Hermandad

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Era una tarde de otoño; el día fresco y una suave brisa que movía el ondulante cabello de Colombia mientras daba sorbos a su café durante una pequeña plática improvisada en una cafetería no muy lejos de la oficina de la OEA, a su lado Panamá y Costa Rica con pequeños síntomas de malestar plasmados en sus rostros, la reciente situación de Nicaragua se encontraba afectando a toda su región pero especialmente a los dos países previamente mencionados. Y aunque era fácil buscar información sobre ellos; Catalina prefería preguntarle directamente a Rodrigo y Fernanda cómo se sentían.

Claramente por la expresión de ambos hicieron ante esta pregunta, la respuesta era "cansados" por los estragos que estaba ocasionando en ellos.

"Mientras espero que todo esto termine para nosotros", exclamó Fer mientras suspiraba, "espero todo se mejore para mi hermana"

Catalina sólo procuraba un sonido de afirmación mientras tomaba otro sorbo de su café y sonreía suavemente ante el cuadro de Rodrigo inclinándose hacia su novia por confort. Aún recordaba esos días cuando eran pequeñas colonias y su hermano al sentirse mal venía corriendo a querer ser consentido. A pesar que odiaba tener que tomar el remedio casero que las mucamas le daban.

"¿Qué les parece si los invito a mi casa y...", eso pareció llamar la atención inmediata de Panamá que parecía intuir lo siguiente, "les hago un caldo de papa y costilla?"

Ambos países no tardaron en aceptar la invitación, a pesar que sabían que el remedio era solo temporal, cualquier atisbo para sentirse mejor era bienvenido.

En tierras colombianas, Venezuela se hallaba caminando con rumbo a la casa de su vecina, con suerte podría quedarse la noche porque necesitaba el respiro del estrés que sentía por su propia situación. Un día que tomará para sí misma era más que suficiente.

Además que ya tenía un rato que no hablaba con su prima y realmente necesitaba soltar toda la sarta de improperios del fondo de su alma. Mirándose en una ventana y acomodándose el cabello por el viento ocasional, María ponía su mejor sonrisa y pulsaba el timbre de la casa de Cata.

"¡Cata, soy yo!", gritaba la venezolana anunciando su presencia mientras abría la puerta para ingresar pero al no recibir respuesta decidió por cerrar la puerta detrás suyo y dirigirse hacia la cocina al escuchar el sonido de voces provenientes de esa dirección, "Dime que tienes café hecho mujer qu- oh, tienes visitas"

"Hola María", exclamaba la costarricense mientras levantaba una mano ligeramente de la mesa, mientras Panamá estaba sorbiendo lo último de su segundo plato de caldo y estiraba su mano hacia Colombia para otra porción emitiendo un sonido de saludo hacia su prima.

"María, qué bueno verte, ya tenía rato sin pasar por acá", mencionaba Catalina mientras daba un regaño a su hermano menor al tomar el plato (algo sobre dolores por indigestión) pero procuraba al panameño de un nuevo plato de caldo, "Toma asiento y ahora te llevo una taza de café"

Vene sólo asistía y se sentaba frente a Tica en la pequeña mesa de la cocina procediendo a preguntarles a ambos países centroamericanos como se sentían últimamente y a ellos a su vez le daban ánimos, aceptando la taza de café con un toque de ron que le ofrecía su vecina.

Observando la escena desenvolviéndose, Vene sonreía detrás de la taza de café, porque claramente esto era lo que necesitaba para despejar su mente el día de hoy. Sabía que para momentos como estos se podía contar con esta extraña familia.

Antes que el atardecer terminará, ambas primas se encontraban despidiéndose de su familiar y pareja quienes debían volver a su región para continuar las labores del día siguiente con la chica prometiendo que la próxima reunión sería en su casa.

María reía cuando Catalina resoplaba y expresaba un regaño a su hermano menor por comer demasiado ("Mañana le va a doler el estomago, yo lo sé") con ambas en la mesa retomando el chisme.

"Pero si bien que vas a terminar dándole un remedio", reía la venezolana en su segunda taza mientras la colombiana producía un sonido de fingida molestia ante eso, "Ya quisiera yo un hermanito para tener con quien pasar el rato cuando uno de los dos se siente mal"

Ante dicha frase, Catalina no pudo evitar levantar una ceja en sorpresa y María tampoco pudo evitar que un "¿Qué?" escapara de sus labios.

"Con lo mucho que te obligan a reclamar la región del Esequibo, yo hubiera pensado que tenías un mayor trato con Guyana", Vene quedo con una sonrisa nerviosa mientras Coco tomaba otro sorbo de su café, "porque aún recuerdo cuando llegaste con él casi bajo el brazo hace varios años para presumir como tenías tu propio hermanito que España te había dado"

"Guyana es un caso...", Colombia espero que su vecina encontrará la palabra adecuada, "peculiar"

"Ajá"

"¡Lo digo en serio!"

"Hmmmm"

"Ahora sólo lo estás haciendo para joderme"

"¿Yoooo?"

"!Juntarte con ese mexicano está haciendote mal!"

"¡Hey, yo no te digo nada sobre Alejandro!"

"Además no es como si no hubiera intentado llevarme mejor con él", reclamó la visitante cruzándose de brazos, "pero es como si...si... ¡si me tuviera miedo!"

".... ¿Qué le hiciste al pobre niño?"

"¿¡Por qué soy yo la culpable?!"

"Porque te conozco"

"¡COCO!"

"Okay, okay... quizás si se me está pegando algo de Pedro", admitió la colombia entre risas, "Pero hablando en serio, ¿por qué dices eso?"

"Bueno hace unos días...", comenzaba la venezolana.

El detonante había sido algo casual, después de una cumbre de naciones americanas, Vene había visto al menor confundido cerca buscando a sus otros dos compañeros de región. Posiblemente se habían separado luego de ir al baño, recordandole de aquella ocasión cuando España había regresado de una de sus expediciones con un pequeño niño de ojos azul oscuro, al punto de parecer negros mirando curioso desde detrás de las piernas del conquistador. Por lo que decidió ser una buena vecina y acercarse a platicar con él.

Aaron pego un brinco al escuchar a alguien gritándole para voltear y encontrarse a María agitando su brazo y acercándose hacia él. No pudo evitar ponerse algo tenso ante su cercanía y buscar más rápido a su alrededor antes de salir corriendo hacia su hermano mayor, Alex; olvidando el detalle que este tenía interés en la chica y terminó siendo usado como excusa para entablar conversación con ella.

Luego de eso María se prometió a mejorar la situación con su vecino del este.

"¿Y qué piensas hacer?", preguntó su prima ante lo cual la aludida sonrió.

"¿No es obvio? Le haré regalos y pronto seré su hermana favorita"

"Oh"

Fue así como a las semanas siguiente, Venezuela hacía pequeños detalles a su vecino Aaron:

La primera consistió en darle la típica camisa de recuerdo de alguna de sus regiones turísticas en la siguiente reunión.

La segunda consistió en invitarle unas arepas a él, y de paso a Jamaica (nunca estaba de más unos puntos extras), durante el receso.

La tercera consistió en una visita sorpresa a su casa para hacerle llevar algunas frutas, alargando su estancia para hacer jaleas al final del día, sabiendo que Guyana tenía un 'sweet tooth' que podía aprovechar.

Para ignorancia de la chica, al final de ese día su "hermanito" había hecho una llamada a sus otros dos vecinos para ver si ellos sabía explicar el comportamiento de su vecina. Entre risas de ambos países, Surinam había bromeado que todo era un plan de Venezuela para anexar (ignorando el grito de susto del menor "¡¡I dun wanna!!") dejando a Guyana Francesa la tarea de calmarlo y repetirle que no escuchará lo que le decía el otro y quizás la chica sólo quería algo de compañía dada la situación que estaba atravesando (con Guyana asistiendo detrás del auricular "I guess so").

Así que la siguiente vez que Venezuela arribó con algunos ingredientes para hacer empanadas de carne mechada, Guyana ya le esperaba en el pórtico de su casa con el restante de los ingrediente más genéricos listos en la mesa de su cocina.

Y mientras amasaba la masa ("¡Porque para esto se necesita la fuerza de un hombre!" había bromeado la mayor) Guyana no pudo evitar recordar aquella efímera ocasión en la que aún perteneciente al imperio de España, durante una tormenta eléctrica Venezuela le había sonreído a verle asustado en el marco de entrada a la sala a la luz de una vela y entre risas ir a robar algunos almidoncitos de la cocina para tranquilizarlo.

Antes de volver a la realizar cuando María llamaba su atención para hacerle saber que ya podía dejar de amasar y comenzar con el siguiente paso. Recibiendo una reacción más efusiva de la esperaba, la chica mayor no pudo evitar sonreír de vuelta.Y como antes había declarado: sabía que se podía contar con SU extraña familia.

HermandadWhere stories live. Discover now