1. La traición me rodea.

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Carolina Guerra

Los nervios me carcomían viva. En tan solo unas horas, me casaría con el amor de mi vida.

—Hija, deberías estar dormida. —Dijo mi padre sentándose a un lado de mí en el gran sofá de la sala.

—No puedo. Estoy muy nerviosa. —Lo miré. —Ya quiero que sea mañana, papá. —Sonreí. —Ya quiero ser la esposa de Fernando.

—Me encanta verte feliz. —Mi padre me rodeó con uno de sus brazos. —¿Sabes? Así me sentía cuando me casé con tu madre. Ansioso, nervioso, feliz. Un día antes de mi boda estaba justo como tú, con las emociones desbordándose.

—Estoy muy feliz papá. Amo a Fernando como jamás he amado a alguien. Él es el amor de mi vida. ¡Y voy a ser su esposa!

—Tu felicidad es la mía, hija. Te amo tanto. Y estoy muy orgulloso de ti. —Acarició una de mis mejillas con suavidad, exhalando. —Quería esperar hasta mañana pero... aprovechando el momento... quiero darte algo. —Sacó del bolsillo de su saco una pequeña cajita negra, entregándomela.

—¿Qué es esto? —Dije, ya que al abrirla encontré una pequeña llave plateada.

—Es una llave que va a servirte mucho en caso de emergencia.

—¿Emergencia? Papá, no estoy entendiendo absolutamente nada. —Estaba confundida. La sonrisa de mi padre había desaparecido de su rostro. Había tensión en él.

—No es necesario que lo entiendas ahora y espero que nunca tengas que entenderlo, hija. Mira, esta llave abrirá un departamento que tengo en las afueras de la ciudad, la ubicación está plasmada en la misma llave. —Exhala encogiéndose de hombros. —Hija, tienes que prometerme que no irás ahí a menos que yo ya no esté para hacerlo.

—Papá... sé claro conmigo. No estoy entendiendo nada y francamente, me estás asustando.

—En ese departamento hay información y dinero. Todo lo que está ahí podrá salvarles, solo en caso de emergencia, así que por ahora no te preocupes. Hija, eres mi primogénita. Eres una mujer muy inteligente y por eso estoy confiando en ti.

—¿Qué clase de información? ¿Son cosas de la empresa?

—Hija... —Ambos escuchamos unos pasos provenientes de las escaleras. Era mi madre quien venía. —Lo hablamos después. Nadie más que tú puede saber esto.

Asentí mirando a mi madre quien se acercaba a nosotros con una sonrisa en los labios.

—¿No piensan dormir? Mañana es un día importante cariño, es tu boda. Ve a descansar.

—Nuestra hija no puede dormir de tanta felicidad. —Dijo mi padre, levantándose para ir hacia mi madre a quien abraza de una forma tierna.

—No la juzgo. Un día antes de nuestra boda yo estaba igual. —La mirada de mi madre se conecta con la de mi padre. —Quería que el tiempo pase rápido para poderle decir a este hombre que aceptaba pasar el resto de mis días a su lado.

—Justo eso le decía a nuestra hija. Que un día antes me sentía ansioso. —Dejó un beso en los labios de mi madre. —Ya quería escucharte decir que si aceptabas pasar el resto de tu vida a mi lado.

—Que bonitos. —Sonreí viéndolos a ambos. Su matrimonio siempre ha sido un ejemplo para mí. Los dos son el uno para el otro y no lo ocultan, demuestran lo mucho que se aman en cada oportunidad que tienen. —No los interrumpo más. Los amo. —Los abrazo a ambos y me marcho de ahí rumbo a mi habitación.

No puedo evitar sonreír al ver mi vestido de bodas. ¡Es hermoso! Tal y como lo soñé.

Mañana, mañana será un día más que perfecto. Será el mejor día de mi vida.

LA REINA DE LA MAFIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora