Odiarse. Imposible. ¿Amarse? ¿A uno mismo o a otro? Si el espejo no concuerda conmigo. Ya no nos parecemos.
Entre los agrietados labios, despellejados y sangrantes, entre los ojos tristes y la cicatriz de lágrima bajo mi ojo, me he perdido. Entre las marcas de sonrisa y las arrugas en la nariz por el disgusto, se perdió una niña que no he podido encontrar.
No me miro en el espejo, esa no soy yo.
Porque la imagen no muestra lo que es. Muestra lo que no soy. Entre las heridas y maltratos, se ve el qué, el arma homicida a una infancia que nunca pude merecer.
Entre los labios rotos, que sangran cada vez que los araño y los muerdo, quedó la niña.
La encontraron muerta en mis ojos, se quedó atrapada entre mis pestañas y ya nunca pudo escapar.
Nunca supe si el llanto era mío o de la prisionera.
Si me veo al espejo veo la muerte, veo el tiempo correr hacia un inmenso precipicio del que no sé y nunca sabré nada. Veo mis días pasar mientras veo como el reflejo se lleva lo que soy, o lo que fui, termina siendo lo mismo.
Al final del día, en silencio, me gusta verme, me gusta ver esa niña pérdida que aún se observa en las marcas de sonrisas. Es como un ritual. Debes ser breve. Sólo por unos segundos la puedes ver cantando en su ocular prisión. Nunca hables, es la regla. Al hablar se rompe el hechizo. El espejo vuelve a matarla y a dejar sólo las sombras.
Entre mis magulladas piernas, casi sin sensibilidad ya, entre mi vientre infértil y mis piernas rotas, se verá siempre las marcas de la muerte de una niña y las sombras de una mujer.
No es que odie al espejo, por eso. Si sólo por unos segundos vuelvo a estar con ella, me doy por satisfecha.
El problema nunca fue la imagen, sino yo.
Que entre las rotas baldosas de un baño acallado, entre la esquina más oscura del baño y el espejo, estoy atrapada.
El problema no fue, darme cuenta que ya no soy ni seré lo que se supone que debo ser. El problema fue ver el tiempo correr y verme morir día a día frente al espejo.
El problema es verme y no mirar. Porque quien se ve, con los labios rotos, la sonrisa pérdida y el cadáver de una princesa en los ojos... No soy yo.
Un falso recuerdo de lo que fui y seré, pero no de lo que soy.
Si me quedo atrapada, si el tiempo me consume y se lleva lo que soy, si yo luego soy la prisionera; no me rescaten. Al final, siempre seré los segundos en silencio, de la sombra que soy.
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Censored
Short StoryTe había jurado no hablar. Lo prometo, lo iba a cumplir. Pero antes de darme cuenta, ya lo había escrito todo. No es que quisiera contarle al mundo, te lo aseguro, es sólo que no podía conseguir que los personajes se quedaran callados. Estaban ahí s...