Capítulo 1: Tren

20 1 1
                                    

No había de qué arrepentirse, la patata sabía que ni un solo trozo suyo pertenecía al campo, ni siquiera su cáscara áspera y marrón que tanto odiaba. Su deseo era simple, convertirse en radiantes papas fritas, desligar de su propio ser decenas de entes más pequeños pero mil veces más radiantes que él mismo. Antes de subirse al tren ni siquiera deseó mirar atrás, nadie estaba en la estación para despedirse y nadie estará al otro lado esperando a que baje.

Las gruesas raíces que brotaban de su parte inferior parecían moverse por inercia, él mismo se había dado cuenta de ello, pero no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba haciendo eso ¿Fue desde que salió de su casa rumbo a la estación? Quizá fue la semana anterior, cuando con una gran acumulación de euforia había decidido que su destino se encontraba en la capital; quizá fue mucho antes, durante los primeros años de su conciencia en los que su padre se esforzó tanto por enseñarle a cómo enredar sus raíces, extenderlas y retraerlas para operar las maquinarias de la planta energética.

Ingresó al Tren y tal como se lo esperaba, el interior se encontraba absolutamente vacío salvo por los asientos rojos y la revista encima de estos, la cual resultó muy motivadora para el inicio de su travesía. Nada mejor que ser acompañado por su color favorito y algo de literatura ligera sobre lugares a los que visitar.

Estuvo en silencio consigo mismo durante varios minutos, en los cuales jugaba a enredar y desenredar sus raíces. Calmó sus nervios cuando se percató que las ventanas, casi pegadas al techo, dejaban ver las montañas y el cielo claro. Aquel paisaje la había acompañado durante toda su vida, pero en esta ocasión, cubierto de vidrio y con una pared de metal y madera entre las dos, le hacía creer que ya se había vuelto un elemento inalcanzable, como si todos los años que vivió contemplando dicho cielo se fundieran en una especie de cuadro. Empezó a acostarse en su asiento, tirarse al suelo, levantarse en la silla, hizo tantas posiciones como le era posible para jugar con el ángulo de la vista, sin embargo a veces le daba la impresión que realmente no existía movimiento afuera del tren. tras asegurarse que nadie más abordaría el tren, se subió rápidamente al asiento delante de él y estiró su raíz más larga para tocar lo que creía era una ventana. Es posible que la realidad solo sea una visión, una ilusión creada para distraerse uno mismo, la patata lo pensó durante los segundos en los que confirmó que ese cielo y esas enormes masas de tierra no eran más que una pintura encima de un cristal opaco. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


De un momento a otro empezó una bizarra conversación entre las ruedas, el motor y las vías, al inicio parecía que deseaban establecer las reglas y patrones para un debate civilizado sobre el cauce de los ríos y las ciudades que hace muchos años se habían establecido en torno a estos, las ruedas parecían no estar a gusto con el propósito del debate, ellas solo deseaban llevar su investigación de la extinción anticipada a un siguiente nivel, pero el tono e interés que sus compañeros aportan a cada tertulia resulta incómodo para alguien cuya óptica pragmática de los senderos biológicos se pierde en el eterno trabajo que resulta girar y girar. Más les valía no enemistarse en el camino, es lo que pensó la patata, no quería ver su futuro truncado por elementos a los que ella dio vida de repente en un desesperado intento por concentrarse y recuperar el ánimo inicial que tuvo para tomar el tren.

¿Estaba sola? Definitivamente, lo estaba, si dijera algo en voz alta seguro hasta se escucharía eco, solo deseaba que alguien más subiera en la siguiente estación, en ese momento descubrió que no podía controlar sus nervios, nadie le preguntó alguna vez si se sentía autosuficiente, si se creía con las capacidades necesarias para justificar su vida y apelar a que alguien más le suministre los nutrientes que necesitaba para seguir existiendo, solo lo había asumido, trató de tranquilizarse pensando que todos asumen lo mismo, que no es tan difícil, que incluso hay quienes viven años y años sin hogar. En ese momento recordó aquel viejo camote que llevaba en la plaza el doble de tiempo que ella tenía viviendo. ¿Por qué tuvo que compararse con él? Miró hacia abajo y se detuvo un largo rato entreteniéndose con sus raíces, estas siempre hacían una función de teatro especial para ella, de cierta forma le ayudaban a recordar quién era ella y su propósito, pensó que tener raíces era lo mejor de este mundo, sintió inmediata lástima por todos los demás seres que pierden sus raíces al nacer o desarrollarse, las patatas eran superiores, tenían que serlo, quién ha escuchado acaso sobre la leyenda de las lechugas fritas o las cebollas fritas o los plátanos fritos, solo las patatas tenían escrito el destino de transformarse en una brillante divinidad,

La patata estaba completamente sola y por primera vez sintió que el lugar del que venía y las personas que la rodeaban eran especiales, un calor dentro de ella despertó, sintió ganas de sonreír, subió sus raíces al asiento y estuvo balanceándose hasta que el tren abrió sus puertas en la ciudad de las zanahorias.

(...)

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 02, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Vida de PatataWhere stories live. Discover now