.°• Stockholm Syndrome •°. || Twenty One Pilots

I.

Sonó la campana, aquella que era amada por todos los allí presentes, esa que significaba el fin de la jornada escolar.

Tyler Joseph, un chico de 17 años, ya casi los 18, salía de su aula, junto con una de las más hermosas chicas, y una de sus más grandes amigas, Jenna Black.

Hablaban de cualquier idiotez, parecian niños apenas entrando en la pubertad, un humor bastante infantil y verde a la vez, pero, llegando a ser gracioso.

Salieron de aquella 'cárcel', comenzando a dirigirse a sus respectivos hogares, puesto a que quedaban bastante lejos uno del otro, apenas pasando una cuadra tuvieron que despedirse.

Tyler comenzó a caminar hacia su casa, en su mente sólo estaban presentes todos los deberes y exámenes para el siguiente día, esa noche no iba a cerrar ni un puñetero ojo.

Joseph caminaba bajo la luz del caliente sol, tenía la cara en alto y su poscisión era totalmente recta y firme, cómo si su autoestima estuviera sobre los cielos, lo cual era totalmente erróneo y contradiciente; su aspecto, su forma de pensar, los comentarios que recibía de algunos compañeros de clase le afectaban, aunque intentara demostrar todo lo contrario.

Caminando por la calles se encontró con un restaurante muy especial para él, había olvidado que su novio, Josh, lo había invitado aquel día para ir a comer algo, no era de lo más elegante, pero para Tyler era uno de los mejores regalos para su primer aniversario.

Pasó en frente de este, el olor era increíble, y el terminal hambre que sentía le impidió seguir avanzando para al menos darse una ducha en su casa, para entrar en aquel sitio lleno de comida notablemente exquisita.

Una vez dentro, buscó con su mirada un cabello rojo gastado, el cual, al encontrarlo, caminó a paso rápido hasta esa mesa de dos.

Se sentó en la silla vacía frente a su amado, Josh tenía unas rosas en su mano, la cual estiró para regalarcelas y dar su primer regalo de aquella fespecial.

Por el lado del castaño, núnca, en su asquerosa vida, se había imaginado recibir cómo regalo flores, especialmente de su color favorito, celeste.

La camarera llegó hasta su mesa, tomó el pedido de los dos, y, acto seguido, se fué para que la comida comenzara a realizarse.

Los ojos de Joseph no se podian apartar del mayor, tenía una estupenda figura, ojos radianres, labios carnosos, a los ojos del castaño, Josh era perfecto.

- Joder, ¿tan bueno estoy? - esa voz tan gruesa pero tan atractiva captó inmediatamente la atención de Tyler, el cual, simplemente sonrió, le hizo gracia aquel comentario.

- Sinceramente, sí - respondió con algo de picardía.

Los tacos sin tomate de Joseph y las quesadillas de Josh arribaron la mesa, todo se veía tan provocativo, que, como dicen algunas personas, estaba para chuparse los dedos.

Los minutos pasaban tan rápido que sin darse cuenta, ya comenzaba a anochecer.

- Ty, creo que ya tenemos la suficiente confianza, así que si no te importaría, quiero que me acompañes a un lugar muy especial para mi.

- Sí, ¡claro! - respondió sintiendose especial.

Se esbozó una sonrisa en los labios de Josh, pero no era una normal, tenía algo macabro dentro de aquella sonrisa, algo que a Tyler le ponía tenso y le incomodaba instantaneamente.

***

- Te amo, madre - dijo Tyler para después colgar la llamada; estaban recostados sobre el césped de un parque, bajo las estrellas, uno al lado del otro, cuando la llamada se colgó, el menor volteó a mirar a Josh -. S-si me dejó, raro en ella, pero mis padres ya te conocen muy bien, así que vamos hacía ese lugar - dijo sonriente.

Josh tomó la mano de Tyler y se dirigió a su auto, el pelirojo comenzó a conducir hacía el lugar que Joseph esperaba con ansias.

La oscuridad del cielo nocturno provocó que Tyler quedara profundamente dormido en el asiento del copiloto, ya habían llegado al destino, pero Josh no quizo interrumpir el sueño de su "novio", ese iba a ser uno de los pocos que tendría próximamente.

- Que inocente eres, Ty, pronto te arrepentiras de haber accedido venir conmigo - dijo acariciando la mejilla del menor, su mano comenzó a subir hasta el suave cabello que Tyler tenía.

Volvió su mirada hacía adelante poniendo una mano en sus bolsillos, sacó una llave, abrió la puerta del coche y se dirigió a esa puerta tan blanca pero con bastante suciedad, introdujo aquella llave, la giró con algo de dificultad hasta que la puerta logró abrir.

Josh entró a aquella casa de dos pisos, se veía algo pequeña por fuera, pero era gigante por dentro; a Josh, el estar en esa residencia, le traía bastantes recuerdos, sobretodo de su ya difunto padre.

***

El menor despertó, y de inmediato sintió cómo el calor de aquella zona lo recorría por completo, el auto estaba quieto y no había conductor, lo que sugnificaba que ya habían llegado, Tyler sonrió al recordar que estaba en un lugar muy especial para su querido novio.

Miró a todos lados analizando el lugar donde se encontraba, no habían más casas o residencoal alrededor, nisiquiera se veian personas caminando. Ya era muy incómodo estar tanto tiempo sentado en un carro, vió la siluta de Josh recostada sobre la parte trasera del auto, estaba fumando.

- J-josh - dijo en voz no tan alta, a lo que agradeció que el mayor lo haya escuchado.

- Ty, ¡por fín te levantaste! Pequeño dormilón - le dijo para que a tyler se le formara una gran sonrisa en sus dulces labios -. Ven, sal del auto - ordenó Josh a lo que Tyler obedeció como sumiso.

Tyler salió de ese pequeño auto, estaban frente una casa amarilla pastel, la verdad, no estaba del todo mal, ya que por un lado, ese color representa la felicidad, la alegría y el optimismo, pero por el otro lado, representaba los celos, envidia y algunas enfermedades.

Tyler volteó a ver a Josh, se le veía emocionado, cualquiera diría que era normal, le estaba mostrando un apreciado lugar a su novio, pero no, sostenía una sonrisa tétrica en su rostro, Tyler podía asegurar que núnca había visto aquella expresión en su rostro, cosa que hizo que la duda aumentara y el miedo apareciera.

Esa sonrisa no le daba buena espina.