Ígneo.

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Entró a la taberna con un andar escuálido, en el centro ardía una fogata y alrededor había bardos entonando canciones apenas afinadas, era irreal ver a personas tan diferentes, se había acostumbrado a la mera imagen de la princesa, no estaba acostumbrada a ésa sensación, Kara simplemente la extrañaba; dio un rápido vistazo y reparó en una gran mesa con toda suerte de platillos, sin parpadear se abalanzó sobre ella, tampoco estaba acostumbrada a sentir hambre.

La diferencia de colores, formas y aromas le fascinó enseguida, tomando lo más posible y llevándolo su boca casi sin masticar, tomó predilección por las carnes y no tardó en engullir un pavo considerable en tamaño, entonces, sintió una mano en su hombro, un viejo de facciones toscas le sonrió.

-Parece que estás disfrutando nuestra humilde morada, y nuestra prioridad es desvivirnos por nuestros clientes.-El dueño la había visto desde su llegada,  después de tantos años había adquirido cierta experiencia para distinguir personas importantes, y esa mujer ciertamente lo era. El cabello rubio, las facciones finas, la increíble armadura en un color exótico así como los grabados en ésta y su espada.

-Mushas grashias.-Dijo Kara masticando un pedazo de carne, tenía el muslo del animal en su mano y desgarraba su piel sin problema.

-No hay nada qué agradecer, ésta es su casa... ¿Se va a quedar por mucho tiempo?

-No lo creo, estoy buscando a alguien.-Kara tragó.-A una amiga, se... perdió.-Después de salir del castillo se dio cuenta que no tenía a dónde ir, así que se limitó a seguir el humo lejano que desprendía la pequeña ciudad. –La verdad es que yo también estoy un poco perdida...

-Dicen que en éste pueblo, todos se encuentran de una u otra forma, Smallville, tiene ese efecto en la gente extranjera...¿Desea reservar un cuarto aquí?

Ella asintió, volvió a tomar un gran bocado.

-¡Excelente! Me alegra mucho esa decisión, entonces le cobraría 40 criptones por tres días... no, que sea por 4 días, soy un anfitrión amable. –Rió de una manera agradable.-No me gusta abusar con el depósito.

Kara tragó.

-¿Depósito?¿Criptones?.-Inquirió perpleja.

-¡Oh! Ya veo, no hay problema, somos civilizados , si tienes alguna otra moneda podemos llegar también a un acuerdo.-El semblante serio de la rubia hizo que desdibujara la sonrisa del hombre.-¿O con qué dinero piensas pagar lo que comiste o la estancia?

-A decir verdad no pagaba nada donde estaba...-

El hombre soltó un puñetazo sobre la mesa.

-Aquí no se come gratis, tendrás que pagar esto de una u otra forma.

-Lamento el malentendido, pagaré en cuánto tenga manera.-Él puso una mano sobre su cabeza que incomodó a Kara.

-Son bajo mis condiciones ahora.-Susurró mientras se acercaba a ella, Kara con un gesto tranquilo dio un cabezazo al tipo. De inmediato los hombres presentes se pusieron de pie y la rodearon.

-No quiero hacer ésto, por favor.-Alzó las manos tratando de mitigar la trifulca.-En cuánto tenga oportunidad voy a corregir mi error e invitarles algo por el malentendido...¿Es un trato?

Los hombres fingieron no escucharla y corrieron hacía ella, Kara se limitó a alzar los hombros.

Cuando salió de la posada el sol ya estaba puesto, era medio día y la gente estaba animada haciendo sus tareas diarias, mujeres tendían la ropa recién lavada, los puestos de verdura y frutas coloreaban el pueblo, esas pequeñas cosas seguían maravillándola, al admirar la vida de esa gente se distrajo y chocó con un hombre, Kara quiso pedir disculpas.

Squama.Where stories live. Discover now