Cuando me despierto escucho una voz, una voz que me perseguía desde la semana pasada, cuando me encontré a ese chico con una indumentaria un tanto siniestra. Pensé que era todo un sueño, pero ahí sigue. De repente suena el despertador. Claro, hoy es lunes y empiezan las clases otra vez. Lo raro es que me haya despertado antes de que el despertador lo hubiera hecho. Desde que empezaron las voces me despierto igual y eso levanta mi curiosidad.
Me apoyo en un codo y enciendo la luz. Entonces mi madre entra en la habitación y con una gran sonrisa me mira.
-hola Emi.
En verdad prefiero que me llamen Emily, por mi nombre entero, pero aún así le devuelvo la sonrisa. Veo que asoma por una esquina de mi puerta algo colorido que intuyo que será una tarta. Se me había olvidado completamente que era mi cumpleaños.
-Que día más corriente parece ¿no?-le digo. Ella se pone seria.
-Bueno no tan corriente- le aparece una tímida sonrisa- hoy es lunes-las dos nos reímos y ella saca la tarta: feliz cumpleaños Emily.
Es una bonita tarta, muy colorida y con mi nombre en la parte superior junto a dos velas con los números 1 y 7. Me levanto de la cama, le doy un beso a mi madre y me voy a la cocina. Aunque era mi cumpleaños, seguía siendo lunes y tenía que ir al instituto.
Desayuno, me visto y me voy.
No me gusta demasiado la escuela, desde que era un moquillo me pasaba esto y ponía cualquier escusa para no ir, ya mi madre se sabe todos los trucos y lo tengo un poco asimilado. Tengo que ir para tener un buen trabajo y tal y cual. Lo que pasa es que odio la rutina y aunque es lo que toca porque la vida es dura no quiero tener un trabajo como todos los demás y pasarse un día tras otro delante de un escritorio sentada en una silla, con carácter de impotencia en cuanto a mi jefe. Contando con eso, no me integro, es como si no encajara en ningún grupo y los días se me pasan eternos. Por suerte tengo una amiga Katherine aunque todos la llaman Katy, es muy simpática y extrañamente sociable, es raro que sea amiga mía ya que es lo contrario a mí. Katy y yo somos casi inseparables como el yin y el yang, nos conocemos desde que éramos pequeñitas.
Llego a la puerta de la clase, no hay nadie y entonces miro mi reloj. Noo, me había entretenido tanto con mi cumpleaños que se me había hecho tarde y... no no, toca historia a primera hora y con el profesor mas estricto del mundo, no había otra escapatoria, así que toco dos veces a la puerta y la abro.
-buenos días señor Andrews, ¿puedo pasar?-digo con tono de niñita buena, todos me miran aunque Daniel Andrews, mas enfadado que el resto, que se estaba riendo.
- Llegas tarde-me dice con una voz muy imponente y robusta- bueno al menos vienes a clase- todos ríen, aunque yo sospecho que es para hacerle la pelota, a nadie le importo.
Sonrío con una sonrisa muy forzada con los ojos en odio, asiento con la cabeza, el me hace un gesto para que me siente y me sitúo al lado de Katy.
- Pss -me susurra Katy-feliz cumpleaños.
- Gracias, eres de las pocas que se acuerda- le respondo.
- Jajaja, bueno eres mi amiga, por cierto ¿hacemos algo esta noche para celebrarlo?-me dice entusiasmada.
- Claro, tu eliges- no me apetecía mucho pero se le veía muy animada así que por una noche pasarlo bien, no pasaría nada. Ella sonrió y las dos empezamos a coger apuntes de lo que Andrews estaba diciendo.
Vuelvo a mi casa y en el camino me pongo a pensar. Hoy es mi cumpleaños y en todos los cumpleaños pasa algo especial, mi padre viene de sus viajes de trabajo a casa.
Mi padre, James Smith es marino y aunque es un gran honor, siempre está de viaje realizando alguna misión. En parte me alegro, pero siempre he pensado como sería una vida con la figura paternal más cercana, ¿es tan bonito tener una familia feliz y perfecta, con un padre apoyandote siempre? o eso solo son historias y cuentos, que en la realidad no es tan perfecto como lo pintan. Como sea tener un padre presente, por una vez me siento normal cuando viene a casa; comemos juntos, me cuenta sus historias, reimos, en fín... somos una familia más.
Mientras me pongo a pensar en esa situación, se me entremezclan las emociones, estoy tan alegre, impaciente y nerviosa. Siento una presion en el pecho y al empezar a recrear una y otra vez en mi imaginacion como va a ser, se me curva la boca y sin poder controlarlo se me marca una sonrisa que no mostraba desde hace mucho. Hacía ya tiempo que no veía a mi padre y realmente tenía muchas ganas.
Llego a mi casa, abro la puerta, pongo las llaves en la mesilla de la entrada, me quito los zapatos y me voy al salón donde se me borra la sonrisa al encontrar a mi madre con el rostro preocupado y con los ojos llorosos. No se había dado cuenta de que había llegado.
-¿Que te ocurre?- ella me mira agobiada, como si deseara posponer este momento, pero traga y escucho salir palabras de su boca.
-Emily, siéntate- me siento- tengo que decirte dos cosas importantes- hace una pausa larga- ya sabes que en todos los cumpleaños viene tu padre- suspira- pero en este...
-¿Me estas diciendo que papa no va a venir?- ella asiente.
En ese instante me entra una gran decepción y siento como si se me cayera el mundo al suelo, se empañan mis ojos y me siento tan imbecil por haberme ilusionado, por ser tan débil, tan inocente, por la impotencia que tenía al respecto. Hoy no hay nada más que otro día en espera a que mi padre se digne a visitar a su hija, me desquicia del todo ese desahogo que tiene hacia su familia, parece como si no le importaramos, ni una llamada, ni una carta y ni mucho menos un abrazo. Normalmente evito hacer ese tipo de análisis porque me entran ataques de ira, sin embargo hoy no me apetece ceder como todos los días y tragarme mis sentimientos. Me empiezo a poner tensa y aprieto mi mandíbula hasta que reacciono y vuelvo a la conversación.
- ¿hace cuanto que no lo veo? Eeeh ¿lo sabes? Desde hace un año, en mi anterior cumpleaños, ¿me estas diciendo que tengo que esperar hasta dos años para ver si cae la suerte de que le de la gana de venir?- ella se pone a defenderlo y yo no doy crédito.
- Él esta trabajando para que nosotras podamos comer y tener esta magnifica vida, ¡no te vale con eso!
-¡NO! Ni mucho menos-respondo elevando la voz, las dos estábamos ya gritando- ¡¿por qué estas en su bando?! Si ni le importamos lo mas mínimo, a saber lo que estará haciendo allí – mi madre capta mi insinuación
-¡A tu cuarto ahora mismo!-me dice
-¿Pero por que? Solo he dicho una verdad y si te cuesta digerirla no es mi problema- ella me intenta quitar el turno de palabra, ahora un poco mas calmada, pero no la dejo- ¿sabes? Hoy es mi cumpleaños y se supone que me debería salir todo a pedir de boca, pero me da la sensación de que todo lo que me pasa es horrible y no necesariamente este día sino todos los de mi vida, aunque cuando es mi cumpleaños por fin consigo desconectar y ahora me vienes con esto. Estoy harta de que tengamos que hacer todo en cuanto a papa y no podamos rechistar- hago una pausa-voy a salir he quedado con Katy- me acerco a la entrada y mi madre me responde
- Espera no he terminado de hablar- dice con una voz fría.
- Yo sí- cojo mis llaves y me voy de la casa dando un portazo.

ESTÁS LEYENDO
La puerta del cambio
Fantasy¿Nunca habeis tenido el sentimiento de sentiros incompletos?, como si tuviera que sucederos algo grande, un descubrimiento, una noticia, una etapa, que nunca pasa. Tener que aguantar la rutina (que no has elegido precisamente tú) día tras día mientr...