El viento era inmerso y acorralaba la obsesión de mi entorno por perjudicarme y hacerme sentir mal.
Era tanta su potencia que después de mucho, había ruido en la casa.
Sin embargo, no bastaba.
Porque en estos momentos ni la mayor ventisca ni el más sigiloso aliento me hará volar todo lo que ocurre en mi mente, corazón y alma.
Hace unos meses, mi madre contrajo un virus que se había estado propagando en el hospital en el que trabajaba; muriendo en su posesión. Este virus atacaba y degradaba a las personas con un sistema inmunológico muy débil.
Ella con tanto quehacer en su trabajo no se cuidaba, provocando que nuevamente una infección me arrebatara lo más puro en mi vida, lo más real en mi vida.
Marcándolo bien, lo único en ella.
La primera vez que tuve un arranque similar, fue una gripe en el kinder que hizo alejar a todos de mí durante los tres años restantes, incluyendo al que pensaba mi mejor amigo en el inicio.
Lo cual fue, y es tan patético como presente.
Yo ya no creo en la estabilidad.
Por eso es que no estoy tan quebrado ahora.
Porque ya nisiquiera tengo raíces.Mi papá se había alejado de mi difunta madre y de mí muchos años atrás; por lo que fuera de hacer por buscarlo, solo me quedé con el respaldo de mi primo mayor.
Y con él tampoco existe algo sano.
En realidad, asimilar cada tos de mi madre antes de que partiera es igual a comprender cada trago de saliva o lágrimas mías ahora.
Porque perdí mucho sentido.
Porque el sentido me perdió.
Y ni él ni nada parece buscarme.
¿Justifico mi pérdida para ser tan infeliz? No realmente. Porque puedo agradecer una segura ventaja con millones; sin embargo eso no debería de obligarme a resignarme y por un momento podría, en lugar de pensar que hay cosas peores, creer que hay mejores.
Actualmente, estoy cursando mi segundo año de preparatoria, planeo conseguir un trabajo pronto y empeñarme a levantarme de donde estoy tan enterrado.
Mi madre quería lo mejor para mí, y aunque yo no lo fui para ella, quiero serlo para lo que me quede por pasar en su ausencia.
¿Motivación? Ficticia y ridículamente consoladora.
Necesitaba hacer unos cambios; y si bien no poder pasar de página, comenzar a escribir en otro libro.
Tenía la intención de incluso cambiar de rutina para la preparatoria; tratar de alterar mi entorno por mi cuenta sería el inicio. Tomaría el camino largo; aquél que se apegaba al parque y que me permitiera meditar inspirándome de mis alrededores.
¿Para qué?
Si solo cambio mi actitud no funcionará, yo no funcionaré.
Soy del tipo de persona que si no limpia la mesa por completo no come, si no limpia su cuarto por completo no duerme, si no limpia su vida por completo no vive.
Respecto al tema de mi primo SooHon es más una descuidada atención que si bien no estoy ni en edad ni en la cercanía de exigir; me hace sentir muy solo.
Y en la escuela nada se alivia.
Tengo un amigo, su nombre es Park JiMin y él es toda mi reconfortación, en lo que podría decir.
Lamentablemente él vive muy lejos y falta constantemente. Cuando lo hace, es de lo peor.
Siempre me pide perdón pero yo le pido en cambio que reste importancia. Trato de ser el mejor amigo con la esperanza remota de mi agotado cuerpo de que no me abandone.
No importa qué tanto esté para mí, mi condición solo pide una simple estadía.
¿En qué punto llegué a ser tan miserable?
¿En qué punto llegaré a dejar de serlo?
Salí de casa, con la mochila en mis hombros y el audífono con la 'R' marcada en mi oído izquierdo reproduciendo la canción de siempre.
La cambiaré.