Indira, una joven de diecisiete años que debe dejar su vida dorada en las playas de California, para seguir los pasos de su madre al otro lado del país.
Sin embargo, en aquella ciudad nueva oscuros secretos de su pasado salen a la luz, sus orígene...
Sus pasos eran acelerados, tanto que me costaba mantenerle el ritmo, sin embargo, no era algo que me preocupara demasiado en éste momento. Tratar de comprender que le sucedía era todo un enigma puesto que, su cuerpo se encontraba tenso, su rostro más serio de lo normal con su ceño levemente fruncido demostrando la molestia, y no lo culpo, muchas veces me he cansado a mi misma por repetir incontables veces lo mucho que estoy enamorada de él. He dejado de contarlos, cada instante en el cual mis ojos se clavan en los suyos y segundos más tarde nuestros labios se rozan hasta formar un cálido beso, generando que murmure un "estoy enamorada de ti" y miles de sonrisas aparezcan como regalo de su parte. No se opone a tal gesto de amor, pero me jura y perjura que será el último, aunque ambos sepamos que no es cierto y que jamás lo será.
Otra vez aquí, en el maldito galpón que sólo acumula trenes viejos llenos de óxido y ese aroma a humedad, además de restos de bebidas alcohólicas que bebe junto a sus amigos como forma de festejo, aunque yo no los llamaría así, se la pasan discutiendo por quién es mejor del grupo, incluso se han lastimado con tal de probar la fuerza de uno, pero ya que, no puedo opinar porque no pertenezco a ellos. Tras pasar entre los vagones, los arbustos creciendo entre ellos y los vidrios crujiendo en el suelo, nos encontramos con la joven de cabellos negros y profundos ojos verdes junto a su novio, en el techo de uno de los mismos riéndose entre ellos como toda parejita que envidian en el instituto, más alejado se encuentra su hermano, con la vista en su teléfono móvil, algo tan característico suyo. Al vernos, la azabache dejó un corto beso en la mejilla del muchacho junto a ella para en un salto, quedar de pie mientras negaba con la vista clavada en la mía. Los muchachos comenzaron a gritar una vez más, otra discusión más a la lista, mientras que ella rodeaba mis hombros con uno de sus brazos demostrando así lo apenada que se encontraba por esa situación, pues ella misma había oído lo mal que me hacía eso, generar problemas a la persona que más amo en el mundo. Nos sentamos en unos tablones apilados llenos de moho y mugre, al mismo tiempo que sus voces se hacían eco en todo el lugar, las "reuniones" se basaban en eso, ellos tres por un lado y nosotras en otro, pues la azabache era una de mis personas importantes y sabía hasta mi más oscuro secreto.
Cada segundo que transcurría era tiempo suficiente para que mis ojos se llenaran de lágrimas, puesto que el más alto de ellos decía cosas sobre mí que por cierta razón él no me defendía. Estaba callado, con la cabeza gacha y algo me decía que no se encontraba bien más allá de lo que su amigo decía. El ambiente se puso tenso en cuánto unos pasos ajenos al pequeño grupo resonaron uno tras otro, era tanta la presión que hasta por un momento me costó respirar, como si alguien de manera invisible sostuviera mi cuello entre sus manos. Un hombre encapuchado con una larga capa hasta los pies se aparece entre la penumbra, dejando a todos callados rápidamente y con sus rostros sorprendidos o preocupados, pues a la distancia era difícil saberlo con exactitud, aunque si sabía que no se esperaban su presencia, ni siquiera yo.
— ¡Te hemos dicho que no se podía, aún así lo hiciste! —aquella voz había sido de las más tenebrosas y oscuras que había oído, congelándome la sangre al instante.— ¡Sufrirás las consecuencias, estúpido niño!
— No... —susurré con el poco hilo de voz que me había dejado, siendo lo suficientemente audible para la muchacha junto.
Sin ninguna oposición, el joven del cual mi corazón le pertenecía, se puso de rodillas frente al enigmático hombre mientras que los otros dos daban un paso hacia atrás observando en silencio, mi corazón comenzó a latir con rapidez y en cuanto sentí la delicada mano de la azabache en mi hombro, las lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Lo estaba dejando morir siendo la culpable de esto y mi corazón por sentir amor hacia él pese a ser prohibido. Pero no, no podía permitirlo, yo había causado este problema y de alguna forma tenia que ponerle fin a tal atrocidad como terminar con su vida.
— ¡Detente!
Un grito seguro y firme salió de mi boca, sin embargo y para mi asombro no es donde esperaba estar. Las finas telas sobre mi cuerpo y el aroma a lavanda de mi habitación hicieron que encendiera la lampara de la mesa de noche, notando que no era aquel galpón y que ningún joven estaba a punto de ser decapitado. Mi corazón late tan deprisa que podría salirse de mi cuerpo si quisiera... todo fue solo un sueño, o mas bien una pesadilla, sin embargo se sintió tan real, como si hubiese estado allí realmente.
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Muy buenas tardes bellos lectores, me detengo un momento para explicarles lo siguiente: los capítulos que sean en cursiva representan sueños o recuerdos de los personajes, se aproximan más de este estilo y aclaro desde ya para que luego no se confundan, de todas formas saben que estaré respondiendo sus comentarios o mensajes directos.
Me ayudan mucho si comparten ésto con quiénes quieran, si dejan su voto y además comentan, los cuáles estaré respondiendo. Ayuda mucho al crecimiento de ésta historia y además de mi perfil con las demás. Que tengan un excelente martes y semana, nos leemos pronto.