Esta vez los rayos de sol no habían llegado a iluminarme, el cielo estaba nublado y el frío no tardó en adentrarse en mi cama. Debería estar alistándome para ir al cementerio, pero yo había optado por fingir estar enferma con dolor de cabeza y malestar del cuerpo. En mi casa todos se la habían creído por lo que me pude quedar, no obstante, mi familia se turnó para quedarse cuidándome, algo que era de esperarse puesto que jamás me dejan sola, a veces pienso que me sobreprotegen demasiado.
Existen varias normas las cuáles debo obedecer sin rechistar, sin embargo, yo ya había roto dos de las principales «No enamorarse» «No tener novio» y ahora éstas resonaban como eco en mi cabeza. Y no, no me dolía la cabeza, me dolía mi roto corazón, tan necio aferrado a un amor que nunca me amó. Porque eso fue lo que dijo él ayer, «no estoy enamorado de ti». Me sentía culpable, no por romper las reglas sino por fijarme justamente en él, por amarlo sin medida, porque créanme por él hubiera dado hasta mi vida. Pero ahora mismo mi vida era un total desastre. Lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras sonaba noviembre sin ti en la radio de mi habitación, recuerdos invadían mi mente, y cada palabra de aquella letra era una punzada a mi alma, la lluvia no se hizo esperar, a través de mi ventana pude divisar las gotas empapando el vidrio de la misma, tan grande era el dolor que hasta el cielo lloraba conmigo, definitivamente música triste, un día gris, y un corazón destrozado eran la combinación perfecta para deprimirse.
Noviembre había iniciado ayer, mi noviembre sin él también.
Entre sollozos me quedé dormida, quizás solo necesitaba descansar para el lunes ir al colegio con todas las ganas de fingir una sonrisa y hacer como si nada de esto me hubiera afectado.
Requería tiempo asimilarme a la idea de que entre Sebastián y yo todo había terminado. Si algo tenía claro es que no iba a permitir que me vea triste, mucho menos derramar una lágrima frente a él como él siempre lo había deseado.10 de noviembre del 2017.
Hace diez minutos que había sonado el timbre, pero lamentablemente la profesora Jane aún seguía revisando los cuadernos de química y hasta que no acabase nadie podía salir, ni siquiera los que ya habían presentado.
— Jane ya es hora de receso — dijo el inspector con voz ronca.
Acababa de ingresar nuestra salvación.
— Bien, pueden salir muchachos, los que falten de presentar cuadernos, me buscan a la salida — habló y enseguida se volteó a ver al inspector, pero este ya se había ido.
Todos hicieron sus grupos para salir juntos, menos yo, siempre salía sola, no esperaba a nadie y nadie me esperaba a mí, al menos no alguien de mí misma aula, porque afuera era otra cosa distinta, tenía amistades de otros paralelos, y en esta ocasión estaba mi mejor amigo esperándome en la puerta.
— Ya era hora de que salieras — me reí, porque sabía que tenía razón.
Caminamos hasta la visera y nos sentamos en la parte superior.
— Recuerdas a la chica que te mencioné — dijo Aldahir totalmente emocionado.
— Si, la que te gusta — le hice señas para que continúe.
— Pues ayer salimos a comer y le pedí que sea mi novia — tenía una sonrisa de oreja a oreja.
— Y te dijo que sí — finalicé.
Se rio — Sí, así fue — lo abracé.
Hace unos días me había dicho que le gustaba alguien y la conocí de lejos, entonces le deseé la mayor de las suertes con ella, aunque sabía que ni la necesitaría porque a decir verdad mi mejor amigo era bien simpático, un castaño de ojos verdes y tez morena, irresistible para algunas, además de que se expresaba muy bien. Según él, las mujeres se enamoran por el oído. No pude evitar reírme para mis adentros al recordar una de sus tantas frases.
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(IN)DIFERENTES✨.
Novela JuvenilEs muy frecuente terminar enamorada de tu mejor amigo, pero ¿qué ocurre cuándo te enamoras del peor enemigo de tu mejor amigo? Seguramente nada bueno. Bely Villalobos tiene como objetivo alegrarle la navidad a Joseph Zerts, un chico suicida, que a s...