La nieve caía bajo las sombras sobre la ciudad de Londres, mientras que la gente huía de los copos blancos que envolvían la ciudad. Casi era navidad, y la alegría y festejo sobresalía en todos lados. Mucho era estrés y dolor en las manos por las bolsas repletas de obsequios, pero todos pensaríamos que, no hay mejor sensación, que a esa persona especial, le fascine tu obsequio.
Un abrigo negro caminaba por las calles, de el que un joven castaño, llevaba consigo. Gorra negra, abrigo beige, y manos escondidas bajo los bolsillos. Auriculares blancos, y una pequeña sonrisa que adueñaba sus labios al momento de ver las sonrisas de los pequeños niños elaborando muñecos de nieve y otras figuras divertidas, comunes a la época.
Continuando su camino a su destino, pilló una panadería. El hombre trabajaba duro para que todas sus comida, dulces y alimentos fueran deliciosas y lucieran llamativas, y sin embargo, al menos una persona había dentro del lugar, y está, sólo limpiaba el piso.
Entró, sin pensarlo demasiado, y sonrío al hombre, que formó una gran sonrisa sorpresiva al ver a un cliente entrar al lugar. Estuvo observando toda la clase de dulces y postres que el hombre hacía, y no pudo sentirse tan dichoso como cuando comenzó a pensar en todo el esfuerzo de ese hombre.
Y ahí, vió a su indicado. Un pastel de cobertura chocolatada, y algunas formas específicas y bellas sobre éste. Pequeñas cubiertas de crema, y eso fue suficiente para realizar la compra.
El hombre le atendió con gratitud y total atención, por lo que abandonó el lugar sonriente, llamando la atención de otras personas para que fuesen a la tienda, debido al exquisito aroma que expulsaba el pastel.
Hace un par de meses, quizás, no habría valorado la importancia del trabajo, o la alegría que los niños expulsaban cuando veían la nieve caer. Su vida había cambiado demasiado, y todo había sido demasiado rápido. Y a pesar de todos los malos ratos, no se arrepentía de nada.
A pesar de todo, su corazón aún podía latir con normalidad y tranquilidad.
🌸🌸🌸
Entró en calor, cuando su hogar ya había cubierto todo su cuerpo otra vez. Caminó con cuidado por las escaleras, arrepintiéndose de no haber tomado el ascensor. Aunque, prefería caminar, a correr el riesgo de que ese niño que jugaba con un balón dentro del ascensor, botase su pastel.
Cuando llegó al último escalón que daba a su piso, soltó un suspiro, y sin embargo, no se dió tiempo para descansar. Sus piernas dolían, y sus brazos, ciertamente, igual. Caminó, topándose con la anciana que vivían frente a él, decorando su puerta con una bonita campana.
—Hola, muchacho.—habló la de cabellos blancos, sonriéndole.
—Feliz navidad, señora Morgan.—dijo, sonriendo con amabilidad.
Con cuidado, sacó la llave de la puerta, y con todavía más cuidado, insertó ésta en la cerradura, así, abriendo la puerta lentamente.
Entró al departamento, cerrando la puerta con su espalda, debido a sus manos ocupadas, y finalmente pudo suspirar, y sentir el calor de su hogar, que le permitía poder quitarse su abrigo, por fin.
Dejó el pastel sobre la mesa, y se deshizo de su saco, para colgarlo en un perchero sobre la pared. Escuchó algo caerse en la cocina, d inmediatamente elaboró camino a ésta, encontrándose, por suerte, sólo con una olla vacía en el piso, y un muchacho recogiéndola.
El muchacho de encontró finalmente con el recién llegado y sonrío con sorpresa.
—Hola, Louis. Feliz navidad.—dijo con una sonrisa sincera.
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Conejito [Ziam]
القصة القصيرة«Bebé, ya no soy un conejito. Pero si quieres, podemos hacer lo que los conejos hacen». ➜esta es una ADAPTACIÓN todos los derechos a la Autora. ✧© dumbggukie✧