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Escucho una voz en mi cabeza. Otro día más despertándome igual. Me apoyo en un codo y enciendo la luz aunque hay algo que me lo impide, la ausencia de este. Me hace recordar y respondo el enigma de quien me hablaba cada mañana en la mente.

-Ya es la hora de despertarse Ms zapatillas.

Es Daniel.

-¿Podrías dejar de meterte en mi cabeza? – le digo.

-Tu también puedes meterte en la mía – me responde, abre la puerta y entra en mi habitación sonriendo. – Todos los hombres y mujeres lobos pueden meterse en las cabezas de los demás de la manada porque en general todos somos uno y tenemos que confiar en nosotros.

-¿Me estas diciendo que soy una mujer lobo?

-Todavía no está claro, nunca se había dado una mezcla así. Pero si puedo hablar contigo mediante la mente significa que tienes rasgos de tal.

-¿Una mezcla así? Eso significa que hay más – al decírselo él me mira pero, cuando me va a responder nos llama Alex para la comida.

Fuimos a desayunar y me estuvo contando de la actualidad del mundo y las realidades durante media mañana. Sin darme cuenta he provocado una revolución, criaturas de todas las realidades me quieren, me han estado protegiendo sin yo ser consciente. El tercer paneta por fin se ha silenciado, el miedo se ha apoderado de las almas que gritaban libertad, todos los que incumplían las normas han sido sacrificadas, los que no, están aterrorizadamente escondidos. Estoy en la interperie y en peligro, Daniel y Alex se creen que no me corresponde pero por cada palabra que me dicen sobre el desastre que he producido me causa más curiosidad y culpabilidad. Me mareo a veces al recordarme que soy la responsable de estos actos y de que hayan cogido a mi madre.

Internamente estoy a punto de explotar pero intento que no se note, todo recae en mi y necesito encajarlo para no derrumbarme. La presión recorre mis venas pero gracias a la practica que he tenido en clases soy capaz de disimular el malestar. Levanto la cabeza y pregunto una duda que rondaba hace tiempo en mi subconsciente.

-¿Tenéis algún plan? –cuando lo digo los dos comparten unas miradas cómplices y sabiendo a que me refiero, ayudar al pueblo y a mi madre, Daniel cambia descaradamente el tema de conversación.

-¿sabes que? Hay una guarida en el bosque oscuro, allí se refugian algunos de los rebeldes, como te estarás imaginando ahí es donde te vas a esconder, para tu máxima seguridad. – le aparto la mirada de un modo desagradable.

-¿Hoy os vais no? – Pregunta Alex dirigiéndose a Daniel .

-Sí, ven tu también. Te cogerán por ayudarnos – le responde.

-Eso es un riesgo que supongo que tengo que asumir.

Me parece un acto de valentía lo que ha dicho. Es un poco estúpido pero un tanto grandioso. En verdad ella podría seguirnos y no sucedería nada, al revés, estaríamos más seguros. Supongo que Alex no querría dejar su casa y su hogar atrás y yo la entiendo. Han sido demasiadas cosas las que han sido arrebatadas de mi vida, así que no pongo ninguna pega. Al contrario que yo, Daniel está casi suplicándole que venga con nosotros, pero ella no acepta.

Daniel me cuenta que llevan siendo amigos desde que eran pequeños y se dedicaban a ir cambiando de una realidad a otra hasta que cumplieron los 17 años. Desde entonces no se veían y Daniel no se quería separar tan fácilmente y además sabiendo lo que le podía ocurrir. Se les notaba en general muy unidos y esto por los hechos me entristece.

Ellos me recuerdan a Katy y a mi y...¡oh!, ¡Katy se me había olvidado!, espero que no le haya pasado nada. Miro al teléfono y veo ocho mensajes de ella. Me impaciento y me siento en un sofá para leerlos. Cuando termino me relajo, solo está enfadada conmigo por haberle dado plantón. Eso en comparación a los problemas que me están sucediendo no es nada, así que le escribo ''te quiero'' con un corazón de esos que están de emoticono. Después, solo me limito a escuchar la discusión.

La puerta del cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora