Cuarto. - Final

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El verano había terminado, sin embargo Park Chanyeol no había mejorado, por el contrario, su alergia se termino agravando hasta el punto de evitarle respirar y comer como era debido, pero en su corazón, lo que verdaderamente le quitaba el aliento era la belleza divina de su vecino, al cual nunca en su vida iba a poder merecer.
Las canas de su cabello habían comenzado a salir y se hallaban ocultas entre el cabello largo y maltratado que el mayor no había atendido desde hacia meses.
Todo aquello que antes había sido una prioridad se volvió secundario cuando conoció a Baekhyun.
Sus escritos ya no hablaban de otra cosa que no fuera el color rosa de su alma, su mirada inocente de ángel, el carmesí de sus labios y el color leche de su suave piel, nada merecía mas prosa que eso.

Park no salia de su casa desde varias semanas atrás, ya que la brisa fría del otoño siempre lo obligaba a toser sin ningún tipo de control.
Sus ojos rojos estaban mas que hinchados, el color de su piel se había desvanecido, la barba de las mejillas estaba crecida y lo hacia ver con aspecto deteriorado.
Pero nada de eso importaba, solo tenia que ver a Baekhyun para que en sus ojos el brillo no se apagaran.

Sus días y noches de insomnio se dedicaban solo a eso, a escucharlo reír y hablar atravez de las paredes, a verlo por las ventas mientras iba o venia de la escuela, cuando salia a hacer ejerció, tirar la basura o a comer con algún amigo. No existía ni siquiera un perro tan fiel como lo era Chanyeol, que todos los días esperaba pacientemente el regreso de su ángel. Y su corazón latía aun mas veloz cuando por alguna razón escuchaba que el cantaba su canción o de casualidad sus miradas se cruzaban aunque fuese un segundo.
Estaba mas que seguro de que a Baekhyun le gustaba que lo observara, que su niño también esperaba las noches donde se sentían mas conectados al dormir solo separados por una pared.

Un fin de semana, sábado, el cuarentón decidió armarse de una buena chamarra y salir al parque a ver el partido de basquet ball del que su niño había estado hablando desde hacia semanas, no pensaba fallarle.

Tomo su diario donde tenía las notas de las sonatas para de una vez por todas hablar con el y decirle que todo aquello iba dedicado solo para el, que nadie había hecho latir mas su corazón que su joven mirada.
Una vez en el parque se sentó con algo de dificultad el aquella banca que era tan preciada para el, puesto que el día que la utilizo fue cuando se conoció a Baekhyun.

Mientras esperaba, en sus manos el bolígrafo no dejaba de escribir sonetos que mas que salir de su mente, salían de su corazón.

A lo lejos lo diviso, su cabecita rosada nunca hubiera podido confundirse con nada mas. Su ángel, su niño, su Baekhyun.
De la misma manera, el chico le hecho un vistazo y antes de pasar a su lado, sonrió con dulzura para el, mas uno de sus amigos lo tomo de la mano y lo guió en la dirección opuesta.

Chanyeol quiso alzar sus brazos, gritarle a ese otro chico que no se lo llevara, que necesitaba hablarle, pero la tos salio por su garganta dejandole sin aire, el diario se resbalo de sus piernas y cayo al pasto entre las hojas secas del otoño.

Baekhyun giro la cabeza por encima de su hombro para echar un ultimo vistazo, mientras su espectador, se conmovió ante la sinceridad del infante.
Recordó entonces aquella vez en el pasillo, donde lo había visto por primera vez y sonrió por la nostalgia.
Sus ojos se cerraron por las lagrimas que se derramaban lentamente por las mejillas cubiertas de bello y su rostro adquirió finalmente una expresión relajada.

Pasaron algunos minutos hasta que alguien se prestara a ayudar a aquel hombre que se había desplomado de la banca del parque y ese mismo día el joven Baekhyun, su vecino, recibió la noticia de su muerte, junto a las sonatas del sublime amor que sintio por el.

FIN

Sonata de lo Sublime - ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora