Siempre volvía.El mismo nombre, el mismo chico.
Siempre preguntando por él.
Pero nunca lo recibía.
Joel no quería ver a nadie, pronto incluso se aburrió de su propia familia. Ya no veía las prácticas en el trapecio ya que eso solo lograba deprimirlo aun más.
¿Qué sentido tenía?
Lo único para lo que alguna vez fue bueno le fue negado.
Soltó un suspiro pesado mientras se enfocaba en el ejercicio que debía hacer. Debía probar la fuerza de sus músculos para así hacerles saber a todos que podría subirse de nuevo a ese trapecio y volver a brillar.
¿Cuánto pasó?
¿Dos meses?
Algunos días más o algunos menos, no importaba, de cualquier forma no había conseguido nada.
Bueno... No exactamente.
El chico de nombre, Christopher, había dejado de preguntar por él, al principio se sintió tranquilo de que ya no habría nadie preguntando por él, pero con el pasar de los días se descubrió extrañándolo.
Extrañando aquel desconocido sin rostro, lo único que sabía era su nombre.
Tal vez ese era su destino en el amor.
Nunca conocerlo realmente.
Porque de la otra persona que quedo prendado solo conocía su rostro y el inigualable brillo que tenían sus ojos mieles.
Se preguntaba si algún día lo volvería a ver esos ojos, o si Chris algún día volvería a preguntar por él.
Pero entre mas días pasaban mas perdía la esperanza así como también las ganas de seguir esforzándose en su tratamiento.
¿Qué fin tenia?
Ninguno.
Todo seguía igual.
Seguía con el hombro lastimado y las probabilidades de volver a subir al trapecio cada vez disminuían más.
Su único lugar favorito dentro del circo era maravillosa y muy conocida casa de los espejos.
¿Por qué?
Bueno, era la forma perfecta de discutir el mismo y darle forma a sus mas locas ideas.
-Solo cállate- se dijo a sí mismo. Tratando de apagar las voces de su cabeza que le recordaban lo miserable de su vida.
-¿Tú crees que puedes callarme?- le respondió el reflejo en el espejo -Tú fuiste el que cayó, no yo- se burlo.
-Si yo caí tu también, eres mi reflejo-
-Acaso importa- su reflejo se apoyo en la pared viéndolo con lástima -Este circo ya no es nada sin nuestro acto-
-Claro que no- murmuró Joel, sabía que en el circo había actos igual de buenos que el suyo -Esta el señor de la magia-
-Eso es falso y lo sabes muy bien- le recordó.
-Pero... También están los patinadores-
-Gente común sobre el piso- le respondió menospreciando aquel acto -Lo que nosotros solíamos hacer era estar por los cielos, muy por encima de todos-
-¿Podría tengo que hablar contigo?- se dijo Joel dándose la vuelta.
-Tal vez porque te estás volviendo loco- le respondió con una sonrisa de burla.
Joel sacudió su cabeza alejando esos pensamientos. Alejándose a sí mismo de su mente.
Pero había algo en lo que su "reflejo" tenía razón y eso era que ya no hacía nada en el circo.
Quería sentirse un poco útil y esa fue la principal motivación para que ayudar en la boletería del circo.
Trabajo aburrido, tedioso y repetitivo como en cualquier sector relacionado con las finanzas.
Entra dinero.
Sale boleto.
Una y otra vez.
Nada cambiaba, era el mismo procedimiento, pero no podía quejarse, él era quien se había ofrecido para realizar esa tarea.
Nunca pasaba algo interesante, no había peleas o algo similar, tal vez si lo había pero muy por detrás, en las filas que realizaban.
Se imaginó una pelea sobre alguien que quiso meterse en la fila, probablemente habría un intercambio de palabras, gritos.
Se imaginó que le señora uno le quitaba un mechón de pelo a la señora dos, pero nada de eso pasaba.
Solo era una rutinaria vida de alguien que vendía los boletos para el circo.
Y sus labores además tenían un horario específico, solo vendía boletos por media hora antes de empezar la función del día, a veces un poco más o menos, pero fuera de ese tiempo nadie más compraba un boleto.
Salvo por una vez.
Vio a un chico pálido y de cabello castaño correr hacia la boletería, ya había pasado casi una hora desde que empezó el show y no entendía como ese chico aun deseaba entrar.
Quizá fue por los lentes oscuros que traía que no vio en pequeño escalón y tropezó.
Quizá Joel se rió fuerte y llamó la atención demasiado.
Quizá sus miradas se cruzaron.
Pero solo los de Joel, los ojos del otro chico estaban ocultos bajo sus lentes oscuros.
-¿Qué te parece tan gracioso?- le dijo el chico que apenas se levantaba del suelo.
-Lo siento- se disculpó Joel tratando de calmar su risa.
-No importa- Se limpio la ropa y busco algunos billetes en sus bolsillos -Quiero un boleto-
-Estás seguro, la función ya va por la mitad-
-Sí, no importa- murmuro levantando la vista para entregarle los billetes -¿Eres Joel?- Le preguntó sorprendido después de verlo bien.
-¿Eh? Si...- respondió dudando -Te conozco-
-Lo dudo... pero yo sí, eres el chico del trapecio ¿Verdad?-
-Lo era- corrigió Joel.
-Lamento lo de tu caída-
-No importa, ahora seré un productivo cajero de circo- comentó con sarcasmo.
-Me das mi boleto- le dijo cambiando de tema.
Joel se lo extendió y el otro solo lo agarro y empezó a caminar hacia la entrada del circo, pero hubo algo que hizo que Joel dudara en dejarlo ir.
-¿No me dijiste tu nombre?-
-Realmente no importa, yo solo soy una persona mas entre público-
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A 100 pies de altura ||Virgato||
FanfictionReto 6: Escribe una historia con dl escenario: Circo.