivanok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora