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Me despierto atada y sola. No está Daniel y recuerdo que lo último que escuché fue un grito suyo. Estoy atada a una silla en una habitación vieja y sin ventanas, pero con un gran espejo. Tengo la corazonada de que me vigilan por ahí, entonces para captar su atención, miro fijamente al espejo. Al parecer estoy en lo cierto y da resultado. Entra el hombre que luchó con Daniel.

-Me da que no nos hemos presentado, soy Chack.

Le miro con repugnancia y le hablo

-¿Qué has hecho con Daniel? ¿Dónde esta?

-Encantado de conocerte Emily – dice con tono vacilón ignorando lo que le he dicho.

-Solo dime si esta bien

-Nos deshicimos del chaval, era una pena. Peleaba bien.

-¿Que le has hecho? ¡No!, Daniel no puede estar muerto.

Entonces se me ocurre una idea, cierro los ojos y me concentro en él, en sus pensamientos, en su cabeza, todo se convierte en negro y escucho su voz. Está quejándose del dolor de sus graves heridas y empiezo a hablar dentro de él.

-Daniel, tranquilo. – le digo.

-¡Emily! ¡Estás bien! Oye... ¿desde cuando llevas escuchando?

-Desde ahora ¿por qué?

-Ah nada, nada, estoy en la parte trasera del edificio. ¿qué tal está tu panorama?

-Pues tampoco mejora. ¿Que podemos hacer?

-Pues... -Tarda en reaccionar – No se si va a salir bien pero hay que intentarlo, yo busco una entrada o salida al edificio y tu intentas salir de donde estés, si no puedes te rescato yo. ¿entendido?

-Vale pero... , espera alguien ha entrado.

Abro los ojos y me encuentro que ha entrado Alex. Se sitúa junto a Chack y me sonrie de una manera odiosa, haciéndome saber que ella tiene el control. Se me acerca, y cambia su maléfica sonrisa en una cara seria sin expresión ninguna, mira al suelo y se gira para hablar con Chack.

-No creo que necesite mucha vigilancia, ¿no la ves? Está tan indefensa y asustada que no reacciona – se me vuelve y me pega un puñetazo en la cara, que sorprendentemente no me duele tanto como me lo esperaba. – Solo hay que tener cuidado – mira a Chack y se va de la habitación, en la que acto seguido le sigue él.

Me encuentro sola en la habitación y me pongo a pensar como puedo salir de esto ¿cómo, Emily cómo? Escucho una voz, a través de las paredes, es la una enfermera que va a entrar a la sala. Entonces se me ocurre algo, un planteamiento tan descabellado que podría resultar.

Pongo mis manos en dirección a la cuerda e intento romperla, ¿no se suponía que tenía poderes? tenía que pobarlo. Me pongo a pensar que es lo que hice en la mansion con Alex, pero no pensé nada, simplemente apreté mi mano. Comienzo a repetir la misma acción, sin embargo, parece que no funciona. De repente suenan unas llaves y doy un brinco del susto, cuando me doy cuenta quedo impresionada con el hecho de que he conseguido quemar la cuerda. Cada vez escucho que se acerca mas la señora y me empiezo a dar prisa. Me coloco a un lado de la puerta y al entrar, le golpeo con la silla a la que estaba atada, que la deja en el suelo desmayada. Esquivo a la señora y me dirijo por unos pasillos, tan largos e interminables como un laberinto, con puertas a cada lado.

Pero me encuentro con una diferente a todas, una que tenía cuatro diamantes en su exterior. Me quedo fijamente mirándola, me recuerda a la puerta anterior, a la del grafiti que comunicaba con los humanos y algo me dice que tengo que entrar. Pero está cerrada y se necesita una llave, sin razonar me dirijo a la enfermera que derribé. No se había movido desde entonces ni nadie la había descubierto aún, lo que me sugiere que se desconoce que me he escapado.

La puerta del cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora