Primero.

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Era una tarde calurosa aunque agradable de verano para Park Chanyeol - hombre maduro de cuarenta y cinco años, tez clara aunque algo bronceada, de un metro con ochenta y cinco centímetros de altura y un porte que siempre lo había hecho sentir bien parecido -.

Se encontraba sentado en aquella barbería esperando para cortar su cabello, entre sus manos se hallaba un periódico el cual miraba sin mucho interés. Pronto fue su turno de que las tijeras de aquel muchacho - totalmente estilizado - pasaran por su cabello negro el cual comenzó a caer por sus hombros hasta llegar a sus rodillas cubiertas por la fina tela evitando que se llenaran de este.

Vaya. Dijo el muchacho. Creo que acaba de obtener su primera cana!

Los ojos de cuarentón se abrieron de par en par ante la sorpresa del cabello blanco que sostenían delante de sus narices, trago con dificultad e intento sonreír como si no fuera de importancia el hecho de estar alcanzando ya sus cincuenta años.
Y no es que le diera miedo morir - no era mas que un compositor de canciones que nunca en su vida había tenido un gran éxito y que desde hacia algunos meses había perdido totalmente la inspiración para escribir alguna prosa; el sabia que ya no estaba en la flor de su juventud -, estaba listo para aceptar la muerte en cuanto esta lo buscara. Pero el hecho de tener el cabello blanco y verse viejo lo hacia sentir asqueado.

El corte de cabello termino sin ningún otro incidente y el mayor salio de aquel lugar con la cabeza en otro mundo.

Una cana significaba vejez; se sintió melancólico, ya que había tantas cosas que tenia planeadas hacer cuando era mas joven, viajar a distintos lugares - solo por placer -, vivir aventuras para poder contar en las letras de sus canciones, enamorarse...
Así era, ese hombre que pisaba casi los cincuenta años, nunca se había enamorado y jamas había salido de su zona de confort. Mucho tiempo pensó que se dedicaría a hacer todo eso después; ahora se daba cuenta que era demasiado tarde. Siempre el trabajo y el sueño de lograr ser un compositor reconocido lo habían mantenido ocupado, buscando la ansiada fama perdió aquello que jamas se recupera. Tiempo.
Hubiera querido regresar en el tiempo y vivir mas satisfactoriamente, sin tantas responsabilidades que tal vez no merecía, con mas alegrías y mas locuras. Pero no había manera de hacer eso; lo único que le quedaba era vivir los pocos años que le quedaban de manera triste y sola, sin amor ni compañía.

Se dejo caer en la banca de un parque observando a los niños correr mientras reían y a los jóvenes platicar animadamente en un verano un tanto caluroso; un sabor ácido inundo su boca.

Mucho rato estuvo aquel hombre mirando a su alrededor con total seriedad, hasta que la noche cayo y tuvo que regresar a su solitario departamento como era la rutina.
Subió los mismos escalones de siempre, camino por le pasillo de alfombra marrón. Suspiro pesadamente.

Pero algo nuevo daba color el lugar; mientras caminaba por el pasillo unas risas - como estrofas de un hermoso poema primitivo sonando como pequeñas campanas - llamaron su atención; un vecino nuevo, un muchacho joven, tez: blanca lechosa casi llegando al color marfil, cabello de un rosa pálido, de baja estatura, su nariz: recta, su boca: fina y una expresión de deliciosa alegría viva; por mucho quince años llevaba encima - al igual que su compañero parado justo frente a el -; el cabello caía por sus ojos que se iluminaban mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa blanca que combinaba a la perfección con su redondo mentón, siendo la forma clásica de la perfección había un encanto personal aunque extraordinario en el, era flacucho e intentaba levantar un sillón.

Baekhyun! por favor deja de jugar y levanta tu lado, estoy arrastrándolo todo solo!. Murmuro el chico de cabello negro y barbilla cuadrada que lo ayudaba a cargar el mueble.

El mayor escondió su sorpresa y tuvo que mirar dos veces aquella divina belleza para poder confirmar que era real y humana la de el menor con cabello color rosado; sus ojos bajaron para barrer el suelo e intento pasar inadvertido.

Disculpe! Señor! ¿Puede ayudarnos?. Escucho gritar al pelinegro.
Ambos muchachos traían un pans negro, aunque el de cabello rosa estaba mas apretado remarcando su pequeña cintura, haciendo que seguro cualquiera perdiera la cordura al verlo.

Su mandíbula se tenso mientras se daba la vuelta para encarar a los jóvenes. "Señor" había dicho el chico.

Claro... susurro algo abrumado. Se acerco a ellos y tomo el sillón por la parte del medio para levantarlo sin ningún esfuerzo.
¿Donde debería ponerlo?. Pregunto al pelinegro mientras de reojo pudo ver a "Baekhyun" con los ojos muy abiertos, analizándolo.
El también pudo echarle un vistazo mas de cerca, notando aquellos detalles que lo hacían tan humano pero tan hermoso a la vez.

Aun así, ¿Que no sabia que eso era de mala educación? ¿Que clase de chico se estaba por mudar como su vecino de departamento?. Termino por suspirar y llevo aquel objeto a la sala del departamento - justo como y donde se lo pidieron los otros dos -, salio de aquel lugar para dirigirse a su solitaria casa.

Al entrar se dio una repasada por el espejo, su cabello negro que pronto se tornaría de un color gris seco, su rostro cansado y su perfil cuadrado que lo había hecho atraer a muchos seguidores buscando una cita en su juventud, dejándose caer en el sillón rojo, - aquel que había adoptado como su favorito - se sirvió una copa de el vino que guardaba como uno de sus tesoros mas preciados; el reloj de la pared marcaba las 8:30 pm, la pesadez de su cuerpo y de sus parpados se hizo mayor mientras el liquido de la copa resbalaba por su garganta.

Su mente comenzó a divagar en cosas sin importancia.
Lo habían llamado "señor"; era por eso que intentaba mantenerse alejado de los menores; no quería que lo llamaran así, no quería verse como alguien viejo. Sentía un poco de pánico por el hecho de verse en un espejo con arrugas y cabellos blancos.
Estaba por pisar sus cincuenta años y no podía evitar sentir miedo de ello, de como todos su demás colegas hablaban de lo difícil que les era saber que había muchas cosas que ya no podían hacer, de como su vida se deterioraba con su edad.

De la nada, el rostro de aquel pequeño con cabello como algodón de azúcar se filtro en su mente hasta llegar a sus parpados, un niño joven que tenia toda una vida con sueños y alegrías por delante, una juventud por la que el daría todo para recuperarla.
Era un lindo muchacho, con un lindo nombre y un lindo cabello.
Cientos de letras vinieron a su cabeza danzando con música de colores. Ahí estaba ese rastro de inspiración que hace tiempo no se aparecía para arrullarlo.
Baekhyun... susurro antes de caer dormido nuevamente en el sillón color carmín, aun cuando el reloj apenas marcaba las 9:00 pm.

Sonata de lo Sublime - ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora