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Keith entró a su salón bastante temprano, como le era costumbre. Amaba llegar cuando casi ni habían molestos deportistas en los pasillos del instituto, o las pesadas porristas que buscaban coquetear con él.

Sí, odiaba todo lo que hiciera deporte en su instituto. Bueno, no todo, la única excepción a la regla eran los chicos de natación, pero ellos pasaban casi tan desapercibidos —a excepción de sus amigos— que ni los notaba.

A unos cuantos pasos de su lugar habitual, notó que sobre la mesa había una lata de su bebida favorita. Con sus orbes violáceas galácticas brillando cuál estrellas completo el recorrido y dejó su bolso a un lado, corriendo la silla y apreciando aún el envase.

Espero que lo disfrutes, Keith ;)
–L

Movió el post-it azul entre sus manos, jugueteando con el borde de la lata.

¿Quién habría tenido aquel detalle tan bello con él? Se preguntaba mientras bebía el contenido encantado.

En su mano derecha se encontraba el libro que estaba leyendo aquella semana, a pedido de su hermana Acxa, y en la izquierda la lata.

— Hey, Greñas, temprano como siempre —el moreno atravesó la puerta con su radiante sonrisa habitual, en su espalda se encontraba el estuche de su guitarra y pegaso al muslo derecho su bolso con las cosas de la escuela.

— Hola, Lance —la sonrisa del chico hizo revolotear el corazón del cubano, quién como siempre se sentó un puesto frente a Kogane y se volteó para verlo leer.

Su rutina matutina era así, y ambos lo amaban, más porque cuando Lance descansaba su cabeza en la mesa del azabache, él acariciaba sus castañas hebras con las puntas de sus pálidos y delgados dedos.

Coca-cola [Klance]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora