CAP 11

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Jaemin le dijo que un beso robado equivalía a un favor. Un primer beso robado equivalía a dos favores. Y un primer beso robado por un hetero-imbécil equivalía a tres.

—Matemáticas— dijo con una sonrisa radiante. Jeno le quería moler esa sonrisa a golpes... Tal vez a algo más, pero eso estaba fuera de la mesa.

Su primera exigencia como compensación por el incidente —Dios, realmente se sentía como una compañía de seguros— fue, y cito: "Ser mi leal y fiel Cupido".

— ¿Cupido?— Jeno preguntó. El castaño emitió un sonido afirmativo—. ¿Quieres que te tire dardos al trasero?

— ¡No! Son flechas. Y sabes a lo que me refiero— Se aclaró la garganta y exigió, como un niño pequeño que quiere un dulce— Quiero un novio.

—Pero si me tienes a mí.

El castaño lo miró malhumorado. —Uno real.

— ¿Real? Mira, te ofrecí una compensación, no un milagro.

Jeno se ganó un puñetazo en el hombro, por supuesto.

Lo cierto, era que Jeno era una persona sociable, aunque nerviosa. Las primeras impresiones siempre lo preocupaban hasta el punto de carcomerlo. En la primera reunión con Jaemin fue un desastre, un manojo de nervios, tartamudeos, sonrojos y risitas ridículas, porque se sentía observado con lupa por un chico que —según él— era un jugador, un profesional, amo de los corazones rotos.

Se veía tan calmado y seguro, tan "sé lo que estoy haciendo, principiante", un galán, un chico que tenía cada noche una persona diferente en su cama, mientras que Jeno era un pobre virgen.

—Y resultaste ser un bebé— pensó en voz alta. Jaemin se giró hacia él, curioso al no haberlo escuchado correctamente.

— ¿Qué?

Jeno suspiró. —Que tienes un moco.

Había aceptado la idea de ayudarle a encontrar pareja. Sabía que pudo haberlo rechazado, después de todo estaba fingiendo ser su novio y si esto funcionaba era probable que fuese a estropearlo todo. Pero no pudo negarse. No cuando era consciente de que la razón por la que Jaemin no llegó a experimentar un romance en la secundaria, fue precisamente gracias a él.

Le dio un sorbo a su whisky, observando al castaño junto a él que parecía ansioso por la aparición del hombre perfecto. Si es que existía. No estaba muy convencido de que Jaemin hallaría a su príncipe azul en aquel bar. La gente ebria bailando al ritmo de la música de los parlantes, no era un ambiente demasiado romántico.

"¡Estaba buscando a alguien especial! Quería que fuera como una película donde nos amaríamos y nos casaríamos y el beso sería perfecto."

—Creí que querías un cuento de hadas— soltó, capturando la atención de Jaemin, quien se volteó hacia él y frunció el entrecejo con molestia.

—Por si no lo notaste, tú me arruinaste mi cuento de hadas— Se apuntó los labios—. ¡Ahora son impuros!

—No seas un niño. Sólo fue un beso.

—Claro. Había olvidado que aparte de hetero-imbécil, eres un idiota sin corazón. Te apuesto que tienes un agujero negro ahí adentro— dijo presionando con su dedo índice el pecho de Jeno.

Él resopló. — ¿Crees que no tengo sentimientos?

— ¿Los tienes?— rió, apoyando su rostro sobre la palma de su mano—. Eso sí sería una novedad.

—Tonto. Voy al baño— dijo levantándose de su asiento. Bebió lo último de su whisky y palmeó el hombro de Jaemin antes de dirigirse al fondo de la habitación.

Mientras hacía sus necesidades, se puso a pensar. Jaemin le había explicado que era incapaz de ponerse a buscar novio por su cuenta. No tenía problemas en ser calmado y amoroso cuando se trataba de una pareja falsa, pero cuando venía el momento de tener algo real, se cohibía, se trababa. Si seguía siendo así, no estaba seguro de que el plan de casamiento fuera siquiera a tener éxito.

Sus temores se confirmaron cuando volvió al bar.

Estaban cerca. Un rubio desconocido miraba a Jaemin con hambre y una sonrisa de habitación digna de propaganda para condones. Y por el otro lado, estaba el castaño, quien simplemente se encogió en su lugar y buscó la mirada de Jeno con pavor.

Tiene que ser una broma.

Vio al rubio inclinarse más sobre el castañito, susurrándole cosas al oído que Jeno jamás llegó a escuchar pero de las que podía hacerse una idea. La mano del desconocido iba subiendo por el muslo de Jaemin, los ojos cafés del otro ampliándose con terror.

Más le vale que esto cuente como parte de su compensación.

— ¿Qué haces?— Jeno caminó hasta ellos, encarando al rubio, quien ahora ponía su atención en él—. Aléjate de mi novio.

—Tranquilo, viejo— El desconocido rió y rodeó la cintura de Jaemin descaradamente—. Podemos compartir.

Jaemin no estaba reaccionando. Maldición, Jeno ni siquiera podía afirmar si estaba respirando. Por supuesto, si soy yo, me golpea, pero si es otro...

—Yo no comparto— espetó. El rubio volvió a reír, a carcajadas esta vez, y volvió a inclinarse sobre Jaemin.

—Míralo, tu novio es bastante posesivo, bebé— Jeno sintió cómo su mano se contraía al oír ese apodo. ¿Qué mierda?—. Pero no parece desagradarte que te toque... ¿Te gusta?

Cualquiera con dos ojos funcionales podía ver a Jaemin temblar. Al parecer, el rubio no sólo era un descarado sino que también un reverendo idiota. Su instinto lo incitaba a darle una paliza, sin embargo, Jeno de verdad odiaba la violencia.

—Dios, bebé— El rubio gimió a pocos centímetros del rostro de Jaemin. Otro espasmo en el pelinegro al escuchar ese apodo. Contrólate, joder, hay que ser civilizados—. Te verías tan lindo conmigo dentro de ti.

Pero bueno, que las clases de karate sirvieran de algo ¿no?

No existían palabras para describir la satisfacción de golpear al rubio y luego verlo tirado en el piso. Sonrió, viendo al idiota quejarse y retorcerse mientras lanzaba maldiciones. Un pequeño grupo había notado el incidente; aparte de ellos, el resto del bar seguía en lo suyo.

Jaemin se llevó una mano a la boca.

— ¿¡Cómo hiciste eso!?— exclamó asombrado. Jeno empujó su lengua contra su mejilla interna, engreído, su ego inflándose de inmediato. Echó un vistazo hacia el final de la barra, un guardia de seguridad empezando a dirigirse hacia ellos.

—Mierda. Tenemos que irnos— dijo tomando a Jaemin del brazo y obligándolo a caminar en dirección a la puerta. El castaño seguía parpadeando, sin salir de su asombro, por lo genial que había sido eso.

El golpe. No Jeno. Jeno no era genial.

—Bueno— dijo el pelinegro cuando se hallaron en la intemperie. El frío de la noche los envolvía, hálitos escapando por sus labios entreabiertos—. Eso no salió como esperaba.

Jaemin rió, abrazándose a sí mismo para entrar en calor. —Eres un espantoso Cupido.

—Me esforcé.

—Mentiroso— lo acusó. Jeno se detuvo a observarlo, la nariz del castaño estaba roja—. Pero no importa. Creo que, el destino quiere verme soltero.

Una pausa y luego un susurro. — ¿De verdad quieres un novio?

—No lo sé... Creo que sólo quiero algo real— murmuró, sintiéndose expuesto bajo la mirada de Jeno. Dudó un instante hasta que se atrevió a continuar—. Gracias— dijo antes de arrepentirse—. Por salvarme. Eso habría terminado mal sin ti ahí.

—Oh... No te preocupes— Se encogió de hombros, como si lo que acababa de ocurrir no hubiera sido nada—. De todas formas, me estaba sacando de quicio.

—Das miedo, Cachorrito— Jeno rodó los ojos—. No sabía que eras un genio de las artes marciales. ¡Ah! ¡No me digas! ¿Eres un ninja?

—Bobo.

Jaemin sonrió. —Hetero-imbécil.

rent a boyfriend | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora