Anoche soñé

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Una vez soñé con asesinar a un hombre. Soñé con atarlo a una silla fuertemente, hasta que se le quemará la piel y se le cortara la circulación. Soñé con humillarlo, con tener el placer de tenerlo impotente frente a mí, con que me gritara por clemencia y yo sólo me riera.

Hay algo curioso en ser mujer. Hay algo curioso en ser débil. Nadie se espera que seamos quienes empuñemos el arma homicida.

Soñé que le cantaba canciones de cuna, mientras le clavaba cuchillos y lo despellejaba. Soñé que su sangre caliente me manchaba la cara y se mezclaba con su cada vez más frio cuerpo. Soñé que me reía mientras extendía la tortura por días, semanas. Él no salía de la habitación y yo tampoco.

Soñé que lloraba y lo culpaba.

Soñé con lo curioso que era que le hablaba al hombre, mientras él se retorcía, yo le contaba mis sueños y expectativas.

Soñé con lo agresiva que podía ser apuñalarlo una y otra vez en el brazo, sólo para luego tratar la hemorragia y disculparme. Soné que me reía y cantaba, lloraba y gritaba.

Un día desperté con los puños cerrados, las uñas enterradas en mis manos y las sábanas manchadas en sangre.  

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