-Dean... -Tessa se incorporó en la cama, deslizándose dentro de una camiseta del cazador que encontró tirada por allí al lado.- ¿Qué se supone que tenemos que hacer ahora? Quiero decir... si dependiera de mí, podríamos quedarnos así para siempre, pero... Ya sabes, esto no puede ser. Pertenecemos a mundos diferentes.
Él la miró con cierto atisbo de tristeza; el peor miedo que tenía la otra noche, que ella se fuera al amanecer, parecía apunto de cumplirse. Lo entendía y lo había tenido presente en casi todo momento, pero no podía dejarla ir, no quería. Sin embargo, no sabía qué hacer. Si le decía lo que acababa de descubrir que sentía por ella seguramente saldría corriendo, asustada. "Que hayamos pasado una noche juntos no tiene por qué significar nada", se dice a sí mismo. Claro que no, él bien lo sabía. Ahora entendía muy bien cómo debían de sentirse muchas de las chicas a las que él había abandonado en una cama de motel en mitad de una noche fría o en cuanto los primeros rayos de sol atravesaban las cortinas.
-Lo... entiendo, creo. Ha sido algo especial, pero supongo que ya está, no tenemos ningún futuro en común.
Le dolía más de lo que pudiera haber imaginado. Había conocido muchas clases de dolor, tanto físico como psicológico, pero aquel pertenecía a una nueva clase de dolor. Algo que nunca antes había sentido, y que incluso en cierto punto era agradable, porque tenía que ver con ella.
Tessa había conseguido llenarle con unos cuantos actos de cariño y afecto gran parte del vacío que se había adueñado de su vida durante semanas, e incluso meses. Y ahora iba a volver a irse... Y la próxima vez que se vieran, sería porque habría muerto. Un nudo empezó a formarse en su estómago y poco a poco se abrió paso hasta su garganta. Las palabras no conseguían salir, quería decirle tantas cosas y a la vez ninguna.
Ella se puso de pie y le dio un beso en la mejilla antes de dirigirse al baño, no sin antes dedicarle unas cuantas miradas lascivas y sonrisas cómplices en su camino. Abrió el grifo de la ducha, dejó correr el agua para que calentase lo suficiente y, cuando estuvo en la temperatura perfecta, se deshizo de la camiseta de Dean, que la llegaba justo por encima de las rodillas, y entró en la ducha.
Cerró los ojos mientras las gotas de agua caían en cascada, tratando de despejar su mente y así poder sacar algo en claro. No tenía ni idea de qué hacer, o más bien, de qué quería hacer. En cuanto saliera de aquel baño debería despedirse de Dean hasta que volviera a llegarle el momento. Debería empezar a pensar en alguna buena excusa por la que se había vuelto a escapar una vez más, Muerte se enfadaría si se enteraba de lo que había pasado aquella noche, en aquel motel. Debería quedar irse y dejar que el secreto se desvaneciera entre esas cuatro paredes.
Debería. Pero eso no significaba que lo fuera hacer, porque aunque fuera correcto no era lo que su corazón dictaba. ¿Estaba enamorada? Seguramente no, ese era un sentimiento demasiado fuerte, demasiado complejo para sentirlo en tan poco tiempo. Sentía algo más que una simple amistad o un vínculo parca-alma, eso estaba muy claro, pero no había necesidad de etiquetarlo.
Salió de la ducha unos minutos después y se envolvió en una toalla. Buscó por el baño, pero su ropa estaba en la habitación. Tendría que enfrentarse al problema antes de lo que la gustaría, por lo que tomó una buena bocanada de aire y abrió la puerta lentamente, entrando a la habitación contigua.
Fue hasta la mesilla que estaba junto a la cama y se sentó de espaldas al Winchester, recogiendo su ropa del suelo y poniéndose primero la ropa interior, y luego la camiseta y el vaquero que llevaba puesto la pasada noche.
No se atrevía a decir nada, temía más que nada en el mundo tomar la decisión equivocada y que la condicionase por el resto de su vida. Por mucho que su corazón dijera lo contrario, y en gran parte su cabeza también, había tomado una decisión. El mismo Dean lo había dicho antes, no había un futuro para ellos, al menos no de esa manera. Cerró los ojos con fuerza, deseando que nada hubiera pasado, que no hubiera tenido que ir a hacer ese trabajo, no haberle besado. Pero no debió de parecer un deseo sincero -y no lo era-, ya que cuando volvió a abrirlos seguía sentada en una cama incómoda y con los muelles rotos.
Se giró hacia el cazador y clavó su mirada en sus ojos verdes. Tan bonitos, delicados, que habían pasado por tantas cosas y cargaban con tanta mierda. Era verdad ese dicho de los humanos, el de que los ojos son el espejo del alma. Ella había podido ver el alma de Dean en su totalidad y, sin embargo, sus ojos contaban mucho más, encerraban las historias que mirando directamente no era capaz de ver.
Buscó las palabras adecuadas para lo que tenía que decir, pero realmente no las había. Sentía algo dentro de ella, una especie de impotencia y a la vez de dolor que no dejaban que pronunciase algo de lo que iba a estar arrepintiéndose para siempre. ¿Qué pasaría por la cabeza de él en aquellos momentos? Ojalá pudiera adivinarlo, lo haría todo mucho más fácil -aunque lo más posible era que lo complicase más-, pero no podía hacerlo. Estaba frente a ella, sus miradas cruzadas, el aire alrededor de ellos se hacía más denso por momentos, sus respiraciones y los pálpitos de ambos corazones se escuchaban cada vez con más fuerza, más agitados.
Abrió la boca y pronunció un silencioso "lo siento". Pero su siguiente acción no se correspondía con sus pensamientos, con lo que había planeado decir. Redujo el espacio entre los dos, acercándose a él despacio, juntando sus labios de nuevo, besándole con hambre.
Y no hizo falta nada más, las palabras sobraban en ese momento. Había tomado una decisión, ahora sí. Y tanto él como ella estaban completamente seguros de que era la acertada.
-Te... te quiero -susurró ella, con cierta inseguridad, ya que conocía a Dean mucho mejor de lo que él pensaba. Esas dos palabras encerraban montones de sentimientos que realmente no podían ser encerrados, que no podían resumirse. Era arriesgado, sí, pero decirlo finalmente después de tanto tiempo sin querer darse cuenta de ello era liberador.
Él la miró con una sonrisa empezando a crecer en la comisura de sus labios, era exactamente lo que necesitaba oír, lo que deseaba. Porque él sentía lo mismo, ahora lo veía más claro que nunca.
-Y yo también, Tessa -susurró en respuesta y volvió a besarla. Nunca pensó que llegaría a decirlo, y mucho menos a la parca, pero era verdad, y en ese momento se sentía mejor que nunca.
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Don't fear the reaper [Completado].
FanficLa hora de Dean Winchester ha llegado, y esta vez debe ser la definitiva. La parca Tessa, bajo las órdenes de Muerte, va hasta el motel en el que Dean se encuentra para esperar el momento idóneo de llevarse su alma y cumplir con su deber. Pero puede...