El sueño todavía merodea por mi mente, esos especiales ojos azul profundo en una mirada llena de dolor y culpa asimismo tan llena de calidez, que sin dudas y sin un porqué me ha cautivado al punto de no poder volver a conciliar el sueño en toda la noche.
Mi madre ha traído el desayuno a la cama antes de marcharse hace apenas unos minutos, un gesto muy amable y atento de su parte, no recuerdo la última vez que hizo algo como tal. Hoy, luego de la gran espera, es el día en el cual comenzaré desde cero y trataré de llevarme lo mejor posible con mis compañeros y profesores hasta finalizar la cursada. Eso no significa que sea la muchacha más problemática pero el estudio no es lo mío y creo que cualquier artista estaría de acuerdo con lo que pienso. Un artista debe ser libre de su imaginación y dejarlo ser, no sobrecargar la mente de cálculos, fórmulas, historias, células y demás, eso no es lo mío pero no tengo más remedio que terminar mi último año para una vez graduada, ser la artista que deseo ser. Solo un año más y mi madre podrá descansar de sus visitas a la oficina del rector por mi culpa.
El pequeño reloj digital sobre la mesa de noche marca las siete y cuarenta y ocho minutos, es tarde y todavía no me he vestido, de todas maneras no me molestaría llegar tarde. Pero no Indira, por esta vez has las cosas bien.
Por lo tanto corro la bandeja con el desayuno intacto, una vez de pie me dirijo hasta el placard de dos puertas potrado a la pared y al abrirlo busco entre mis ropas el uniforme escolar que había comprado mi madre días antes. Camisa blanca, corbata y pollera cuadrillé de un azul Francia, medias de vestir largas y para completas el estupendo atuendo, un blazer con el logo del instituto y unos mocasines; claro que, no pude evitar darle mi toque con un par de accesorios en anillos y aros de argollas anchas. No me considero una muchacha fashionista pero eso no quiere decir que tenga mal gusto al vestir.El papel que le han dado a mi madre -quién se tomó la molestia de dejarlo junto a mis llaves- indica que la primer clase es historia antigua en el salón catorce, perfecto, mi primer clase y ya la detesto. Con mis cascos puestos voy en camino a dicho lugar, la voz de Kurt Cobain logra que me despeje y que no esté pendiente de los demás adolescentes a mi alrededor en los pasillos. ¿Acaso nunca han visto a una pelirroja con la tes bronceada? Malditos newyorkinos alérgicos al sol.
Salón once, doce, trece y por fin el que tanto buscaba. Mi corazón aumenta sus pulsaciones a medida que la voz de Kurt en "Rape me" se oye más lejana al sacarme los cascos, el miedo y los nervios estaban a flor de piel. Todos seguro al verme deben pensar "Oh vamos, vistes ropa de cuero y escuchas bandas de heavy metal, ¿A qué le temes?" pues déjame decirte que eso no quiere decir que sea una chica ruda, tras aquellas ropas y gusto musical diferente a las muchachas de mi edad, mi cuerpo se consume de toda la timidez existente del planeta y por ese mismo motivo no me gusta relacionarme con los demás. Llámenme rara, friki, emo, como ustedes quieran, pero nadie estaba en mi lugar cuando mis rodillas temblaban al entablar alguna conversación.Mi mano acaricia la puerta para dar tres pequeños golpes, una voz gruesa contesta del otro lado acallando el alboroto que había y al ingresar todos los presentes clavan su vista en mí. Oh gracias queridos adolescentes en desarrollo, eso ayuda muchísimo.
— ¿Si? —la gruesa voz vuelve a oírse haciendo que mi vista vaya al frente de la clase.
— Soy Bonachera...Ante mí respuesta el gordo hombre entrado en edad al notar sus canas, agarra una libreta que por lo que pude observar lleva una etiqueta la cual dice "Lista de alumnos", el silencio mientras tanto seguía intacto. Tras pasar varias veces su dedo en la lista, el hombre se dispone a mirarme.
— Oh, sí... —rasca su barbilla mientras clava su mirada a uno de los alumnos del frente que había lanzado una bola de papel al cesto— Bienvenida.
Las horas transcurrieron lo más lento posible o eso me pareció dado que siempre que miraba el reloj, las manecillas parecían no haberse movido. Una vez que el timbre de salida resonó en todo el edificio, me escabullí entre los estudiantes como si fuera ese tal superhéroe llamado Flash para poder encontrarme frente a mí escritorio, o como me gusta llamarlo, mi santuario.
Han pasado dos horas desde que he vuelto, mi madre se tomó la molestia de llenar el buzón de mensajes de texto preguntándome qué tal me ha ido, hasta hace un momento eran unos veinte pero he recibido aún más. Siendo sincera me es difícil de comprender por qué de un día para el otro tiene tanto interés en mí y mi bienestar.
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Ángel Negro
Novela JuvenilIndira, una joven de diecisiete años que debe dejar su vida dorada en las playas de California, para seguir los pasos de su madre al otro lado del país. Sin embargo, en aquella ciudad nueva oscuros secretos de su pasado salen a la luz, sus orígene...