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-Niall... yo... - mi voz era pequeña como en un susurro temeroso, me di la vuelta para encararlo. Aprecie sus facciones, su rostro relajado mientras una pequeña sonrisa adornaba sus delgados y pálidos labios, el bello color azul de sus ojos se encontraba oculto tras sus parpados cerrados haciendo resaltar sus largas y castañas pestañas.
Nos quedamos unos segundos en silencio, yo sin dejar de observarlo, repasando las ligeras pecas que percibía por la cercanía y su nariz respingona, su piel se veía cremosa y suave al tacto, las palabras se atoraron en mi garganta, sin saber que pronunciar o que decir. Diría que Niall se habría quedado dormido, si no es porque esos diamantes azules se hacían presentes mirándome directamente.
-No digas nada – murmuro en forma de susurro como queriéndome decir un gran secreto, su mano posándose en mi cadera, su tacto frío ante mi piel cálida, me hizo estremecer un poco –Solo... solo no digas nada – repitió, sus ojos analizando mi rostro, memorizando, tal vez, mis facciones.
Nuestra distancia iba escaseando más, sus ojos cielo nunca perdieron el contacto conmigo, podía ver mi reflejo en sus luceros y de pronto la distancia era mínima, podía sentir sus labios rosar los míos y como hacían presión en cada momento, ninguno de los dos quería separarse o llevarlo a otro nivel.
Solo era un beso inocente, solo la unión de nuestras bocas y era lo que pedía.
Al separarnos solo nos sonreímos mutuamente, sentí como mis mejillas se calentaban y como Niall no dejaba de verme, sus ojos adquiriendo un brillo que hacia resaltar aun mas el color en ellos, murmuro un "Descansa" en voz tranquila emitiendo un suspiro quedo.
-Buena Noche– balbucee en un hilo de voz mientras daba vuelta en aquella pequeña cama y sentía como Niall pasaba sus brazos por mi cintura, su pecho pegado a mi espalda y aproveche para entrelazar una de mis manos con la de él, pudiendo conciliar el sueño, sin pesadillas.
Esa noche dormimos abrazados, yo siendo la cuchara pequeña.
