4. Alex.

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El viernes por la mañana me despertó el tono de llamada de mi móvil, abrí un ojo para localizar el teléfono encima de la mesilla de noche y respondí sin mirar quien llamaba:

― ¿Quién eres y por qué me llamas tan temprano?― gruñí.

― Alex― respondió una sollozante Siena.

― ¿Siena? ¿Qué te pasa? ¿Estás llorando?― me incorporé de repente realmente preocupado.

― Sí― se arregló para decir.

― ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?

― No lo se― hipó― me he despertado hace un rato porque tenía náuseas y desde entonces no puedo parar de llorar.

― ¿Así que estás llorando por culpa de tus hormonas de embarazada?

― Sí, pero no lloraría si no tuviera la sensación de que Pol no quiere estar embarazado― me chilló mientras supuse, sorbía la nariz. Yo bufé apartando el teléfono para que Siena no me escuchara, estaba histérica.

― Siena cálmate, deja que me cambie y estaré ahí enseguida.

― Vale― aceptó lastimosamente.

Colgué y salté de la cama, caminé hasta el baño y tras atender a la llamada de la naturaleza y darme una ducha rápida me vestí y salí pitando hacia casa de Pol y Siena. ¡Joder! con la tontería de mi vecina me había acostado realmente tarde y tenía sueño, se suponía que yo estaba de vacaciones, quería a Siena con toda mi alma pero era Pol el que debería ir y aguantar sus ataques hormonales. Suspiré resignado y eché a andar hasta el metro, que al ser verano, estaba mucho más vacío de lo habitual. Hacía un calor de los mil demonios en la calle, me había acostumbrado ya al clima más frío y lluvioso de San Sebastián y agradecí realmente llegar al edificio. El cerrojo de la puerta de la calle seguía estando roto así que simplemente empujé la vieja puerta de madera y subí por las escaleras, cuando Siena abrió la puerta parecía estar bastante más calmada:

― Alex― me dijo apenada― siento mucho haberte hecho venir.― Se la veía realmente tan preocupada que se me pasó inmediatamente la irritación, además, estar enfadado con Siena era imposible.

― Bah, no te preocupes― le respondí quitándole importancia al asunto y metiéndome dentro del piso― Realmente me apetecía un paseo matutino bajo el sol abrasador.

― Se que no es así y que te he despertado y que soy una preñada histérica, pero gracias por venir― soltó antes de meterse entre mis brazos y, válgame la redundancia, abrazarme. La estrujé con cuidado hasta que ella misma se apartó― ¿Quieres desayunar? Hay tarta de chocolate.

― Eso suena estupendo― le respondí siguiéndole hasta la cocina. Me senté en uno de los taburetes que rodeaban la isla y Siena puso delante de mi un trozo de tarta que parecía casera― ¿De dónde ha salido esta tarta?― quise saber.

― La he hecho esta noche, no podía dormir.

― Está muy buena― le dije sinceramente tras probarla.

― Gracias ¿quieres café?― asentí mientras seguía zampando.

― ¿No comes nada?

― Si como ahora solo servirá para que me pase un rato más vomitando, desayunaré cuando se me pasen las náuseas― terminé de comer y puse el plato y la taza del café en el lavaplatos bajo la atenta mirada de Siena, después la llevé hasta el sofá e hice que se sentara a mi lado.

― ¿Te has peleado con Pol?― pregunté.

― No ¿por qué?

― Pues porque no lo veo por aquí y cuando me has llamado me has dicho que pensabas que Pol no quería estar embarazado.

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⏰ Última actualización: Oct 25, 2014 ⏰

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